En un mundo dominado por vampiros, Louise, el último omega humano, es capturado por el despiadado rey vampiro, Dorian Vespera. Lo que comienza como un juego de manipulación se convierte en una relación compleja y peligrosa, desafiando las reglas de un imperio donde los humanos son solo alimento. Mientras Louise lucha por encontrar a su hermana y ganar su lugar en la corte, su vínculo con Dorian pone en juego el equilibrio del reino, arrastrándolos a ambos hacia un destino oscuro y profundo, donde la lealtad y el deseo chocan.
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promesas y poder
El silencio en la sala apenas dejaba entrever lo que se avecinaba. Dorian, con su imponente figura y la seriedad que le daba su rol, caminó hacia Louise con una mirada llena de intenciones cálidas y de preocupación. Para Louise, la presencia de Dorian se había vuelto un conjunto de emociones desconcertantes: desde el temor inicial hasta una atracción que no lograba identificar del todo, ahora acompañado de un deseo cada vez más evidente de utilizar ese vínculo para sus propios fines.
El rey detuvo su andar y con un ligero movimiento de la mano, hizo que todos en la sala se retiraran. Era una petición privada, pero la formalidad del momento añadía un aire solemne. Louise, consciente de su lugar en el imperio, no podía descifrar por completo las intenciones de Dorian. Sin embargo, lo que vino después lo dejó sin palabras.
Dorian se arrodilló, manteniendo su porte y dignidad, pero dejando claro que se trataba de una petición más allá de cualquier relación de poder. “Louise,” dijo, con una voz baja y profunda. “Quiero que te unas a mí, no solo en el trono, sino en la vida misma. Quiero protegerte, elevar tu estatus y hacer que nadie jamás se atreva a dudar de ti o de tu valor en este imperio.”
Para Louise, esta oferta era inesperada, pero también era una oportunidad. La perspectiva de convertirse en el consorte de Dorian significaba más que solo un título. Pensó en su hermana, en el rescate que aún ansiaba y en la libertad que creía encontrar en ese compromiso. ¿Acaso este matrimonio podría darle el acceso y el poder que necesitaba para hacer realidad sus objetivos?
Mientras su mente procesaba la propuesta, los ojos de Dorian no se apartaban de él, escrutando cada uno de sus gestos. Louise no podía evitar sentirse atrapado entre las intenciones de Dorian y las propias, pero al fin asintió, disimulando las razones que se escondían detrás de su aceptación. Dorian, satisfecho con la respuesta, sonrió con una dulzura que en otro tiempo habría parecido desconocida en alguien de su naturaleza.
Dorian, al levantar la mano de Louise y besarla, murmuró en un tono casi inaudible: “Mientras estés conmigo, serás intocable.” Aunque sus palabras parecían amorosas, Louise sintió la seriedad en ellas, un reflejo de la posesividad con la que Dorian estaba dispuesto a proteger lo que ahora consideraba suyo. Ese sentimiento de ser custodiado, de estar bajo el control del rey, lo llenaba de seguridad, pero también de incertidumbre.
Mientras ambos permanecían en esa habitación, el recuerdo de esa promesa resonaba en la mente de Louise. Dorian lo observaba con sus ojos llenos de deseo y devoción, mientras que Louise comenzaba a entender la magnitud del paso que estaba dando. En su mente, la imagen de su hermana se hacía cada vez más clara; ella seguía allí afuera, necesitada y Louise aún tenía una misión que cumplir. ¿Hasta dónde podría usar la situación sin que Dorian descubriera sus verdaderas intenciones?
Dorian organizó una pequeña reunión esa misma noche, un evento que, aunque breve y discreto, anunciaría la decisión del rey de tomar a Louise como su prometido. Fue una ceremonia simple pero de una elegancia abrumadora, donde las miradas de los nobles y generales presentes no dejaban de fijarse en Louise, tratando de comprender el motivo de la elección del rey. La noticia se esparció rápidamente y mientras Dorian caminaba junto a Louise, manteniendo su mano firme, se aseguraba de mostrarle al imperio que Louise era ahora alguien a quien respetar y, aún más, a quien temer ofender.
Después de esa noche, el ambiente en el imperio empezó a cambiar. Louise sentía las miradas de respeto mezcladas con recelo en cada pasillo por el que transitaba. Sin embargo, esa sensación de poderlo acercaba a sus objetivos, permitiéndole entrar en conversaciones y eventos de los que antes habría estado excluido. Dorian, quien había estado observándolo en cada uno de estos encuentros, comenzaba a mostrarle más confianza en asuntos políticos y estratégicos. Louise, aún cuidando cada palabra y movimiento, encontraba en cada momento una oportunidad para avanzar en sus planes.
Con el paso de los días, las enseñanzas de Dorian sobre el imperio se volvieron constantes. Ahora que era su prometido, Louise tenía el deber de conocer la historia, la estructura y los desafíos que enfrentaba la nación vampírica. Dorian, aunque posesivo, parecía más vulnerable en ciertos momentos, permitiendo a Louise vislumbrar algunas de sus preocupaciones y temores. Louise escuchaba con atención, no solo por lo que pudiera aprender, sino también para evaluar cualquier posibilidad y no ser descubierto.
En un encuentro en el despacho real, Dorian, sin perder su porte, tomó la mano de Louise con firmeza, pero también con una intensidad que dejaba ver su preocupación. “Louise, sé que el imperio está en peligro. Aun con Magnus fuera de juego, nuevas amenazas surgen desde dentro y fuera de nuestras fronteras. Necesito saber que estás a salvo, este matrimonio nos unirá más, dándote el lugar que mereces.”
Louise asentía, mientras una pequeña parte de él encontraba en esas palabras un sin fin de oportunidades hacia nuevos rumbos y sus propios objetivos. No podía permitirse el lujo de perder esta oportunidad y mientras escuchaba a Dorian hablar sobre los desafíos del imperio, su determinación se hacía más fuerte.
Dorian, confiado en que había logrado transmitir su deseo de protección, se permitía bajar la guardia en ciertos momentos, revelando un lado humano que Louise no había conocido. Louise notaba esta dualidad en el rey: la fortaleza de un líder y la vulnerabilidad de alguien que había encontrado en él una fuente de consuelo y cercanía. Sin embargo, aunque su corazón empezaba a jugarle malas pasadas, sabía que debía mantenerse firme.
Las noches que siguieron a la promesa de matrimonio fueron diferentes. El silencio en los pasillos y los murmullos en los rincones del palacio mostraban que la relación de ambos no era solo una cuestión política; empezaba a ser el centro de atención de aquellos que veían en Louise una figura de cambio y de quienes temían la influencia que ahora poseía.
Con el compromiso oficializado, el imperio comenzaba a girar alrededor de esa unión. Mientras Dorian planeaba la siguiente estrategia para enfrentarse a las amenazas externas, Louise seguía buscando cualquier información que le permitiera acercarse a su hermana. La unión con Dorian, aunque llena de intenciones secretas, lo estaba llevando cada vez más cerca de su objetivo.