En un mundo donde la magia y la mitología se entrelazan, "Círculos de Fuego: La Llama Eterna" narra la épica historia de un joven guardián, Elian, que descubre su destino en una antigua profecía. Su vida da un giro inesperado cuando encuentra un artefacto perdido que despierta una llama mística con un poder inimaginable. Esta llama, conocida como la Llama Eterna, tiene la capacidad de cambiar el destino del mundo, pero también atrae a fuerzas oscuras que desean controlarla.
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CAPITULO 23: LA MUERTE DE UN ALIADO
La batalla en la Fortaleza Negra rugía con una furia indescriptible. Elian, Kael, Lyra y el dragón liberado luchaban con todo lo que tenían, cada uno desplegando sus habilidades y magia al máximo. La fortaleza estaba llena de trampas y criaturas oscuras, cada una más temible que la anterior. Sin embargo, el equipo se mantenía unido, avanzando a través de la oscuridad hacia el núcleo del mal: Malakar.
Elian dirigía la carga con la Llama Eterna ardiendo intensamente, iluminando su camino y desintegrando cualquier sombra que se atreviera a acercarse. Kael, con su fuerza bruta y su espada imbuida de magia, derribaba a los enemigos con una determinación feroz. Lyra, utilizando su vasto conocimiento de la magia, invocaba hechizos protectores y ofensivos, manteniendo a raya las fuerzas oscuras. Y el dragón, con su aliento de fuego y sus garras afiladas, barría a las hordas de enemigos que se lanzaban contra ellos.
Sin embargo, Malakar no era un enemigo fácil. Desde lo alto de su trono de oscuridad, manipulaba las sombras y lanzaba hechizos devastadores, dificultando cada paso de los héroes. Mientras la lucha continuaba, las fuerzas de la luz y la oscuridad se enfrentaban en una danza mortal.
En medio de la batalla, Kael se encontró cara a cara con un enemigo formidable: un antiguo guerrero oscuro, una vez un noble caballero, ahora convertido en un servidor sin alma de Malakar. Los dos se miraron, reconociendo la valentía y el dolor en los ojos del otro. Sin palabras, comenzaron su duelo, sus espadas chocando con una intensidad que hacía temblar la fortaleza.
Elian y Lyra luchaban cerca, pero la cantidad de enemigos que enfrentaban les impedía ayudar a Kael directamente. Cada vez que intentaban acercarse, más criaturas se interponían en su camino. Aun así, sus ojos seguían el combate de Kael con preocupación creciente.
El duelo se prolongó, cada golpe resonando como un trueno en la caverna de la fortaleza. Kael, aunque agotado, se mantuvo firme, utilizando cada gota de su energía y habilidad. Pero su enemigo también era implacable, y el desgaste comenzó a mostrar sus efectos.
Finalmente, con un grito de desafío, Kael lanzó un ataque desesperado. Su espada encontró su objetivo, derrotando al guerrero oscuro. Pero no sin un costo: una hoja oscura atravesó el costado de Kael en el mismo momento.
Elian, viendo a su amigo herido, rugió de furia y redobló sus esfuerzos, despachando a los enemigos con una furia renovada. Lyra, con lágrimas en los ojos, lanzó un poderoso hechizo que despejó el área alrededor de Kael. Juntos, se apresuraron a su lado.
Kael, herido de muerte, sonrió débilmente. "No es así como imaginé mi final," murmuró, su voz apenas audible.
Elian se arrodilló a su lado, sosteniendo su mano. "Kael, aguanta. Te sacaremos de aquí."
Kael negó con la cabeza. "Mi tiempo se acaba, amigo. Pero ustedes deben continuar. Detengan a Malakar. Traigan la luz de vuelta."
Lyra, sollozando, colocó una mano sobre la herida de Kael, intentando en vano sanarlo. "No nos dejes, Kael. No ahora."
Kael cerró los ojos, susurrando sus últimas palabras. "Lucha... por la luz..."
Con esas palabras, Kael exhaló su último aliento. Elian y Lyra se quedaron en silencio, sus corazones pesados por la pérdida de su amigo y aliado. El dragón lanzó un rugido de lamento que resonó por toda la fortaleza.
Pero no había tiempo para el duelo. Malakar aún estaba allí, y la batalla continuaba. Con renovada determinación, Elian, Lyra y el dragón se levantaron, decididos a honrar la memoria de Kael. Avanzaron hacia el trono de Malakar, cada paso impulsado por el sacrificio de su amigo caído.
La Fortaleza Negra resonaba con el eco de la lucha. Cada paso de los héroes era una declaración de desafío a la oscuridad que los rodeaba. Al llegar a la cámara central, se encontraron con Malakar, envuelto en sombras, su mirada llena de odio y desprecio.
"Pensaron que podían derrotarme," se burló Malakar. "Pero aquí, en mi dominio, soy invencible."
Elian levantó la Llama Eterna, su voz firme y desafiante. "Tu reinado de terror termina aquí, Malakar. Por Kael, por todos los que has oprimido, traeremos de vuelta la luz."
La batalla final comenzó, una lucha épica entre la luz y la oscuridad. Elian, Lyra y el dragón enfrentaron a Malakar con una ferocidad nacida del dolor y la esperanza. Cada golpe, cada hechizo, cada rugido era una manifestación de su resolución de poner fin a la tiranía de Malakar.
La lucha era intensa, y las probabilidades parecían insuperables. Pero los héroes no retrocedieron. Con cada paso, cada sacrificio, se acercaban más a su objetivo. Y en el momento más oscuro, cuando todo parecía perdido, la Llama Eterna brilló con una intensidad cegadora.
Con un grito final de desafío, Elian lanzó un golpe decisivo, la luz de la llama atravesando las sombras de Malakar. La oscuridad se disolvió, y la fortaleza tembló cuando el hechizo de Malakar se rompió.
Malakar cayó, derrotado, su cuerpo desintegrándose en un remolino de sombras. La luz comenzó a regresar a la fortaleza, y el aire se llenó con el canto de la victoria.
Los héroes, exhaustos pero triunfantes, se abrazaron, sabiendo que el sacrificio de Kael no había sido en vano. Habían logrado lo que parecía imposible. Habían vencido a la oscuridad y restaurado la esperanza.