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LA HISTORIA DE UNA ESCLAVA

LA HISTORIA DE UNA ESCLAVA

Status: En proceso
Genre:Novia sustituta / Matrimonio arreglado / Romance entre patrón y sirvienta / Esclava / Sirvienta / Amor-odio / Venganza de la protagonista
Popularitas:29.1k
Nilai: 4.7
nombre de autor: KLRESPLANDOR

Nica es el fruto de un rico hacendado, dueño de muchas tierras productoras de caña y algodón, y de un amorío con una de sus esclavas.

Y aunque su padre prometió protegerla, no vivió mucho para cumplir su promesa.

Apenas su padre murió, su tío y sus primos se encargaron de hacerle la vida un infierno. Le recalcaba a cada momento que ella solo era una sucia esclava con sangre impura corriendo por sus venas.

Y qué por lo tanto, su vida no valía nada.

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Corrientes Agitadas.

Antonio se sintió en el propio paraíso cuando Nica le correspondió el beso, pues esperaba ser rechazado de inmediato, o capaz y terminaba siendo ahogado en el mar.

A decir verdad, las palabras de la gitana no dejaban de rondar por su mente con respecto al mensaje que interpretó en las cartas. Antonio las conocía ligeramente, se consideraba culpable de ello, más no esperó tales pronósticos.

—El Sol. —Reveló la gitana la primera carta.

Antonio sonrió dichoso, el sol era una de las mejores cartas que te podían salir. Después de todo, ella anunciaba el éxito y la felicidad, cosas que cualquier persona desea tener en la vida.

—Sabes que es bueno. —Comentó la gitana, al notar su expresión contenta. —A pesar de los desafíos, encontrarás alegría y satisfacción en la relación que mantienes con tu amada.

Antonio se devastó un poco con lo último que dijo. No le había dicho a la gitana que estaba comprometido, aunque no le sorprendía que lo supiera, algunas podían ser casi pitonisas. Lo que verdaderamente lo devastó, de cierta manera, fue en no haber pensado tener un futuro prometedor con Lilianne.

—¿Ahora eso te desilusiona, joven?

—No, para nada. —Evadió él. —Supongo que es bueno, no es lo que todos esperan en un matrimonio por conveniencia, después de todo...

—Oh. —Expresó la gitana. —En ese caso, veamos la segunda carta.

La mujer giró la carta del medio, y todo el buen augurio de Antonio decayó al ver la carta de la torre con rayos encima.

—La Torre invertida. —Aclaró la gitana. —No es tan catastrófico, tendrás una sacudida drástica en la vida, tal vez sea por un evento que logre cambiar el estilo de vida, la revelación de un secreto, o algo más...

La mujer dijo lo último en un tono insinuador, y a Antonio se le cruzó una posibilidad. Si su vida tendría un giro inesperado, como por ejemplo, descubrir que Lilianne se compartía cartas con otro hombre, podría ser la clave para no estar con ella.

—El Ermitaño. —Se reveló la última carta. —Vivirás un periodo de soledad, tus días de tranquilidad se terminarán y cargarás en tus hombros una gran responsabilidad. Pero... tal vez puedas evitarlo, si actúas prudentemente.

Antonio se quedó pensativo ante ese mensaje similar a una advertencia de guerra. Era imposible pensar en la soledad cuando tenía a sus tres hermanos y a sus dos padres todo el día en casa. A pesar de los problemas, Antonio no podía imaginar una vida sin ellos.

—Espero que estos mensajes lo motiven a dar el primer paso. —Habló la gitana mientras señalaba al cielo con sus movimientos místicos. —La luna nueva, manifiesta los nuevos comienzos, y tal vez ese amor que triunfe no sea la mujer que tengas en mente, sino alguien más...

Esas palabras fueron suficientes para que Nica se atravesara en sus pensamientos.

Su mente comenzó a debatir... ¿De verdad le gustaba la esclava de su prometida?

Antonio intentó deshacerse de esa idea, pues si algo se había prometido desde niño era no ser igual a su padre, quien solía engañar a su madre con las propias esclavas de la hacienda. Él veía ese acto demasiado repulsivo, además de presenciar el dolor de su madre, no podía entender como su padre prefería a una india antes que a una europea de buena etiqueta.

Pero ahora mismo, sumergido en las nocturnas aguas de la bahía, debía admitir que había traicionado sus principios. Antonio no quería desprestigiar a Lilianne, si, era una dama muy hermosa y aparentaba ser la esposa ideal.

No obstante, Lilianne solo era eso: apariencia.

En cambio, Nica era el corazón de un cuerpo, la tierra de la que se sostenía un árbol, el viento de los pájaros, el mar de los barcos, el caballo que movía las carretas, la sazón de la carne...

¿De qué servía una mujer bonita cuando no tenía cerebro?

Antonio no sabía cómo explicarlo, pero en términos directo no era presa de un cuerpo voluptuoso o un cabello sedoso, sino que por primera vez el carácter de una chica consiguió alimentar su fuego.

O pensaba que era carácter hasta que besó sus dulces labios, y en ese momento comenzó a desear todo de ella. Antonio disfrutaba de acariciar su piel y por ello la acercaba lo más posible sin romper el beso.

No lo había notado, quizás por la ropa holgada de la castaña o por su nulo interés, pero sintió el tamaño prominente de sus pechos al sentirlos chocar con su cuerpo. La ropa mojada definía sus curvas y el no pudo controlar sus manos, las cuales pasaron del rostro de Nica a sus hombros, clavícula, cintura...

Cuando las manos de Antonio se atrevieron a acariciar las piernas de la esclava, y estás subieron en busca de una parte en específico... El momento se quebró.

—N-No... —Nica se apartó al instante. —Su-Suélteme.

Antonio reaccionó confundido, de repente Nica reflejó asco y desprecio e intentó separarse de él.

—Nica...

—¿Qué hace? ¡Suélteme! —Gritó.

Nica lo empujó repetidas veces hasta conseguir que Antonio la soltara. Él no entendía porque ella actuaba de esa forma. Nica le dió la espalda, por lo que no pudo ver su rostro aterrado y lleno de arrepentimiento.

—Van a matarme. —Murmuró Nica. —Van a matarme, van a matarme...

Las lágrimas empezaron a salir de sus ojos al imaginar el sonido del látigo contra su piel, quemando y dejando un rastro de insoportable dolor mientras su tío le gritaba maldiciones.

—Nica. —Antonio la llamó, preocupado. —Nica, mírame.

Había besado al prometido de su prima, pecó gravemente y Dios nunca le iba a perdonar haber cometido tal traición. Ella era una puta, una cualquiera que se dejó llevar por la tentación.

—Te amo, Nica.

De repente sus pensamientos intrusivos se fueron de golpe, y aunque su mente todavía no podía asimilar correctamente aquellas palabras, Nica se rindió ante una incrédula negación.

—N-No... No diga tonterías.

—No son tonterías, yo te amo Nica...

—¡¿Qué sabe usted de amor?! —Exclamó la castaña viéndolo a la cara. —¡Usted simplemente es un niño mimado, egoísta y cruel que toda la vida obtuvo lo que quiso! ¡No sabe nada de amor!

—Si soy todas esas cosas para ti... ¿Entonces por qué correspondiste el beso?

Nica no supo contestar, se le formó un nudo en la garganta que no la dejó hablar. Pero así pudiera, por su mente no pasaba una respuesta convincente. Solo pensaba en lo estúpida que era, y que jamás se perdonaría a si misma haber traicionado a su prima de una manera tan vil.

—U-Usted se casará con Lilianne... —Dijo la castaña, cabizbaja.

—¿Sientes lo mismo que yo, verdad Nica? —Insistió Antonio. —No mientas.

—¡Lo que yo sienta no importa! —Afirmó al borde del llanto. —Soy una esclava, mi opinión vale una mierda. Entienda que usted se casará con Lilianne, y más le vale que deje de sobrepasarse conmigo o si no...

—¿O si no qué? —Cuestionó el joven al sentirse retado.

—No me volverá a ver nunca más.

El tono de esa amenaza fue bastante sombrío. Antonio comenzó a reír sin tomarla en serio, no obstante, al no ver ningún cambio en la expresión decidida de la chica no pudo dejarlo pasar.

—No eres capaz. —Dijo Antonio, serio.

—¿Y si no quiero qué? —Cuestionó Nica, a la defensiva. —¿Me golpeará, me azotará? ¿O me violará si no le obedezco?

—Yo jamás te haría daño. —Antonio se reflejó horrorizado por todas esas suposiciones.

—Lo está haciendo ahora mismo. —Nica volvió a darle la espalda, pero está vez con el objetivo de salir del mar y alejarse lo más pronto posible. —Solo déjeme en paz, olvide que existo... Por favor.

A toda prisa Nica se marchó, ignorando los gritos de Antonio llamándola y pidiendo que regresara. Más no lo iba a hacer, estaba segura de que si lo hacia volvería a caer en la tentación, y eso solo haría que se sintiera más culpable.

Con su ropa mojada de agua salada y la arena impregnada en sus pies, Nica se dirigió nuevamente a la fiesta de San Juan organizada por los esclavos. Los tambores seguían sonando fervorosamente y mientras que algunas personas empezaron a saltar sobre las hogueras en busca de la suerte y la protección ancestral.

Intentó distraerse con aquella celebración, pero se le hizo demasiado difícil no pensar en Antonio. Podía jurar, que aún sentía sus labios sobre los de ella en una sensación similar a un cosquilleo.

Sin embargo, esa noche apenas y estaba comenzando para lo que se tenía planeado.

Lejos de las inmediaciones que se llevaban a cabo en la costa cercana al morro, un joven a caballo se encaminaba a su hogar a altas horas de la noche. A diferencia de su hermano mayor, Julián no pudo escaparse con anterioridad de la fiesta.

Por fortuna, encontró el momento indicado cuando su padre, al límite de la borrachera, quedó prendado con una de las prostitutas que le ofreció el señor Angeli. A decir verdad, solo su padre y unos cuantos señores borrachos se quedaron en la fiesta, mientras que las damas se fueron al interior de la casa a conversar en espera de sus esposos.

A mitad del camino, el caballo de Julián se detuvo repentinamente y empezó a desesperarse. Él trató de mantener la calma, recordando las palabras de Antonio, intentó poner al caballo en movimiento, pero al no conseguirlo se recalcaba el porqué odiaba montar.

—¿Qué pasa? —Julián movió sus piernas repetidas veces. —¡Avanza ya!

—Bueno, bueno... ¿A dónde tan tarde, jovencito?

Del espeso monte que rodeaba el camino, un grupo de forajidos rodeó al joven. En ese instante, entendió la razón por la que el caballo tenía miedo, y es que a simple vista esos hombres no traían mas que desgracias encima.

—No les incumbe, quítense de mi camino. —Exigió Julián.

La poca fuerza de voluntad que tomó Julián para defenderse, desapareció cuando uno de los delincuentes sacó un arma de fuego y lo apuntó de manera meticulosa.

—Bájese del caballo, o lo bajaré yo de un tiro. —Amenazó el hombre armado.

—E-Esto es un error... —Titubeó Julián, atemorizado. —¿Acaso saben quién soy? ¡No puedes apuntarme así!

—Claro que sabemos quién eres. —Rió el delincuente. —Por esa razón lo hacemos.

El hombre perdió la paciencia y lanzó un disparo al aire, lo que fue suficiente para que el caballo se exaltara del susto y levantándose en dos patas tiró a su jinete al suelo para después salir corriendo.

—Agárrenlo.

—¡N-No! —Julián se arrastró en la tierra, pero no pudo escapar de los forajidos que no dudaron en propiciarle algunos golpes con tal de tranquilizarlo. —¡Suéltenme, suéltenme!

—Cúbranle la cabeza, llevemoslo a la guarida. —Ordenó el delincuente armado. No obstante, después de pensarlo decidió retractarse. —O no, mejor no... Quiero que vea con sus propios ojos lo que estamos a punto de hacer.

Minutos después de haber ocurrido ese acontecimiento, el cielo nocturno comenzó a teñirse de un resplandor naranja, el cual nacía de las llamas que devoraban las cosechas y las labranzas de la hacienda Las Garzas.

Nica pudo verlo desde la playa, eso reflejaba la magnitud del incendio. Así como ella, varias personas se quedaron anonadadas mirando el humo que ocultaba el cielo.

—Es ahora... —Dijo uno de los indios. —¡Es ahora muchachos!

Todos reaccionaron de manera acelerada y rápidamente guardaron sus cosas. Nica no entendía lo que ocurría, por lo que su primer instinto fue buscar a Marú y preguntarle que pasaba.

—Los Dioses nos han escuchado, hermanos. —Pronunció el chamán que la vió, alabando el fuego que se alzaba al cielo. —Han trazado un camino para escapar de la tortura y el sufrimiento.

—¡Marú! —Nica lo llamó al encontrarlo, aunque él parecía estar más perdido que ella. —¿Qué está pasando?

—No lo sé, estoy buscando a Urima...

—¡Marú, apúrate! —La susodicha apareció entre jadeos y trotes. —Está es la señal de la que te hablé.

—¿Señal?

—Están quemando la hacienda de los Hurtado. —Informó la india, apresurada. —¡Hay que aprovechar la distracción, irnos en este momento!

—¿A dónde? —Dudó Nica, sin recibir respuesta.

Si algo le había dejado en claro su tío Héctor, a ella y a todos los esclavos de su hacienda, era que si escapaban, podrían ser regresados a sus amos y recibir un castigo. O en caso contrario, eran capturados para servirle a otro amo mucho peor.

—Vámonos Nica, esta puede ser nuestra oportunidad. —La convidó Marú, ansioso.

Esa incerteza de lo que sería su vida después de escapar, además de sentir un deja vu de aquella noche en la que Lilianne se fue, la hizo cuestionarse de si era una buena decisión.

Claro que quería ser libre, ¿Quién no lo quisiera?

Pero al menos aquellos indios que actualmente se hallaban corriendo como si sus vidas dependieran de ello, tenían más razón para escapar. Ellos todavía conservaban un hogar, una familia allá afuera a la que esperaban encontrar.

Ella solo tenía a su prima... Y no quería dejarla sola, no por los momentos. No hasta ver qué ya no la necesitaba en su vida.

—Vete tú, Marú. —Dijo la castaña. —Tú necesitas ser libre más que yo.

—Pero Nica...

—No temas, Marú. —Insistió Nica, decidida. — Estaré bien. Ahora no es mi momento, pero tú si tienes una familia que te espera.

El indio no supo que decir, pues dentro de su corazón quiso seguir insistiendole a su amiga que se fueran juntos. Simplemente se dieron un fuerte abrazo, debido a la prisa que ejerció Urima no duraron mucho, pero de ser por ellos habría durado más.

—Adiós, Merú. —Murmuró la castaña, aguantando las lágrimas.

—Nawë... —Se despidió el indio en su idioma natal. —Nika apetöy.

Nica no entendió ni una sola palabra, aunque eso no significaba que las olvidaría. Así, lo vió desaparecer en el monte junto a Urima y un grupo de esclavos. Sin duda iba a llorar por su ausencia, su primer y único amigo en la Hacienda Las Garzas no estaría.

Bueno, si es que quedaba hacienda.

Ella recapacitó de inmediato, y no le pasó otra idea por la mente que avisarle a Antonio. Por mucho que le disgustara, no quería hablarle y menos dirigirle la mirada. Sin embargo, este era un asunto de vida o muerte.

Nica corrió hacia Relámpago, el caballo de Antonio, que se encontraba atado a un poste de madera y al soltarlo lo arrastró hacia la orilla de la playa, donde llegó a divisar la silueta del joven sentado en la arena.

—¡Antonio! —El joven se sobresaltó con su llamado. Su rostro se ilusionó al verla, pero esa ilusión se esfumó en un instante. —¡La hacienda, está en llamas!

1
Melisuga
¡Qué susto! Al menos su accidente y posterior cuadriplejia fueron solo una pesadilla. Ay que la realidad de la hacienda destrozada es fatal.
Melisuga
¡Qué terrible!
😮😮😮
Melisuga
Sabía que Antonio se iba a enamorar de Nica.
Melisuga
Me encanta el tamarindo.
Melisuga
*ascendencia, sus ancestros, sus padres.
(descendencia serían sus hijos)
Melisuga
Ni porque salvó a Merú la ve con mejores ojos. Esta Urima sí que es mala persona.
Melisuga
Liliane está teniendo un amorío con Angeli. Y me parece que la Gretel se comió la torta antes de la boda y está de encargo. Ojalá sea de Aquiles y no de quién sabe quien...
Melisuga
*esclava
Melisuga
¡Qué triste la historia de Merú!
Melisuga
¿Julián, el hermano de Antonio?
Melisuga
¿Alguien viola a Marú?
¡Qué horror!
Supongo que Urima quiere que Nica lo sepa para que lo proteja y ayude. Se me hace que es el Sr. Armando, tiene pinta de explotador y depravado.
Melisuga
¿Será que Nica logra un cambio real en Antonio pero a costa de que él se enamore de ella?
Melisuga
¿Los Montalván o los Hurtado?
Melisuga
¡Como el aguacate! Ni fruta ni vianda.
Melisuga
Y le va a costar caro.
Melisuga
*ceda, permita
(seda, adormece)
Lucy Cortes
una muy buena novela enseñanza gracias por aportar y recordarnos nuestros antes pasados
Ana Milena Restrepo Asprilla
nica
Ana Milena Restrepo Asprilla
es una belleza historia
Melisuga
¿Olivia o Gretel?
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