José Augusto pretende ser el Ceo en la empresa de su padre, pero este le puso como condición que debía casarse en un año. De lo contrario otro ocuparía ese lugar.
Así que él buscaba afanosamente una esposa.
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Esos papeles no son importantes
Al día siguiente, cuando el CEO llegó a su despacho encontró algo raro.
"¿Qué ha pasado aquí?", se preguntó.
Amor, ¿quieres venir, por favor?, le dijo a su esposa.
¿Qué sucede?, preguntó Graciela.
Alguien ha estado aquí y me ha movido todos los papeles.
¿Tú crees?, aquí nadie puede entrar hay mucha vigilancia y además, están las cámaras de seguridad.
Amor, a ti te consta que soy muy ordenado y no me gusta ver papeles por todos lados.
Graciela se asomó al cajón de su esposo y vio que en realidad estaban movidos los papeles y desordenados.
¡Oh!, tienes razón.
Le habló al guardia de seguridad y a los que están en el cuarto de cámaras.
Necesito que me traigas los videos de la noche anterior, luego, dirigiéndose al guardia, dijo:
Amigo, ¿te distrajiste o qué?
Claro que no, anoche vino una señorita que quería entrar pero no la dejé y se fue. La verdad es que fue muy insistente.
Una hora después, los cuatro personajes veían el video.
Ahí se veía claramente cuando Nati distraía al guardia y Lucrecia entraba sin que la vieran.
Luego, Lucrecia llegó directo al despacho de Augusto, revisó los papeles y encontró uno que, al parecer era muy importante porque la sonrisa de ella fue maléfica.
Mientras que Nati seguía distrayendo al guardia.
Augusto se puso pálido.
Rato después, Lucrecia guardó los papeles en su bolsa y salió igual como había entrado.
¿Qué papeles son esos, amor?, preguntó Graciela.
De suerte que los videos no tienen sonido, que si no, Graciela hubiera escuchado lo de la boda falsa.
Amor, ¿qué te pasa?, te quedaste como en otro mundo.
¿Eh?, esos papeles no son importantes. Debería de correrte por no cumplir con tu trabajo, pero por esta vez te la pasaré. Espero que no se vuelva a repetir, le dijo Augusto al guardia.
Vuelve a tu trabajo, le dijo al hombre de las cámaras.
Sí, señor.
¿Qué piensas hacer?, ¿la vas a denunciar?
Por el momento, no, ya buscaré la manera de hacerle pagar por esta intromisión.
Bueno, regresaré a mi trabajo porque hay bastantes papeles que revisar.
Gracias, amor. Y no te preocupes, yo resolveré esto.
Graciela se encogió de hombros y se fue a su despacho.
Augusto se quedó en su despacho estaba muy preocupado por la situación en la que se encontraba.
"Si Lucrecia abre la boca respecto a esos papeles estoy perdido tengo que hacer algo antes de que sea demasiado tarde".
Varios días después, dos hombres llegaron a la casa de Lucrecia y Nati.
¿Quiénes son ustedes y qué buscan?, preguntó Lucrecia a los dos hombres que tocaron a la puerta.
Venimos por unos papeles que usted sustrajo del despacho de Augusto.
Oh, ¿y por qué no vino él?, ¿acaso me tiene miedo?
El CEO está muy ocupado y no se ocupa de estas nimiedades.
¿Y sí se ocupa de mandar a dos de sus matones?
Cálmate Luc, dijo Nati poniéndose a su lado.
No se preocupe, Lucrecia fue a su cuarto y regresó con los papeles.
Aquí están, dijo.
Uno de los tipos los tomó y se fueron.
¿Por qué se los diste?, eran para tu triunfo.
Entonces, Lucrecia fue a su cuarto y regresó con unas copias.
Tara, dijo extendiendo los papeles. Les saqué copia.
La cara de asombro de Nati no tenía igual.
No soy tan tonta como crees, dijo Lucrecia con una sonrisa en la boca.
Jamás he pensado eso, dijo Nati.
Claro que sí, solo que no me lo dices.
No busques problemas, tú eres mi amiga, de hecho eres la única amiga que tengo, incluso vives en mi casa.
¿Ahora me vas a cantar eso?, ¿soy una arrimada?
¿Por qué piensas eso?, eres mi amiga, te lo acabo de decir.
Valiente amiga, dijo Lucrecia y se fue a su cuarto.
¿Qué te pasa, Luc?
Nada, déjame en paz.
Nati vio a Lucrecia muy mal, como si estuviera poseída.
Optó mejor por dejarla descansar.
"Más tarde hablo con ella".
Era sábado y Nati descansaba ese día. Ella trabajaba en una inmobiliaria y no era muy honesta.
Le gustaba vender las casas a un precio más alto y tomar el dinero para ella.
Así es como se había hecho de esa casa tan bonita. Y no sentía remordimientos porque era como quitarle un pelo a un gato.
Las personas que las vendían tenían dinero de sobra.
Nati solo les quitaba una parte, aunque, el robo era robo aquí y en China.
Pero eso la tenía sin problemas, al cabo la casa ya era suya por malos manejos del dinero.
Hasta la fecha nadie se había dado cuenta de eso.
Ella estaba muy tranquila como si nunca la fueran a descubrir.
"Espero que Lucrecia no me vaya a echar a perder mis negocios con sus locuras", pensó.
Realmente, Nati estaba pensando seriamente que su amiga estaba loca, o al menos que se estaba volviendo loca.
Tenía una actitud bastante rara, típica de las personas en esa situación de locura. También tenía arrebatos que no eran precisamente de personas cuerdas.
Hasta había pensado pedirle que se fuera de su casa.
Esa misma noche se lo iba a pedir, pero muy sutilmente.
Cuando ya Lucrecia estaba totalmente calmada, Nati decidió hablar con ella.
Amiga, fíjate que estoy pensando seriamente en traer a mi novio a vivir aquí conmigo.
¿Novio?, yo no sabía que tuvieras un novio, dijo Lucrecia asombrada.
Llevo tres meses con él solo que tú no te habías dado cuenta porque siempre estás ocupada con tus cosas y no me haces caso.
Perdón, tienes razón, pero ¿qué me estás tratando de decir?
Yo necesito privacidad.
¿O sea que me estás corriendo?, ¿te importa más ese estúpido novio que yo, que soy tu amiga?
No es eso, compréndeme, amiga, necesito hacer mi vida.
Está bien, ya te entendí, voy a preparar mis maletas.
No es necesario que te vayas ahora, primero busca a donde irte.
Me iré ahora mismo.
Más tarde, Lucrecia ya había hecho sus maletas. Adiós, amiga, no te preocupes, no estoy enojada, comprendo que tienes que hacer tu vida. Que seas feliz.
Lucrecia salió sin decir nada más.
Nati se sintió mal por ella, pero de otra manera no habría logrado que se fuera.
"Lo siento, amiga, pero es por tu bien", se dijo.