El Rostro De La Venganza

Miguel

Dejar a Ana en esa condición me dejó algo preocupado, pero hoy tenía una cirugía muy temprano y debía asistir al hospital, despues de realizar aquella cirugía fui a mi oficina a descansar un momento, estaba perdido en mis pensamientos, pensando en Ana y en nuestro hijo cuando Marlene interrumpio en mi oficina.

— Buenos días, como está el mejor cirujano plástico del mundo. — Pregunto ella muy entusiasmada.

— Buenos días,. Marlene, cómo estás? — Respondí sin darle importancia.

— Veo que no estás de humor, acaso peleaste con tu mujercita? — Pregunto en tono sarcástico.

— Ella no es mi mujercita, Anastasia es mi esposa así que te pido respeto para ella.— Dije muy serio.

— Perdón solo fue un chiste, no pensé que te molestaría. — Respondía Marlene.

— Sabes lo que siento por ella, siempre te he dicho que la amo y ahora más que nunca la amo, ya que seremos padres. — Dije con una gran sonrisa en mi rostro.

— Felicidades, espero que sean muy felices. — Dijo Marlene con un tono algo extraño.

No le di importancia y seguí descansando un poco, era casi medio día y había terminado con mi trabajo, había decidido trabajar solo medio día y así poder pasar el resto del día cuidando de mi esposa, volví a la casa, los empleados me dijeron que Ana estaba en el cuarto así que fui a verla, la conseguí acostada dormida, me acerque a ella y me di un beso en la frente, ella abrió sus ojos u me dedico una hermosa sonrisa.

— Has vuelto cariño. — Dijo acariciando mi rostro.

— Así es amor, me quedaré contigo para consentirte todo el día. — Le dije besando su frente.

— Eso suena genial. — Dijo en tono pícaro.

— Vamos a almorzar. — Afirme y la ayude a levantarse.

Bajamos al comedor y almorzamos entre risas y mimos, Ana era tan hermosa y no me refería a su físico, ella es hermosa también por dentro, estaba tan absorto en mis pensamientos que no me había fijado que la señora Dora no nos atendió hoy y que no la había visto desde que llegué, empecé a molestarme así que le reclamé a Ana, no podía creer que la hubiera despedido.

— Anastasia dime dónde está Dora, acaso la despediste aún y cuando te conté su historia, no puedo creer que seas tan despiadada, puedo aceptar que lo seas con tus enemigos, pero como puedes serlo con una pobre mujer que solo se preocupó por ti, esto no te lo voy a perdonar, eres tan cruel, ahora entiendo porque te dicen cómo te dicen. — Me levanté molesto de la mesa, no deje ni que Ana se explicará, no quería pensar que todo lo que dicen de ella es verdad, pero con esta acción demostró que nunca cambiará, solo vive por esa venganza y trata a todo el mundo como basura, entre al despacho azotando la puerta estaba muy molesto, tanto que no pensé en el estado de Ana.

Anastasia

Estaba feliz porque Miguel vino a cuidar de mi, me sentía tan amada por él, bajamos al comedor y cuando terminamos, pregunto por la señora Dora, le iba a explicar lo que hablé con Dora cuando esté no me dejó emitir ni una palabra, empezó a gritar y decir cosas hirientes ya no me moleste en querer explicar nada, que piense lo que quiera, eso me pasa por bajar la guardia, no me puedo permitir ser débil y ahora menos que tengo a este bebé en mi vientre, Miguel se fue al estudio y azotó la puerta, mientras yo subí a mi habitación me cambié de ropa y salí a mi trabajo, ya no me importaba sentirme mal físicamente, antes de llegar a mi oficina pase por una clínica donde la doctora que me atendió, me hizo una ecografía, ahí estaba mi bebé, mi otro bebé le prometí que nadie me separaría de él, le expliqué a la doctora mis síntomas y ella dijo que eran normales en los primeros meses de embarazo, me recetó una medicina para las náuseas y me dio cita para dentro de un mes, salí feliz porque hoy había visto a mi bebé, mío y solo mío, llegue a la oficina como si nada hubiera pasado y empecé a atender mis casos, decidí que era hora de empezar a molestar a los Ferrer así que me comunique con el señor Roberto y le dije que era hora de poner la denuncia para recuperar ese poder, el poder que supuestamente le firme a esa nefasta familia, el señor Roberto acepto con gusto y empezó con el proceso, obviamente yo no podía llevar ese caso, pero les daría todas las herramientas para que los destrocen.

Miguel

Estuve encerrado en mi estudio toda la tarde, no quería hablar con Ana, ya bastante entrada la tarde salí del estudio y estaba por subir a la habitación necesitaba cambiarme de ropa, cuando escucho la voz de un niño, está voz provenía de la cocina así que fui a ver qué estaba pasando, al entrar los empleados estaban hablando con Dora la cual tenía un niño de unos siete años sentado en su regazo.

— Señor, buenas noches. — Dijo Dora muy educadamente.

Todos los empleados dijeron buenas noches al unísono, realmente yo estaba sorprendido de ver a Dora aquí en la casa, me preguntaba que estaba pasando.

— Señor quería agradecerle otra vez a la señora por dejarme traer a mi nieto a la casa y por la beca que le otorgó para estudiar en un buen colegio, la señora se portó como un ángel para nosotros. — Aquellas palabras me llegaron como un balde de agua fría, no podía creer lo idiota que había sido con mi Ana, ahora como la veré a la cara, ahora como le pediré disculpas.

— No se preocupe Señora Dora yo le diré a mi esposa, bienvenido pequeño estás en tu casa, ahora los dejo, tengan feliz noche.

Me disponía a salir de la cocina cuando una de las empleadas me dijo que Ana no estaba en la casa y que había salido después del almuerzo y aún no había regresado, me puse tenso al escuchar aquellas palabras, sabía que Ana cuando estaba molesta hacia cosas sin pensar, tenía que encontrarla inmediatamente.