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De La Luz A La Oscuridad

De La Luz A La Oscuridad

Status: Terminada
Genre:Romance / Completas / Intrigante / Maltrato Emocional / Dominación
Popularitas:2.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Daniel__CL

Es un libro sobre un romance entre dos jovenes universitarios, Nyx Frost y Jasper Brooks. Nyx es fría y distante, mientras que Jasper es cariñoso y comprensivo. La historia se centra en cómo Jasper se involucra en el oscuro mundo de Nyx, afectando su relación con sus seres queridos y explorando temas de manipulación y relaciones tóxicas.

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Capitulo 21: El Silencio de la Nieve

El sonido de la puerta cerrándose tras de mí resonó en la habitación, y con él, el peso de lo que estaba a punto de hacer cayó sobre mis hombros como una losa. La habitación era pequeña, apenas iluminada por una tenue luz amarillenta que proyectaba sombras grotescas en las paredes mohosas. Ahí estaba Marcus, colgado de las cadenas, observándome con una mezcla de rabia y desprecio.

Sentí el cuchillo en mi mano, frío y pesado, como si cada gramo de ese metal estuviera cargado con la decisión que debía tomar. Me acerqué lentamente, intentando que mis pasos no traicionaran la duda que comenzaba a invadirme. Marcus, a pesar de las ataduras que lo mantenían inmovilizado, mantenía la cabeza en alto, con una arrogancia que solo alguien como él podía tener.

—¿Sabes por qué estoy aquí? —mi voz salió más débil de lo que pretendía.

Marcus sonrió, esa sonrisa torcida que tantas veces había visto, esa que escondía la crueldad que lo definía.

—¿De verdad crees que puedes hacer esto? —su voz era un susurro venenoso. —Eres un simple peón en el juego de esa bruja, y ni siquiera tienes el valor para hacer lo que ella te pide.

Mi mano tembló al aferrarme al cuchillo. Las palabras de Marcus penetraron en mi mente, despertando las dudas que había tratado de reprimir desde el principio. ¿Realmente tenía el valor para esto? ¿Para acabar con la vida de un hombre, aunque fuera alguien como Marcus?

—Jasper, no te detengas —la voz de Nyx, suave pero firme, se escuchó detrás de mí. No me había dado cuenta de que estaba tan cerca. —Él no merece tu compasión. Recuerda todo lo que me hizo. No dudes ahora.

Giré la cabeza ligeramente para verla. Estaba ahí, en la penumbra, su figura envuelta en sombras. Sus ojos se encontraron con los míos, pero había algo en su mirada, una chispa que exigía acción, que me instaba a continuar.

—Hazlo, Jasper —insistió, su voz se volvió más intensa. —No pienses, solo actúa. Él no merece vivir un segundo más.

Respiré hondo, intentando calmar el temblor en mis manos. Me acerqué a Marcus, el cuchillo brillando tenuemente bajo la luz. Mis pensamientos eran un caos, un torbellino de dudas y emociones encontradas. Recordé las promesas que le hice a Nyx, las promesas que me hice a mí mismo.

—Hazlo ahora —Nyx ordenó, con su tono casi cortante. —Presiona el cuchillo contra su piel. Hazle sentir el dolor que él nos causó. No lo pienses más.

Tragué saliva, mi corazón estaba latiendo con fuerza en mi pecho. Levanté el cuchillo y lo acerqué a la pierna de Marcus. Por un instante, mis manos se congelaron, incapaces de moverse.

—No tengas miedo, Jasper —Nyx susurró cerca de mi oído —Estoy aquí contigo. Juntos podemos hacer esto.

Sus palabras me dieron un impulso, una fuerza que no sabía que tenía. Apreté el cuchillo con más firmeza y lo hundí en la pierna de Marcus. La carne cedió bajo la presión de la hoja, y un grito desgarrador escapó de su boca. Sentí una mezcla de repulsión y alivio al mismo tiempo, como si ese acto brutal fuera una liberación.

—Bien, sigue así —Nyx me animó, con una oscura satisfacción en su voz. —No te detengas ahora. Hazlo sufrir, Jasper. Hazle pagar por todo.

Después de un tiempo cuando finalmente Marcus estaba apenas conciente, Nyx se acercó más a él, su figura imponente y su voz tan fría como la nieve afuera.

—Este es el final que te mereces, Marcus. —Le susurro al oído, con una satisfacción cruel. —Y lo mejor de todo es que nadie lamentará tu perdida.

Me entrego una cuerda, y por un momento, mis manos volvieron a dudar. Pero antes de que la invertido me paralizará por completo, Nyx hablo.

—Hazlo, Jasper. Acaba con el. Haz que sea definitivo.

No necesite más palabras. Coloque la cuerda alrededor de su cuello y tense el nudo. Marcus intento resistirse, pero su cuerpo estaba demasiado débil para ofrecer una verdadera lucha. La cuerda se apretó, y pude sentir su vida desvanecerse bajo mis manos, hasta que finalmente quedó inmóvil.

Solté la cuerda, dejando que su cuerpo inerte cayera al suelo. Una mezcla de alivio y vacío me invadió, y mire mis manos manchadas de sangre sin saber cómo sentirme realmente.

—Tenemos que deshacernos del cuerpo —dijo Nyx, rompiendo el silencio que había caído sobre la habitación.

—Afuera hay suficiente nieve, nadie lo encontrará hasta después de un tiempo.

Asentí, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a desvanecerse, dejando tras de sí un cansancio abrumador. Juntos, arrastramos el cuerpo de Marcus hacia el exterior, la fría noche navideña envolviéndonos. La nieve bajo nuestros pies crujía, y el aire helado parecía morderme la piel.

Nos dirigimos al bosque cercano, donde comenzamos a cavar una tumba improvisada en la nieve. El frío era implacable, pero no dije nada. Estaba demasiado absorto en lo que acababa de hacer. Nyx tomó una pala que habíamos dejado preparada, y me entregó otra. La nieve era densa y difícil de mover, pero trabajamos en silencio, la oscuridad y la frialdad de la noche envolviéndonos.

Cada golpe de la pala contra la nieve era pesado, cargado con el peso de la realidad que estaba viviendo. La tierra bajo la nieve estaba congelada, haciendo que cada palada fuera un esfuerzo mayor, pero no había vuelta atrás. Cada movimiento era una lucha contra el terreno y contra mi propia mente, que intentaba comprender la magnitud de lo que estaba haciendo. La respiración se volvía cada vez más pesada, mezclada con el vapor que se formaba en el aire por el frío. Los copos de nieve caían suavemente, cubriendo todo a nuestro alrededor en un manto blanco, mientras Nyx y yo trabajábamos, palada tras palada, sin detenernos.

Después de lo que parecieron horas, finalmente habíamos cavado lo suficiente. El agujero era lo bastante profundo como para que el cuerpo de Marcus no fuera descubierto fácilmente. Juntos, arrastramos su cuerpo hasta el borde y lo empujamos dentro de la tumba. Sus extremidades caían de forma antinatural, como si toda la arrogancia que había tenido en vida se hubiera desvanecido por completo.

Observé en silencio cómo Nyx comenzó a cubrir el cuerpo con la nieve. Cada palada era meticulosa, como si estuviera asegurándose de que no quedara ni rastro de lo que habíamos hecho. Me uní a ella, llenando la tumba con la nieve y la tierra congelada, hasta que todo lo que quedaba era una superficie lisa y blanca, como si Marcus nunca hubiera existido.

Cuando terminamos, el silencio del bosque se volvió ensordecedor. Nyx se sacudió la nieve de las manos y me miro con una expresión que no pude decifrar del todo.

—Se está haciendo tarde. —dije de repente, dándome cuenta de la hora.

—Tengo que ir a ver a mis padres.

Nyx me miro, sus ojos como dos pozos oscuros que intentaban leer mis pensamientos.

—¿Estás seguro que quieres verlos ahora? —pregunto, su voz suave pero llena de insinuación. —Después de esto no creo que te reconozcan.

Sonreí, una sonrisa que no llego a mis ojos.

—Es Navidad Nyx, aunque sea por una vez quiero fingir que todo es normal, que no acabo de enterrar a un hombre en la nieve.

Nyx asintió, aunque su mirada seguía siendo fría, como si intentara comprender esa necesidad mía de aferrarme a algo, a un destello de normalidad en medio del caos que habíamos desatado.

—Como quieras —respondió finalmente, su tono desapasionado. —Pero asegúrate de limpiarte bien. No querrás que te vean cubierto de sangre.

Asentí, sabiendo que tenía razón. Dejamos el bosque en silencio, con solo el crujido de la nieve bajo nuestros pies rompiendo el aire gélido. Cada paso hacia el coche era un recordatorio de lo que habíamos hecho, de lo irreversible de nuestras acciones.

Una vez en el coche, me di cuenta de lo incómodo que me sentía. La sangre en mi ropa, la sensación pegajosa en mi piel, todo era demasiado. Necesitaba deshacerme de esa evidencia, no solo por miedo a ser descubierto, sino por la necesidad urgente de quitarme de encima el peso de lo que acababa de hacer.

—Te dejo en tu departamento —dijo Nyx, mientras ponía en marcha el coche. —No podemos correr el riesgo de que alguien te vea así.

El trayecto fue corto, pero el silencio entre nosotros lo hizo parecer eterno. Al llegar a mi edificio, Nyx me lanzó una última mirada antes de que saliera del coche.

—Recuerda lo que hicimos, Jasper —dijo en voz baja, pero con una intensidad que me hizo estremecerme —No hay vuelta atrás. Y ahora, más que nunca, estamos juntos en esto.

Asentí, incapaz de decir nada. Salí del coche y me dirigí rápidamente a mi departamento. La llave temblaba en mi mano mientras la insertaba en la cerradura, y al abrir la puerta, el calor interior me golpeó de golpe, recordándome lo helado que estaba el exterior.

Cerré la puerta tras de mí y fui directamente al baño. Me quité la ropa manchada de sangre con rapidez, arrojándola al suelo como si quemara. Encendí la ducha y dejé que el agua caliente comenzara a correr. El vapor llenó el baño en cuestión de segundos, pero no me calmó. Me metí bajo el chorro de agua, y el calor hizo que la sangre comenzara a mezclarse con el agua, formando remolinos rojos que desaparecían por el desagüe.

Me froté con fuerza, tratando de quitarme cada mancha, cada rastro de lo que había hecho. Pero no importaba cuánto lo intentara, la sensación de culpa y de algo sucio seguía allí, incrustada en mi piel.

Apoyé las manos contra las frías baldosas de la ducha y dejé que el agua cayera sobre mí, sintiendo cómo el peso de la noche se acumulaba sobre mis hombros. La imagen del cuerpo de Marcus enterrado bajo la nieve me atormentaba, mezclándose con las palabras de Nyx, recordándome que ya no había vuelta atrás.

Finalmente, cerré el grifo y me quedé en silencio, escuchando solo el goteo del agua que caía desde mi cabello al suelo. Salí de la ducha y me sequé rápidamente, aunque la sensación de suciedad aún persistía, escondida en algún lugar profundo de mi mente.

Me vestí con ropa limpia y arrojé la ropa manchada en una bolsa, planeando deshacerme de ella más tarde. Con la mente aún embotada, me miré en el espejo del baño. Los ojos que me devolvieron la mirada eran diferentes, más oscuros, más fríos. Como si un pedazo de mi alma se hubiera quedado en ese bosque, enterrado junto a Marcus.

Suspiré y aparté la mirada. No tenía tiempo para seguir pensando en eso. Tenía que ir a casa de mis padres y fingir que todo estaba bien, que todo era normal.

Antes de salir del departamento, me aseguré de que no quedara ningún rastro de sangre, ningún indicio de lo que había pasado esa noche. Cerré la puerta tras de mí y me dirigí a casa de mis padres, preparándome mentalmente para enfrentar el resto de la noche, sabiendo que la verdadera batalla ya había sido librada.

Pero mientras caminaba por las calles vacías y frías, una parte de mí sabía que la oscuridad que había tocado esa noche no se desvanecería tan fácilmente.

Cuando llegué a casa de mis padres, la puerta se abrió casi al instante, como si me hubieran estado esperando. Mi madre apareció en el umbral, sus ojos se agrandaron al verme. Antes de que pudiera decir algo, me lanzó un abrazo que me tomó por sorpresa.

—¡Jasper! —exclamó, con la voz quebrada. —Mi niño... ¿qué te ha pasado?

Sentí cómo sus brazos me rodeaban con desesperación, como si tratara de protegerme de algo que no podía entender. Lentamente, levanté los brazos y la abracé, aunque la cercanía me incomodaba. El olor a jabón y suavizante de su ropa me hizo recordar momentos más simples, cuando la vida no estaba teñida de sangre y secretos.

—Estoy bien, mamá —le respondí en un tono suave, aunque sabía que era una mentira. Podía sentir la tensión en su cuerpo, la preocupación en su voz.

Ella se apartó un poco para mirarme mejor, y fue entonces cuando lo noté. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras sus manos acariciaban mi rostro, como si intentara entender lo que veía.

—Estás tan delgado, Jasper —dijo, mientras su voz temblaba. —Y esas ojeras... ¿Qué te ha pasado, hijo? ¿Dónde está el niño que yo conocía?

Por un instante, no supe qué decir. Había tantas cosas que no podía contarle, tantos secretos que debía guardar. La distancia entre nosotros, entre el Jasper que ella conocía y el que soy ahora, se sentía insalvable.

—He estado... ocupado —dije finalmente, tratando de sonar casual. —Estas semanas han sido difíciles, pero no es nada de qué preocuparse.

Ella negó con la cabeza, sin dejarse convencer.

—Esto es más que estar ocupado, Jasper. Te ves... diferente. ¿Estás en problemas? —Su voz se llenó de angustia. —Sabes que puedes contar con nosotros para lo que sea.

Me quedé en silencio, intentando encontrar las palabras adecuadas. No podía decirle la verdad, pero tampoco quería preocuparla más.

—Solo necesito un poco de descanso, mamá. De verdad, no es nada grave.

Ella me miró fijamente durante unos segundos más, como si intentara leer en mi interior. Luego, con un suspiro resignado, asintió.

—De acuerdo, hijo. Pero prométeme que si algo está mal, nos lo dirás. No quiero perderte...

Las palabras se me quedaron atrapadas en la garganta. Quería prometerle que todo estaría bien, que no tenía nada de qué preocuparse, pero sabía que esas promesas serían vacías. Simplemente asentí y la abracé de nuevo, esperando que eso fuera suficiente.

Nos quedamos así por unos momentos, en un silencio pesado, antes de que finalmente me soltara y me invitara a entrar. La casa olía a pino y especias, un recordatorio de que la Navidad estaba cerca. Pero mientras caminaba por la sala hacia la cocina, sentía que esa calidez festiva no podía llegar a mí. Estaba atrapado en una oscuridad que ni siquiera el amor de mis padres podía disipar.

Mientras cenábamos, mis padres intentaron iniciar conversaciones ligeras, pero mi mente seguía anclada en lo que había sucedido antes, en el cuerpo de Marcus enterrado bajo la nieve, en la forma en que Nyx me había guiado en cada movimiento. Me di cuenta de que estaba respondiendo con monosílabos, apenas presente en la conversación. Cada vez que mi madre me miraba con preocupación, me obligaba a sonreír o a decir algo más extenso, pero se sentía forzado.

Finalmente, cuando la cena terminó, me excusé diciendo que necesitaba descansar. Mi madre me abrazó una vez más antes de que subiera a mi antigua habitación. Era casi un reflejo del pasado, con los mismos muebles, las mismas paredes, pero todo se sentía diferente, como si ya no perteneciera a ese lugar.

Cerré la puerta tras de mí y me dejé caer en la cama, sintiendo cómo la tensión en mis músculos se liberaba un poco. Pero mi mente seguía activa, recordando cada detalle de lo que había pasado esa noche. Sabía que debería intentar dormir, pero el sueño parecía lejano, un lujo que ya no podía permitirme.

Mientras yacía en la oscuridad, mis pensamientos volvieron a Nyx. La forma en que había estado tan tranquila, tan controlada, mientras yo dudaba. Sabía que ella me había llevado a un punto del que no había retorno, y aunque una parte de mí lo lamentaba, otra parte se sentía extrañamente satisfecha.

Me quedé así, con esos pensamientos oscuros dando vueltas en mi cabeza, mientras el reloj seguía avanzando lentamente hacia la madrugada. Sabía que el día siguiente traería nuevas mentiras, nuevos desafíos, pero en ese momento, todo lo que podía hacer era esperar, atrapado entre el pasado y el futuro, sin saber realmente a cuál pertenecía.

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Kaidenn
Me encanta como escribes, me hace sentir parte de la historia. Espero poder seguir leyendo más de tus obras.
Daniel: Muchas gracias por el apoyo 🫂😊 me da gusto saber que en algun lugar del mundo hay alguien a quien le gusta mi manera de contar las historias.

Espero no defraudarte y seguir contando con tu apoyo 🫂
total 1 replies
Tsubasa Oozora
Interesante, porfi no tardes en actualizar
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