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Amor En Tiempos De Guerra

Amor En Tiempos De Guerra

Status: En proceso
Genre:Aventura / Amor prohibido / Amor a primera vista / Amor en la guerra / Romance oscuro
Popularitas:816
Nilai: 5
nombre de autor: Tania Uribe

Yo antes era una espía y asesina respetada por todos, temida por todos, la más importante y reconocida por todos aquellos que oían mi nombre temblaban del terror y la desesperación que sentían al oír de mí. Creía que lo tenía todo, incluso creía que tenía a mi lado a un hombre que me amaba y respetaba como mujer y compañera de equipo. Desgraciadamente estaba muy equivocada y terminé por ser traicionada por él y por la gente que creía que me era leal, pero ni siquiera eso.

Ese día perdí todo y terminé por ser arrestada, humillada, maltratada, casi violada por uno de los custodios que me llevaba a ser finalmente encarcelada, sin juicio alguno en cual pudiera defenderme; era frustrante dado que yo fui una de las personas que propuso que todo criminal, sin importar su rango no tendría un juicio sino que en cambio iría directamente a "Azgaard" la más cruel y sanguinaria cárcel clandestina que el mismo maldito Hitler autorizó sin haber consultado a sus generales y consejeros.

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Capítulo 22.

SOFÍA

Salí de la oficina de Maxwell con la excusa de que debía ir a la lavandería a buscar su uniforme, lo cual terminó siendo cierto cuando me descubrió saliendo. Me dirigí a la lavandería al llegar me encontré con Sarah...

Al verme ella dio un paso hacia el frente y dijo:

—¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en la cama con el Alcaide como la zorra que eres?

—¿Disculpa?—La miré con calma, aunque algo dentro hervía.

—Que deberías estar en su cama, no aquí jugando a que eres una santa porque no lo eres. Es lo único que sabes hacer bien, ¿no? Acostarte para sobrevivir.

La bofetada no llegó. Yo no usaba las bofetadas.

Mi puño se estampó contra la nariz de la pelirroja con la precisión de una mujer entrenada por el mismísimo Sicherheitsdienst. El crujido del hueso fue muy claro, y el cuerpo de la pelirroja cayó al suelo como una marioneta a la que le habían cortado los hilos.

—Nunca más—Murmuré, sacudiendo mi mano—. Te atrevas a hablarme así.

Sarah, estaba sangrando y humillada, se levantó con torpeza. Aulló como un animal malherido y lanzó un golpe torpe. Lo esquivé como el viento, bloqueé el golpe, giré sobre su eje y con una llave la hice caer de nuevo, esta vez de espaldas, sin aire en los pulmones.

—¿Quién carajos eres tú...?—Gimió Sarah desde el suelo.

Me incliné. Mirándola como lo que era alguien patética y sin autoestima.

—Soy tu peor pesadilla... y sí vuelves a tratar de tomar mi lugar como la asistente del Alcaide…. haré algo más que romperte la nariz y... para que te quede más claro... vuelves a parlotear sobre mi paradero al mundo exterior y te mutilaré cada miembro de tu cuerpo hasta que solo quede el recuerdo de lo que alguna vez fuiste, comenzando por cortarte la lengua para que jamás hables. ¿Entendiste?—Ella me miró sumamente aterrada, estaba temblando de miedo bajo mi dominio.

Sus ojos azules reflejaban miedo y desesperación, era la combinación perfecta que esperaba ver en una cobarde como ella.

—¿Cómo lo supiste?—Preguntó apenas sin titubear.

—Eres fácil de leer y muy estúpida como para permitir que alguien como yo se dé cuenta.

La solté y se fue corriendo como la cobarde que era.

No había nadie alrededor por lo que supuse que la mayoría de las presas habían sido llevadas a cumplir sus labores.

Volví a la oficina de Maxwell y al entrar sentí que me jalaron adentro rápidamente. Era Maxwell, puso un dedo en su boca dándome entender que no dijera nada y que no hiciera ruido alguno. Oímos voces, eran Celadores hablando entre ellos, sobre una nueva prisionera que vendría a reemplazar a otra dado que no había sido de utilidad y cuando la describieron supe que hablaban de Sarah.

Ella se condenó a sí misma. Pronto moriría por haber confiado en las personas equivocadas. Seguramente creyó que tomar mi lugar como amante del Alcaide le aseguraría su protección y también su boleto de salida. Pero al ver que no funcionó decidió revelar mi ubicación al mundo exterior y, sin embargo, eso no le funcionó, lo cual la condenó aún más.

Pronto los Celadores se alejaron lo suficiente como para estar seguros de que ya no estaban ahí, me quité de la puerta y miramos rápidamente. Y así fue. Respiré tranquila y también Maxwell respiró aliviado.

—¿Qué hiciste para hacer que se callara?—Le conté lo ocurrido. Lo cual hizo que se pusiera algo paranoico. Logré calmarlo y le hice ver que estaba bien.

—Estoy bien, mira toca—Puse su mano sobre mi vientre y los bebés comenzaron a patear con fuerza—. Tus hijos están pateando y están contentos. ¿Lo ves?—Asintió más tranquilo.

—Perdóname, es solo que... desde que llegaste a mi vida, te convertiste en todo mi mundo y mis hijos también. Ustedes son mi roca y mi familia aquí adentro.

Tomé su mano que aún estaba sobre mi vientre y le sonreí.

—Maxwell..., te amo. Y sé que estás preocupado por mí, lo entiendo. Pero sé cuidarme sola, además no salgo de este lugar desde el incidente con Edward. Y lo más importante es que estás conmigo siempre y estando contigo me siento segura y protegida. Sin embargo, soy consciente de que en cualquier momento me tendrás que sacar de aquí y enviarme a otro país con nuestros hijos para mantenernos a salvo—. Quitó su mano y me abrazó con fuerza. Me dio un beso en la cabeza y suspiró reconfortado.

Después de eso, nos pusimos a trabajar para evitar que alguien sospechara sobre mi embarazo. Sino también la mujer que él ama y no solo su amante.

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