La Heredera

Después del desayuno Helena bajó a la playa, como cada vez que lo hacía los custodios iban detrás de ella.

— ¿Tippo porque no sonríes?, le pregunto ella al custodio.

— Los tiburones no sonreímos le dijo él provocando las risas de Helena.

Helena corria por la playa y los custodios la seguían de cerca, ella se acercó a un grupo de niños, hijos de pescadores.

— Hola, soy Helena dijo ella.

— Hola Helena soy Gio, él es Theo y ella es Ïones dijo Gio que era tres años mayor que ella.

— ¿ Qué hacen?, pregunto Helena.

— Estamos ayudando a decorar para la fiesta, comentó Gio.

—¿ Tendrán una fiesta?, pregunto Helena.

— Sí como cada año, ¿vendrás?, pregunto Gio.

— ¿Puedo venir?, pregunto ella sonriéndole.

— Sí, todos los que viven en la isla vienen dijo Gio.

— Le voy a decir a mi papá. Gracias, nos vemos dijo Helena. — Vamos Sam corre dijo ella y comenzó a correr hacia la casa y los custodios corrían detrás de ella.

— ¡Papá!, papá grito Helena su padre estaba sentado en la terraza conversando con Serafina y Länder, fue cuando la vio corriendo y los custodios detras de ella.

— Hola Helena dijo Serafina.

— Buenos días, tía Serafina dijo Helena. — Buenos dias tío Länder.

— ¿Dónde estabas Koukla?, dijo Maximus estirando su mano para que se acercara.

— En la playa, me invitaron a una fiesta ¿ podemos ir?.

— ¡La fiesta de los pescadores!, comentó Länder. Helena miró a su tío.

— Nosotros no vamos a esas fiestas dijo Serafina.

— No es tan así, solía ir de joven dijo Maximus sonriéndole a su hija.

— Debes tener grandes recuerdos de eso dijo Länder.

Maximus sonrió, de hecho los tenías— Te llevaré a la fiesta, ve con Rosse y cuentale que te busque un vestido bonito.

Helena sonrió e ingreso a la casa corriendo, esa noche como cada vez que le prometía algo Maximus cumplio y llevó a su hija a la fiesta de los pescadores, acompañados por Rosse.

La gente era muy agradable, Maximus había hecho un donativo para la fiesta.

Helena jugaba con Ïones y Gio, corrían por la playa, muchos bailaban alrededor de la gran fogata.

— ¿ Quieres bailar?, pregunto Maximus.

— No creo sea prudente dijo Rosse muy sería.

— Deja de ser prudente dijo Maximus tirando de ella para qué bailará...

Dos días después participaron de la fiesta de Ariadna, su primo Leónidas había volado desde Atenas.

Maximus observaba a los invitados, a su lado se encontraba Rosse y Helena.

— Emiliano, bienvenido te presento a Rosse y ella es mi hija Helena.

Emiliano Azzarini saludo a Rosse y luego se agachó para saludar a la niña — Es un gusto conocerte Helena, tu papá habla mucho de ti dijo Emiliano.

— Hola le dijo Helena y le sonrió.

También Yannis y su esposa Angela se acercaron a saludar, Helena la saludo afectuosamente solían frecuentarse, y Angela era muy buena.

Una semana después las vacaciones habían terminado, Helena abordo el helicóptero junto a su padre y Rosse regresaban a Londres.

— Papá ¿vamos a volver?, pregunto ella.

— Por supuesto en tus próximas vacaciones lo haremos dijo Maximus.

 Y así lo hicieron, durante el receso escolar Maximus solía llevar a su hija a la isla y cada año participaban en la fiesta de los pescadores.

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Helena miraba las estrellas con los pies metidos en el agua. Parecía imposible que pudiera hacer tanto calor a esas horas del día en la isla. La arena húmeda y fresca le acariciaba los pies aunque de vez en cuando tenía que ponerse en cuclillas ante la irrupción de una ola que lamía la orilla.

Posó sus ojos verdes sobre la base de los acantilados donde el mar era una lengua negra y reluciente y arrastró la mirada por las aguas tranquilas hacia el puerto. Las luces parpadeaban señalando la taberna que había al borde del agua, y alguna voz o una carcajada ocasional llegaban hasta ella magnificada por el eco de los acantilados.

Helena se levantó y se estaba sacudiendo las manos para quitarse la arena cuando un ruido a sus espaldas la dejó helada en el sitio. Permaneció muy quieta tratando de escuchar hasta que identificó el golpeteo de unos remos.Escudriñó el mar atentamente hasta que vio un farol sobre la proa de un pequeño bote de remos. Estaba muy oscuro, pero con la luz del farol pudo identificar la silueta de un hombre. Remaba con vigor y parecía valerse de las estrellas y la luna para guiarse estaba tan concentrada en eso que no vio que estaba en serios problemas.

— Kyria Athanasiou, dijo Tippo Helena se había escapado, pero logró dar con ella.

— Tippo, me has dado un susto de muerte.

— Camine y prepárese para un regañó de muerte porque su padre ya sabe que se escapó.

— ¿Me han descubierto?, no lo puedo creer dijo Helena con total indignación.

Escoltada por tres custodios Helena camino hacia la casa.

Parado en la entrada Maximus Athanasiou negaba con la cabeza.

Su preciosa hija ya tenía catorce años y era demasiado confiada.

— Gracias Tippo pueden retirarse dijo Maximus. Rosse se asomó en ese momento, Helena estaba llena de arena. ¿Cómo se te ocurre salirte así sola en medio de la noche?.

— Solo bajé a la playa respondió ella.

— Silencio, Helena no puedes hacer eso, podrían aprovecharse de ti, no lo volveré a repetir, la próxima vez que bajes de noche a la playa sin custodia no regresaremos a la isla, ve a tu habitación, dijo él muy serio.

Rosse le dio un beso cuando pasó a su lado.

Helena se dirigió a su habitación, se dio una ducha y luego se fue a dormir.

Maximus observaba la playa, confiaba en la gente de la isla, pero tratándose de la seguridad de su hija no confiaba en nadie.

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A la mañana siguiente Helena se dirigía hacia la terraza cuando vio a su padre en el gimnasio, ella ingresó y se subió a la cinta al lado de donde estaba la de su padre.

— Buenos días papá dijo ella.

— Buenos días Koukla dijo Maximus trotando sobre la cinta.

— ¿Podré ir a la fiesta esta noche?, pregunto ella. Mientras caminaba sobre la cinta.

— Por supuesto, pero los custodios irán contigo, Helena miró a su padre. — No te preocupes serán discretos. Su padre detuvo la cinta— Ahora vamos a desayunar.

Helena se puso un vestido corto esa noche y se reunió con su amiga ïones, se veían tres veces al año pero solían escribirse.

— El tonto de mi hermano te está mirando dijo Ïones.

Helena lo miró efectivamente Gio la estaba mirando, aunque no entendía por qué, él había dejado de dirigirle la palabra un año antes, Gio tenía dieciocho años. Unos amigos de Ïones se acercaron en ese momento a conversar.

Maximus terminó de cenar junto a Rosse, miró la hora.

— Voy a ir a la fiesta, ¿vienes conmigo?, pregunto Maximus.

— Está rodeada de custodios y empleados de la casa que te dirán cada cosa que hizo, ¿necesitas ir a controlarla?, pregunto Rosse exasperada.

— ¿Vienes o me voy?, dijo Maximus muy serio.

— Voy contigo dijo Rosse, Helena pronto cumpliria quince años...

Mientras tanto en la playa Ïones y Helena conversaban animadamente con algunos jóvenes. Gio se acercó a ellas y miró a Helena

 — ¿Celebraras tu cumpleaños aquí?.

— Sí, espero que vayan dijo Helena.

— Seguro que nos dejaran entrar dijo uno de los amigos de Ïones en tono burlón.

— Por supuesto que sí, pienso festejar mi cumpleaños en la playa dijo Helena. Gio sonrió, Helena podía se una Athanasiou, pero era muy diferente a sus primos, Leónidas solía seducir a las jóvenes de la isla abandonándolas luego, sus fiestas y excesos eran más que conocidos, y Ariadna solía maltratar a cualquiera que no estuviera a su nivel.

Los jóvenes seguían hablando al día siguiente harían una excursión a una de las islas vecinas.

— Me gusta tu collar le dijo Helena a Gio.

— Lo hice yo, dijo Gio.

— Está muy lindo.

Gio metió la mano en su bolsillo y sacó una pulsera que él había hecho para Helena.

— La hice para ti para que cuando te vayas no te olvides de nosotros, ni de este lugar dijo Gio.

— Jamás me olvidaría de este lugar, aquí es donde pertenezco dijo Helena mirando como Gio le ataba la pulsera en la muñeca, levanto la vista y se quedó como tonta mirando a Gio.

Maximus miró a su hija, no lo podía creer, Rosse, los miró con ternura.

 — Menos mal que he decidido venir, ¡Helena!, exclamó su padre.

En cuanto escucho a su padre Helena volvio a la realidad — Gracias está muy linda, tengo que irme dijo Helena y camino hacia donde estaba su padre...