Lo único que me sostenía vivo, era algo... no se explicar, pero sentía que no debía morir aún, aún no, debía esperar, así mis días fueran grises, estaba esperando algo, no sabía con certeza que, pero, tenía que hacerlo.
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Capítulo 23
Capítulo 23.
Pasaron los años y Akacia creció hermosa, su capullo floreció como una hermosa flor, muy inteligente, en todo lo que hacía, administraba las cuentas de la casa, y se ocupaba de otras más, Denis le compraba ropa de la mejor calidad, y tenía en su habitación todo lo que una mujer necesitaba y hasta más, Denis parecía un agricultor abonando su terreno para la siembra del futuro…
Cuando Akacia cumplió 18 años, Denis realizo una fiesta con tambores y platillos, invito a todo el mundo, en su organización, le compro trajes a todos sus discípulos, estaba loco de la felicidad y porque en el transcurso de todo este tiempo, mientras ella crecía, se le fue metiendo despacio en su pecho, enamorando de forma ciega y desenfrenada a ese loco corazón.
Llego el día de su celebración, y con orgullo presentó:
Démosle una calurosa bienvenida, a mi corazón, a la mujer que me hace feliz, a la que dedicare mi vida a amarla y respetarla, Akacia Mondragón.
** (Akacia Mondragón a sus 18 años).**
**Denis Santuario (Cobra Negra)\, 32 años. **
Akacia, detrás de esas puertas, acompañada de dos escoltas (asesinos de la organización), respiro agitada, ese día que le había dicho Denis había llegado, no tenía escapatoria, se esmeró lo que más pudo para serle útil a su patrón desde otra perspectiva, con la espera que en el futuro la dejara en paz, pero quizás todo había sido en vano, debía resignarse a su triste destino. Sabía que Denis la amaba con locura, pero Akacia solo lo veía como un tío o alguien parecido, si bien es cierto que el en todo este tiempo la respeto, nunca dejo de decirle que en un futuro seria su mujer, quizás tanta presión no dejo que ninguna semilla en su jardín fuera plantada, por lo tanto, no había nada, ni un sentimiento por él, solo agradecimiento.
La señora Norsia, ama de llaves de la mansión, la entendía, solo la abrazaba en silencio, no podía hacer más, por eso, de cierta forma, aunque se encontrara sola, la señora Norsia era un apoyo cálido para Akacia. En todo es tiempo fue como su segunda mama, la cuidaba en todo, con ella aprendió sobre la menstruación y todo lo relacionado con lo más íntimo de una mujer, ella era su saco de lágrimas, y su confidente, le habia cogido un cariño tan profundo, en sus brazos se sentía seguro, caso contrario al sr Denis, con solo verlo, le costaba hasta respirar el mismo aire juntos. Ella, se esmeraba mucho en pagarle todo lo que le daba con su dedicación y trabajo, pero amor…. El amor en ese corazón aún no había llegado y la verdad, ella sabía que nunca llegaría.
Akacia entro a paso lento a la sala, Denis la recibió, sus ojos brillaban de admiración por su mujer, enfrente de todos, le deseo mucha felicidad, y al terminar su discurso, se arrodillo, y con su mano estirada pronunció.
_ Akacia, mi amor, he esperado tantos años para este momento, y al fin estas listas, eres mi felicidad, en mi corazón no existe nadie más, ¿me harías el honor de ser mi esposa? – Akacia se quedó congelada unos segundos, veía para otro lado buscando quizás alguien que la salvara de ese oscuro monstruo, pero todos estaban perplejos a la espera de su respuesta.
Denis notando la demora, solo disimulo y sonriendo le dijo,
_ En tus manos esta la vida de la Sra Norsia corazón… Tus veras si quieres alagársela o que se extinga esta misma noche mi amor…. Tu respuesta. – Dijo con voz gruesa, enojado.
_ Si, acepto. Acepto ser tu esposa Denis….
¡Bravo! Todos al unísono comenzaron a chiflar y a aplaudir, adulando a su patrón, pronto habría boda, y se casaría con una hermosa mujer, que suerte tiene su jefe, gran joya se llevó.
La sra Norsia, escondida detrás de una viga, solo sollozaba en silencio, no había escapatoria, el destino estaba fijado, ni siquiera había esperanza de escapar, ya era muy vieja, y para irse necesitaban correr al menos 2 kilómetros, estaba segura de que a los cinco segundos ya no podría más, y retrasar a su señorita y ponerla en peligro, lo mejor era no intentarlo. Le había insistido a Akacia que se fuera sola, pero fue imposible, decía que sin ella no se iría…. ahhhhh que desolación…
A la semana, se casaron, Denis era el que rebozaba de felicidad, su primera noche de bodas, Akacia trataba de emborracharlo, no quería que se le acercara, pero como viejo zorro, sabía lo que su querida esposa estaba intentando, así que, se disculpó con todos y subió a la habitación con su joven amada.
La desvistió toda sin una pizca de delicadeza, para apresurar las cosas, le fue rompiendo todo, repartiendo besos por todo su cuerpo, Akacia trataba de no besarlo, pero Denis le cogía la cara fuerte y le metía su lengua por toda su boca, mientras le decía:
_Quiero que sepas, que entiendas que eres mía, ¿oíste?, todo tu cuerpo, tu alma, toda me pertenece, ¿entiendes? Le dejo chupones (morados) por toda su piel, Akacia solo lloraba en silencio, no quería despertar la bestia que había en él, sabia como se ponía cuando las cosas no salían como él quería, había sido testigo muchas veces, cuando se desquitaba con sus trabajadores, así que, por más que no quisiera, solo debía cooperar y enviar su mente a otra dimensión.
Mientras Akacia volaba en su imaginación, Denis la acariciaba, y cuando supuso que estaba lista, ingreso su miembro, no tan brusco, pero sin paciencia, Akacia solo ponía sus manos para quitarlo mientras se quejaba, pero Denis con eso se excitaba más, pensando que le gustaba lo que le estaba haciendo a su mujer, y como toro sin manila, fue dando rienda suelta a toda su pasión. Así duro más de una hora, donde le dio “placer” a su esposa, hasta que agotado se recostó, beso su frente, y con un “buenas noches princesa”, profundo quedó…
Akacia, espero unos minutos mientras su marido se dormía, cuando sintió su respiración pesada, supuso que ya era el momento, así que, al tratar de levantarse, un dolor indescifrable la dejo quieta por un instante, le dolía demasiado su parte baja, ese patán le hizo sin compasión.