Después de haber sufrido a manos de su padre, Cyra cayó bajo los engaños del dios Daotan, lastimando a miles de inocentes, pero sobre todo, lastimando a las únicas personas que en verdad la amaban y que ella amaba, ahora el dios Kaayo le dio una nueva oportunidad, pero ¿Qué pasa si Cyra no puede dejar atrás su pasado?
Cyra se siente indigna de esa segunda oportunidad, pero nuevas personas en su vida le harán ver que la única manera de vencer a aquellos que le hicieron tanto daño es ser feliz.
Esta historia está relacionada con la tetralogía de los 4 Guerrero de los Elementos, la cual está compuesta por:
1. El Guerrero de la Tierra
2. La Guerrera del Aire
3. La Guerrera del Agua y
4. El Guerrero del Fuego
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Capítulo 23
7 meses, ese fue el tiempo en que tardaron César y Cyra en planear su boda, y si bien ambos optaron por algo sencillo, planearlo tardo más de lo que ambos esperaron, ya que sus deberes les impedían dedicarle el tiempo requerido para organizar algo así, pero al fin, el día había llegado y la pareja no podía estar más feliz con la llegada de este evento tan especial para ambos.
- Te vez hermosa mi niña, verte vestida de novia es, no puedo – empezó a hablar Mara, quien no pudo seguir hablando debido a que las lágrimas se hicieron presentes.
- Ma, no llores o yo lo haré – le dice Cyra, mientras intenta aguantar las ganas de llorar, mientras tanto, Elena abanica a su amiga para que no llore.
- No tienes ni idea de lo feliz que me hace que hayas encontrado a un hombre como César, y sé que a su lado solo tendrás dicha, pero al mismo tiempo siento que te alejas de mí – le dice la mujer, quien abraza a su niña con más fuerza de la que debería.
- Mami, me asfixias – le dice Cyra a su madre, mientras intenta no solo controlar sus lágrimas, sino también respirar.
- Perdón mi amor – le dice Mara a su hija, separándose de ella.
- Mami, no me alejo ni de ti ni de papá, tal vez ya no estemos viviendo los tres juntos, pero ustedes siempre tendrán un lugar muy importante en mi corazón – le dice Cyra a su madre, y ambas una vez más se vuelven a abrazar
- Ustedes son tan lindas, bueno, voy a buscar a tu padre, creo que es momento de que tengan un momento en familia antes de la boda – les dice Elena, quien llega al poco tiempo acompañada de Raúl y luego se retira para dejar a la familia a solas.
- Mi pequeña, te vez muy hermosa, César es un tipo con suerte – le dice Raúl a su hija, quien al verla vestida de novia sus ojos también se llenan de lágrimas.
- Yo soy la de la suerte – le dice Cyra a su padre, y es que César había demostrado ser uno en un millón.
- Es un gran muchacho, de otra manera tú estuvieras aquí, solo alguien excepcional es digno de ti – le dice Raúl a su hija, y sin dudarlo la toma entre sus brazos – parece que fue ayer cuando corrías detrás de mí buscando que te levantara en brazos, y ahora mirarte, te vas a casar – dice el hombre, quien sin poder evitarlo comienza a llorar – mi pequeña, te voy a extrañar.
- Y yo a ti, pero como le dije a mamá, ustedes siempre tendrán un lugar especial en mi corazón – le dice Cyra a su padre, mientras se traga sus lágrimas, y es que tardaron mucho en arreglarla y no piensa empezar de nuevo.
Mientras Cyra estaba con sus padres, César también estaba con su familia.
- Te vez muy apuesto, si me gustaran los hombres, me casaría contigo – le dice André a su amigo.
- Gracias, viniendo de ti, eso es un gran alago – le dice César, quien ríe por el comentario de su amigo.
- Te vez bien muchacho, espero que seas muy feliz – le dice Diego, mientras se acerca a él y le da un abrazo – aún recuerdo a aquel chico rebelde que me insultaba por querer ayudarlo, y ahora mírate, eres todo un hombre, y sé que serás un gran esposo, y cuando llegue el momento, un excelente padre.
- Gracias a los dos por estar para mí, no estaría hoy aquí sin ustedes – les dice César, quien también abraza a su amigo.
- No tienes que agradecer, todos ganamos cuando llegaste a nuestras vidas, yo gané un hermano, mi padre otro hijo y tú una familia – le dice André, cuando se separan.
- Bueno muchachos, basta de sentimentalismos, que el novio debe de llegar antes de la novia, esa es la tradición, y al menos yo no pienso romperla, así que andando los dos – les dice Diego a sus hijos, quienes salen a toda prisa rumbo a la iglesia.
César llega a la iglesia y se acomoda en su lugar, por su parte, Cyra impaciente por casarse con César, llega antes de la hora acordada, y si bien llego después que César, si lo hizo antes que gran parte de los invitados y de quien iba a celebrar la ceremonia, por lo que, a pesar de que la pareja ya estaba preparada, tuvieron que esperar a que llegara el sacerdote.
- Te dije que aún era temprano – le dijo su madre a su hija, quien para evitar que César la viera, estaba esperando fuera de la iglesia.
- Y tú que estabas preocupado porque llegáramos tarde – le dice César al señor Diego, a lo que el mayor solo sonríe.
Al fin, después de esperar, lo que pareció una eternidad para la pareja, la ceremonia dio inicio, y César sintió como si su corazón se detuviera al ver a Cyra caminar hacia el altar, hacia él.
- Te vez simplemente hermosa – le dice César, cuando Cyra llega a su lado.
- Tú también te vez muy apuesto – le dice Cyra, quien está encantada con lo apuesto que lucía su futuro esposo.
- No te diré que la cuides, porque eso es lo que has hecho desde el día que la conociste, así que solo puedo pedirles a ambos que sean felices – le dice Raúl a la pareja, cuando deja a su hija en el altar – eres un gran hombre César, no dejes que pierda esa buena imagen de ti.
- No lo haré señor.
Tras esas palabras, Raúl se acomodó a lado de su esposa, y la ceremonia dio inicio, durante esta, César y Cyra dividieron su atención entre las palabras del padre, y su pareja, ya que ninguno de los dos era capaza de apartar la mirada del otro, para Cyra y César, su pareja era lo más importante de toda la ceremonia y por ende quien merecía toda su atención.
- Los declaro marido y mujer, ya puede besar a la novia – termina el padre, y sin dudarlo César toma a Cyra por la cintura, mientras la joven le pasa los brazos alrededor del cuello y se unen en un beso lleno de amor.
Todos en el lugar felicitaron a los novios, y solo les deseaban lo mejor. Tras la ceremonia, todos se trasladaron al salón en donde se llevaría a cabo la fiesta, en donde Cyra y César fueron anunciados como una pareja casada.
- Ahora eres mi esposa, ya nunca podrás deshacerte de mí, mi reina – le dice César a Cyra, mientras le hace una reverencia perfecta.
- Y tú siempre serás mío, mi bufón – le dice Cyra, quien jala a César hacia sí misma, para poder besarlo – te amo César.
- Y yo a ti, Cyra.
La pareja se divirtió mucho durante la fiesta, en la cual bailaron, comieron y bebieron hasta el cansancio, pero todo debe de acabar y llegó el momento en que la pareja se despidiera para irse de luna de miel, y también para tener su tan ansiada noche de bodas.
Por petición de Cyra, la pareja decidió esperar para a tener relaciones sexuales hasta el día de la boda, ya que entregarse por primera vez a su esposo, era algo que la joven deseaba y César gustoso aceptó la propuesta.
- Esto solo me hará desear más el momento en que te llame mi esposa – le había dicho César en aquella ocasión.
La pareja se despidió de sus seres queridos y tras aventar el ramo, César y Cyra se dirigieron hasta el hotel en donde pasarían la noche.
- Prepárate esposa mía, porque esta noche no te dejaré dormir – le dice César a Cyra, mientras la levanta en brazos para cruzar la puerta.
- Eso estoy esperando, esposo mío – le contesta Cyra.
Esa noche la pareja se entregó a la pasión y al deseo sin inhibiciones de por medio, Cyra deseaba ser la mujer de César en todos los sentidos y César deseaba ser el hombre de Cyra para siempre, y este acto solo reforzaba eso.
César acarició todo el cuerpo de Cyra con mucho amor, transmitiéndole a Cyra cuánto la amaba con cada beso y con cada caricia. Cyra hizo lo mismo con su esposo, y si bien a la joven le dolió un poco por ser su primera vez, César supo hacerla sentir muy cómoda, logrado que ambos llegarán al clímax al mismo tiempo.
- Te amo Cyra
- Y yo te amo a ti César.
Así la pareja continuó demostrándose lo mucho que se amaban, y para cuando al fin se quedaron dormidos, el último pensamiento de Cyra fue hacia su hermana.
“Ember, ya no debes de preocuparte por mí, porque ya soy muy feliz”.