Brenda Sanches es una mujer de 29 años que después de descubrir a su enamorado con quien pensaba ser madre decidí irse y hacerse madre mediante inseminación artificial lo que no sabe que el donante no es humano por error a ella le llegó su donación y el reclamara a sus hijos que pasara entre ellos ? estarán juntos por amor oh llegarán a un acuerdo por sus hijos ven a leer esta historia facinante
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capitulo 22
Sombras entre Nosotros
Brenda:
Estaba sentada junto a Santiago, pensando en lo bueno que era saber que mi amiga estaba bien… pero lamentaba que, por esa maldición, no pudiera conocer a mi bebé. Así que le pregunté:
—Amor… ¿no hay manera de curar la maldición que tiene ella?
Santiago:
—No, amor… Héctor lo intentó, pero no pudo.
Es más, pensó que tu amiga no iba a sobrevivir. Esa marca… es muy fuerte.
Brenda:
—Menos mal que es fuerte… y que logró salvarse.
Voy a ir a verla, a ver si necesita algo.
Me levanté y fui hacia la habitación donde antes estaban Alexa y James. Pero al llegar, estaba vacía. El corazón me dio un vuelco. Rápidamente avisé a Santiago.
—¡Amor! No están… ¡Ni Alexa ni tu beta!
Santiago (sorprendido):
—¿Qué? Qué raro… Tal vez salieron a buscar una cura. Capaz que vuelven pronto.
Brenda (preocupada):
—No sé, amor. Me preocupa… ¿y si les pasó algo?
Santiago:
—Tranquila, amor. Seguro no es nada grave.
Voy a intentar comunicarme con James.
Intentó hacer conexión mental con su beta, pero no recibió respuesta. Fingió estar hablando por teléfono mientras volvía a intentarlo, sin éxito.
—No responde… debe estar muy lejos o cerró el canal —dijo finalmente—. No me gusta esto.
Justo en ese momento, sonó mi celular. Era un mensaje de Alexa. Después de leerlo, le conté:
—Era Alexa. Dice que se fue lejos con James… por el bien nuestro.
Hasta que la maldición se le pase. Que James se quedará con ella porque no pueden separarse, son mates. Me dijo que si la necesitamos, le avisemos.
Santiago (suspirando aliviado):
—Ahora todo tiene sentido…
Eso explica el comportamiento de mi beta. Quédate tranquila, amor. Está con su mate. Solo quiso protegerte… y proteger a nuestro bebé.
Brenda:
—Sí, amor. Me dijo que lo más importante era el bebé.
Ahora me siento más tranquila.
Le contesté que podía contar con nosotros, y me dijo que se tenía que desconectar, pero que cualquier cosa, le avisemos.
Santiago:
—Está bien, mi amor. Nuestra cachorra es lo primero.
Vamos a cuidarla.
Hablamos un rato más, hasta que de pronto Santiago recibió un enlace de uno de sus seguidores. Abrió el mensaje y lo leyó con el ceño fruncido.
Seguidor:
“Alfa, ¡nos están atacando!”
Santiago:
—¡Cambien todo el plan! ¡Ataquen sin piedad!
—Brenda, debo irme. Cuida mucho a nuestro bebé. Sabes que te amo.
Le di un beso, y me despedí.
Brenda:
—¿Por qué decís eso como si fuera una despedida? Solo vas a salir.
Santiago:
—No es una despedida, amor. Solo te pido que te cuides.
Debo atender un asunto.
Salió rápidamente. Ya cerca del bosque, vio a su manada en combate. Se transformó en su forma de lobo negro y atacó a uno de los seguidores del mago. A lo lejos, divisó a Ariel, que se ocultaba entre los árboles. Decidió perseguirlo.
Ariel se transformó y corrió, veloz. Santiago se sorprendió por su rapidez. De pronto, Ariel abrió un portal y desapareció. Santiago, frustrado, regresó rápidamente a la casa. Debía proteger a su familia.
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Más tarde...
Brenda:
Bajaba las escaleras cuando vi entrar a Santiago. Me sorprendió, ya que hacía apenas unos minutos que se había ido.
—Hola, amor… ¿no habías salido?
Santiago (sonriendo extrañamente):
—Oh, cariño… solo fue una tontería. Ya estoy aquí.
—Eres hermosa —añadió, mirándome fijamente.
Brenda (riendo):
—Tú también lo eres.
—¿Qué pasa contigo?
Santiago:
—Quisiera ver al bebé…
Eso me alertó. Santiago nunca se refería así al bebé.
—¿Qué bebé, amor?
Santiago:
—¡Nuestro bebé, niña! Necesito verlo. Sabes la conexión que hay entre padres e hijos.
Brenda (con voz temblorosa):
—Amor… sabés que perdí al bebé cuando ese mago me atacó en la cafetería…
Santiago (enojado):
—¡No soy ningún mago tonto!
En ese instante, la puerta se abrió de golpe y alguien me empujó lejos. El impostor reaccionó con magia, pero su hechizo falló. ¡Era Santiago! El verdadero. Me protegió, y lo enfrentó.
Santiago:
—¡Cómo te atreves a acercarte a mi mujer!
El impostor lanzó un hechizo, que Santiago apenas logró esquivar.
—¡Revéla tu rostro antes de morir!
El impostor rió con crueldad.
—Sabes bien quién soy. Y ahora estás exactamente donde yo quiero.
Lo atacó con más fuerza. En medio del combate, Santiago lo perdió de vista por un segundo… y entonces sintió un dolor agudo en el abdomen. Cayó de rodillas, jadeando. Frente a él, apareció Ariel, con una daga ensangrentada.
Ariel (riendo):
—No eres más que un débil… te enamoraste de una asquerosa humana.
Ahora verás cómo muere tu lobo.
Santiago, con gran esfuerzo, le arrebató la daga y trató de clavársela. Forcejearon, y Ariel logró evitar el golpe. Santiago se tambaleó, envenenado. Ariel se acercó, cruel:
—Eres débil… como tu madre.
Ella también se enamoró… y murió por eso.
Santiago intentó golpearlo, pero Ariel hizo un conjuro rápido y desapareció.
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Mientras tanto… en otro lugar oscuro
Ariel apareció frente al mago, respirando agitadamente.
Mago:
—Idiota. ¿Lo hiciste?
Ariel:
—Sí… lo apuñalé con la daga. Pero apareció Black y tuve que huir. Casi muero.
Mago:
—¿Y la daga?
Ariel (nervioso):
—Yo… eh… no la tengo…
Mago (furioso):
—¡¿Qué?! ¡¿Le dejaste la daga?!
¡Con ella su maldito curandero podrá salvarlo!
Le tocó el brazo, debilitándolo con magia oscura. Ariel gritó de dolor.
—¡Para! ¡Sé que me equivoqué! Pero dame otra oportunidad.
Puedo conseguir la daga… y también traer a la amiga de Black.
Es una bruja… su poder puede servirnos.
Mago:
—¿Una bruja? Eso cambia las cosas…
Se quedó pensativo, luego habló con tono amenazante:
—Está bien. Tendrás una última oportunidad.
Si fallas otra vez… esta vez no será tu brazo. Será tu cuello.
Ariel:
—No fallaré. Esta vez… Santiago morirá.
Mago (con una sonrisa oscura):
—Tarde o temprano… todos esos pulgosos caerán.
Su mundo… será mío.