En un mundo donde la magia y la naturaleza están entrelazadas, Kael, un poderoso lobo beta, es desterrado de su manada por desafiar las reglas impuestas por su Alfa, Darian, un líder tirano que busca explotar a su gente. Mientras deambula por los bosques prohibidos, herido y solo, Kael encuentra a Selene, una bruja exiliada por su propio pueblo, temida por su inmenso poder.
Ambos, marginados y perseguidos, encuentran en el otro una razón para luchar y sobrevivir. A medida que su vínculo crece, una pasión ardiente nace entre ellos, desafiando las leyes de sus mundos. Pero el peligro los acecha: Darian ha hecho un pacto con fuerzas oscuras para mantener su dominio, y el consejo de hechiceros busca eliminar a Selene antes de que su poder se descontrole.
Juntos, Kael y Selene deben enfrentar enemigos implacables, descubrir los secretos de sus propias naturalezas y decidir si su amor es suficiente para desafiar el destino. En un juego de traición, magia y deseo, la batalla por la libertad.
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Capitulo 23
La noche había caído sobre el claro como un manto denso y azul. Las estrellas parpadeaban tímidas entre las copas de los árboles, mientras las llamas de las fogatas danzaban al ritmo de las conversaciones, risas apagadas y el crujir de la leña. El aroma a carne asada, hierbas y vino viejo llenaba el aire, mezclado con el incienso que algunas brujas quemaban alrededor de piedras de runas.
Kael y Selene se encontraban sentados junto al fuego principal, envueltos en mantas ásperas, pero cálidas, escuchando los relatos del líder de los exiliados, un lobo corpulento de mirada melancólica y nombre antiguo: Marek.
—Hace años —contaba Marek, mientras avivaba el fuego con una rama—, este bosque era un refugio. Antes de que lo maldijeran. Aquí nacieron pactos entre especies, entre sangre y magia… pero también traiciones.
Kael lo observaba con respeto. Marek tenía una presencia firme, incluso en su silencio. Lo recordaba vagamente de cuando era un cachorro en la manada… uno de los viejos guerreros que habían desaparecido tras el alzamiento de Darian.
Selene, por su parte, mantenía la mirada fija en las llamas, sus pensamientos aún desordenados. Sentía las emociones de los que los rodeaban como olas suaves: gratitud, esperanza, cansancio… pero también miedo.
De pronto, una figura se acercó al fuego. Era una mujer de cabellos rizados como raíces retorcidas, piel de cobre y ojos violeta. Sus ropajes eran una mezcla de telas oscuras y plumas, y un bastón de madera negra colgaba de su espalda. Marek la miró con reconocimiento.
—Yara… ¿Qué inquieta a la vieja lengua esta vez? —preguntó con una media sonrisa.
La bruja no sonrió. Se inclinó levemente hacia él.
—Los vientos trajeron algo esta noche, Marek. Y no hablo de los forasteros. —Su voz era baja, susurrante, como el viento entre las tumbas—. Las runas han hablado. Y el fuego también.
Kael entrecerró los ojos, atento. Selene sintió un leve cosquilleo en la nuca.
—¿Qué viste? —preguntó Marek, en tono más serio.
Yara extendió una mano con dedos delgados, marcados con anillos y símbolos grabados. De su palma emergió una débil llama, flotante, que adoptó la forma de un lobo envuelto en fuego, seguido por una figura femenina con una capa de cenizas.
—La profecía… —dijo, casi con reverencia—. La del lobo y la bruja de fuego.
El silencio se hizo espeso. Algunos se acercaron al fuego, otros contuvieron la respiración.
—Hace siglos —continuó Yara—, las ancianas hablaban de una unión imposible… entre un alfa nacido en guerra y una bruja marcada por la llama interior. Juntos, despertarían una fuerza dormida. Un poder que podría liberar… o destruir.
Marek frunció el ceño.
—¿Y qué tiene eso que ver con ellos? —preguntó con cautela, mirando a Selene y Kael.
Yara la señaló con el mentón.
—Ella arde. No en la piel, sino en el alma. Su fuego no es común, Marek. Lo vi en sus ojos… y en las sombras que la rodean. Y él… —miró a Kael—. Tiene el aura del Alfa verdadero, aquel que no necesita un trono para ser seguido.
—No soy un alfa, mis padres eran unos omegas.
—En eso estás equivocado, Kael. Tú eres el hijo del difunto alfa, Darian era el amigo de tu padre, quién lo mató para quedarse con tu poder. Él les hizo creer que el alfa nunca tuvo hijos, porque así se lo pidió él en vida. Lo que el alfa nunca imagino, era ser traicionado por su amigo.
La noticia cayó como una bomba en Kael, su lobo gruñó desde adentro con gran fuerza que sus ojos cambiaron de color, Selene sintió el dolor y la rabia en su interior.
—Kael...
—Tu lobo es llamado "blaze". eso significa que eres resplandor, fuego, la estrella que alumbra el camino de tu gente.
Kael no lo soporto más, frente a todos se transformó con gran velocidad sorprendiendo a todos. Selene se levantó sin poder creer lo que veía, ya no era un simple lobo. Frente a ella estaba un licántropo de casi tres metros.
—Kael... No vayas. —le suplico Selene.
Su corazón, su vínculo le decía que estaba a punto de ir por Darian. se matarlo con sus propias manos.
¿Un alfa verdadero? ¿Una bruja marcada?
Kael tenía una lucha interna, entre la rabia y deseo de venganza y el dolor de saber que la manada de su padre estaba sufriendo por la ambición de Darian.
La caricia de Selene logró que Kael volviera a la normalidad.
Selene, sin moverse del lado de Kael murmuró:
—¿Qué se supone que significa?
—Significa que hay quienes temen su unión —dijo Yara, seria—. Porque juntos… podrían cambiarlo todo.
Marek permaneció en silencio. Luego se puso de pie, caminó unos pasos lejos del fuego y miró al bosque como si hablara con fantasmas. Tras un largo rato, dijo en voz baja:
—Darian.
Yara asintió.
—Él lo ha sabido siempre. Por eso teme. Por eso se aferra al poder como un perro rabioso. Porque tú, Kael… podrías arrebatarle el dominio. No por fuerza. Por destino y derecho.
Selene se estremeció. Las palabras de la bruja encendieron algo dentro de ella. Una memoria antigua. Un susurro que aún no entendía del todo.
—¿Y qué se supone que debemos hacer con eso? —preguntó Kael, levantándose, su voz cargada de tensión.
Marek lo observó con gravedad.
—Lo que quieras. Pero sepas esto: los que estamos aquí… muchos fuimos traicionados, otros escapamos. Si lo que Yara dice es cierto… entonces tú podrías ser la chispa que inicie la rebelión que nos devuelva el honor. —Hizo una pausa, y añadió con un suspiro—. Pero no te pido que luches por nosotros. Solo… que no nos olvides.
Kael asintió con lentitud. No podía prometer nada. No aún. Pero una llama se encendía en su pecho, y no tenía intención de apagarla.
Selene se acercó a él, tomándolo de la mano.
—No es casualidad que estemos aquí, Kael —susurró—. No esta noche. No con ellos.
Él la miró, y vio en sus ojos el mismo fuego que Yara había descrito. Intenso. Vivo. Incontrolable.
Y no sintió miedo de arder con ella. Porque desde su interior, deseaba quemarse con ella.