Mi Querida Maestra

Camilhe

Las niñas siguen gritando de alegría y yo solo lo miro. ¿Porque lo hace? Ese es mi trabajo.

Alison se baja de mis brazos y se va corriendo detrás de Ghinger, dejando su plato sobre la encimera, el hombre lo toma y lo lava como hizo con los otros.

— Primero quiero verte en mi estudio, Camhile — dice pero y yo aún no he logrado moverme.

Ese no es el Franco Rossi que conozco, siento que cada dia me muestra una versión de lo que es.

— Franco yo me encargo de las niñas, no es necesario — le digo y me mira mientras se gira. Sonríe.

Seca sus manos mojadas y se acerca a mi. Deja el plato sobre la encimera, se acerca, me toma por la cintura, sus manos están fría y húmedas, las siento mientras me aprieta.

— Hoy me dejaste despertar solo — me pega a su cuerpo y mi corazón se aceleró. 

— Alguien podría vernos — digo casi sin voz.

— ¿Y que si nos ven? — pega su boca de la mía — soy el jefe — mordisquea mi labio y pongo mis manos en sus hombros para apartarlo, pero él se pega más a mi — es mi casa — su aliento golpeó mi cuello cuando baja y lo besa — eres mi…mujer.

Abro los ojos con asombro, ¿que dijo?

¿Su mujer?

— Franco… — lo aparto.

El sonríe.

— Ponle una película a las niñas para que me esperen, y ven a mi estudio — dice y se va sin dejar que hablé 

Esto es un error, un gran error. Debo frenarlo ya. 

Hago lo que me pidió y deja. A las niñas viendo "Encantada" dejándole claro que su papi subirá en un rato a acompañarlas.

Cuando voy subiendo las escaleras que me llevan a su estudio mis piernas flaquean, mi corazón late con fuerza, al estar frente a la puerta, aguanto todo el aire que pueda en mis pulmones y bota solos en el mismo momento que abrí la puerta y los ojos azules me miran.

No hablo, solo aprieto mi espalda al respaldo de la silla mientras acaricia la barbilla.

— ¿Por qué me dejaste solo? — reclama.

— No quería que la niña nos vieran, no quiero confundirlas — veo como pone sus manos atras de su cabeza dejándome ver sus brazos, ya que lleva una franelilla sin mangas.

— Pero dejastes a Ghinger entrar a mi habitación y casi me encuentra desnudo y con una erección — no lo pensé, solo quise irme de ahí y volver al lugar que tengo, ser su empleada.

— Franco yo…

— Sabes que pensé en un castigo por eso — me interrumpe mientras se levanta.

Hoy está tan informal, lleva un pantalón deportivo y no tiene zapatos ni nada en sus pies.

Llega hasta mí y me toma por la caderas con fuerza.

— Eres la maestra aquí, dime ¿cómo te castigo?— hunde su cara en la curva de mi cuello y no puedo evitar sentir como hace poco su olor cerca. Acaricio sus hombros desnudos, me está gustando tanto sentir su piel.

— Porque lo único que quiero ahora es estar dentro de ti — toma mi rostro con su mano para besarme.

Suspiro mientras sus labios rozan los míos.

— Y más que un castigo, sería… — muerde mi labio y lo jala — disfrutar..te..

Toma mi boca con la suya y su lengua roza mis labios haciéndome estremecer,  abrir la mía para darle todo el acceso que desee. Su lengua envuelve a la mía cuando ambas se encuentran en la humedad de mi boca. 

Mis manos suben de sus hombros, su nuca y su cabello, él toma mi trasero y lo aprieta pegándome aún más de su cuerpo y siento su exitacion a mi vientre.

Quiero sentirlo, deseo sentirlo en mi interior.

El me jala hasta Éloyarse del escritorio y abre sus piernas metiéndome entre ellas, haciendo mensita si excitación.

— Me encanta tu cuerpo — susurra mientras se aparta para tomar aire por la intensidad del beso.

Cómo si leyera mi pensamientos que deseo sentir su piel levanta sus brazos y se quita la franela. Me mira mientras sonríe porque mis ojos van hacia su dorso desnudo, que admiro mientras muerdo mi labio. Tan perfecto que parece un dios.

— Yo también quiero ver — susurra a mi oído con esa voz tan ronca llena de deseo.

Saca mi camisa de mi falda y desabotona cada botón con apuro. Cuando me la quita posa besos en mis hombros.

— No sabe cuanto me gustan la pecas de tu pecho y hombros — sigue besando mientras me quita la falda. La sube y toca mi piel.

No puedo aguantar los jade cuando me hace rodar y ahora soy yo quien estoy apoyada de su escritorio, me sube sobre el cuando me quita el resto de la ropa. Mira mis ojos.

— Eres la maestra más sexy que he conocido y con tan delicioso olor y sabor… — Separa mis piernas y da un vistazo mientras sonríe.

— Que sexy…maestra — dice y posa uno de sus dedos entre misnpleigues, me estremezco y gimo.

— Oh Franco…— sale de mi boca mientras apoyo mis manos en la madera del escritorio y subo mis pies a él para darme más acceso.

Se inclina y me besa.

— Se me gusta cuándo te escucho decir mi nombre — besó mi barbilla — me la pones.

Solo con verte — baja y besa mi pecho — está tan dura que si no entro ahora será muy doloroso.

Sale una risa de su boca, parece nervioso, mientras lo miro quitarse el resto de su ropa. Lo miro, está muy exitado

— Te gusta como me miras — sonríe arrogante — me gusta como se siente dentro de ti — se la soborea y juega en mi entrada con ella, jadeó al sentir y mi cadera se balancean para que entre.

— ¿Ansiosa, maestra? — lo miro y asiento — también lo estoy.

Vuelve a besar mi boca pero está vez con desesperación.

Mis caderas se mueven porque no aguanto y deseo que entre en mi, se aparta mientras busca entre sus gavetas.

— Sabía que para algo puse esto aquí — ríe y saca un paquete de preservativos. Lo veo romper el paquete y ponérselo.

Muerde su labio mientras busca acomodo entre mis piernas.

— Que delicia — dice y se apoya en el escritorio mientras se empuja luego salir tan lento que me quema.

Mi cadera se mueve porque mi cuerpo desea desbordar en éxtasis cuándo sus ojos de Franco miran los míos llenos de deseo.

— Eres tan deliciosa — sonríe con picardía y me besa, muerde mis labios mientras inclina su rostro. Gruñe y yo me entrego mientras me cortó y él al mismo tiempo que yo.

Con las respiraciones entrecortadas, Franco no sale de mi interior.

— Te lo quiero volver hacer — lo escucho reír mientras sale y se deshace del preservativo — pero dos niñas deben estar inquietas preguntándose por su papi.

Reacciono con lo que acaba de decir.

— Franco referente a eso, no es bueno que Alison te siga llámanos así, yo he hablado con…

Me mira entrecerrando los ojos.

— ¿Por qué lo dices? — se pone su pantalón y recoge su franela y me da mi panty.

— Es obvio, no quiero confundirla — tono mi panty y me sonrojo al ver su rostro de picardía al llevarla a su rostro.

— A mí me gusta que me diga así — lo escucho y me confunde a mi.

— Pero no lo eres — me mira en silencio — solo trabajo para ti y ella es mi hija.

— ¿Qué crees que hacemos ahora Camhile? — pregunta, parecer molesto — ¿crees que solo te lo hago porque eres mi empleada? ¿Crees que ando jugando contigo? 

No lo entiendo.

— Me gustas — se acerca a mí y toma mi mentón con sus mano — voy en serio contigo, te dije anoche, lo que pasó no era una simple revolcon entre dos que se desean como locos. — sonríe quizás al recordar la noche anterior — eres ahora mi mujer.

Me paralizo y lo miro. ¿Es enserio lo que dice? 

— Pero Franco yo…

— ¿A ver Camhile? ¿Quieres que te trate como trato a cualquier mujer con la que he estado? ¿Que no me importa si no es en una cama? ¿Que si las llamo solo para tener sexo y ya? — nos miramos, sus ojos azules me confunden.

Pasa sus manos por su cabello.

— ¿Eso quiere? — insiste

No sé qué decirle.

Veo como bota aire de sus pulmones y se acerca a mí, apoya sus manos en el escritorio a cada lado de mi cuerpo y se coloca a mi altura mirándome a los ojos.

— Vales más que una noche, y eso lo supe muy bien antes de llevarte a mi cama — dice — nuestras hijas se adoran. Tu me enloqueces y yo evidentemente, te gustó. Hemos vivido bajo el mismo techo, ¿cuánto? ¿4 meses? Compartimos momentos, comidas. ¡mierda!, ¿que es esto que tenemos Camilhe? ¿Explícame? Porque yo veo que  somos una familia y lo único que faltaba era que tú y yo estemos juntos y miranos — roza su boca con la mía mientras yo estoy paralizada con sus palabras — o ¿dime si no lo ha pensado también? Dime ¿qué sientes cuando Alison me dice papi? O cuando Ghinger te dice que te ama? Dime si no te sientes como yo.

— Esto es muy…

— ¿Pronto? — me interrumpe y me mira — ¿cuánto tiempo necesitas para aceptarlo? ¿Dime?

Nos miramos, estoy aturdida con todo esto. No se  que decirle, no lo pensé porque me negaba a aceptarlo. Se que él es un hombre de un mundo distinto al mío, que con su poder puede hacer lo que desee, y hace dos noche ví lo vulnerable que se sentía por todo lo que vivió con su hija y su madre.  Estoy seguro que es un buen padre aunque haga cualquier cosa para complacer a su hija, y creo que hasta lo disfruta.

Pero tener una relación con el que me haga sentir que así pertenezco, no sé si pueda llevarla.

— Tengo que pensarlo — la palabra se escapa de mi boca y él me mira en silencio.

— Ok, ok. No era la respuesta que quería, pero la acepto. — se aleja y miro como recoge el paquete de preservativos junto con el y los tira a la basura — Iré con las niñas, tienen el resto del día para pensarlo. 

Arreglo mi ropa y le doy la espalda.

— Mañana tendremos una cena, tú y yo, solos — volteo a mirarlo — eres mi pareja, haré contigo cosas de pareja.

— Franco…

— No seremos solo unos cuantos revolcones, no importa si tienes que pensarlo — dice como si fuera una orden — yo ya lo decidí Camilhe. No me importa que haya sido la maestra de Ghinger o lo que piensen los demás. — me mira — ellos no pagan mis cuentas con sus habladurías y chismes. 

— Pero….

— Tu y yo estamos juntos. Hablaré con las niñas que es lo único que me importa — me volteos a míralo.

— ¡No Franco! — Me opongo a eso.

— Camilhe, son nuestras hijas y ellas tienen que saberlo antes que todos — camina hasta la puerta — y aunque tú no lo veas ellas estarán muy felices, lo sé. Y si te soy sincero, es lo único que quiero.

Se va, me deja ahí confundida y aturdida con todo esto. Esto no solo lo veo apresurado, sino que no sé cómo manejarlo. No que este mal. El quiere a nuestras hijas felices, quiere darle una familia a las dos, una donde él será el padre y yo la madre y aún no asimiló todo esto.