Dos secretos destruyen un matrimonio, en secreto ellos vuelven, el secreto para robar el marido fracasa y un secreto para liberarse y ser feliz. Una mezcla de secretos para desenredar un ovilo de lana.
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Papá orgulloso
Han pasado unas semanas desde que a Sara se le practicó la inseminación artificial, está con terribles náuseas matutinas. Por tratarse de un hijo con Laura, Enrique la visita con frecuencia.
- Mi amor ¿Te puedo hacer unas preguntas?
- Dime. – con voz neutral.
- ¿Por qué durante mi primer embarazo me has tenido abandonada?
- Estuve lidiando con problemas en la empresa.
- ¿Por qué me quitaste el bebé tan rápido, cuando la lactancia son seis meses?
- No calificas para ser madre, no vaya a ser que tus malos hábitos aparte de mentir sean contagios.
- Yo no soy mentirosa, mi amor. Quiero ver a nuestro hijo que por cierto no sé cómo se ve.
- Ni lo necesitas saber, ya te dije que no calificas para ser madre.
- ¡Enrique! – está dolida - ¿Tienes idea de lo tanto que duele parir? Yo lo he traído al mundo, me ha costado sudor y lágrimas, quiero ver a mi hijo.
- Te calmas. – el tono es frío.
- Además son varios días que tengo terribles náuseas por las mañanas al despertar. Quiero que me lleves al doctor.
- La hierba "quiero" no crece ni en el jardín del rey.
- ¿Qué quieres decir con eso?
- ¿En serio? Algo tan simple como eso ¿No lo entiendes?
- Nunca escuché esa frase.
- Que no soy tu sirviente para recibir órdenes, no somos nada, tú no eres más que incubadora para mis hijos. Solo una cosa más, aquí residirás hasta que pares el último hijo que quiero.
- ¿Cuántos hijos serán?
- Ya veré cuando será el momento de decir basta.
- ¿Me vas a dejar con la intriga?
- Tú estás aquí para parir, no para ser mi mujer.
- ¿Y todas las veces que hemos tenido intimidad?
Enrique se puso a reír a carcajadas, se puso de pie y se marchó hacia la salida.
- ¿No vas a responder a mi pregunta? - ella queda confundida.
-Tú me dijiste unas preguntas, no que tenías un interrogatorio.
Enrique se fue, está contento después de todo, esas náuseas son indicativas de que el feto está desarrollando bien.
Las semanas pasan y Sara nota que su vientre crece. Se asombra y reflexiona a voz alta mientras da vueltas en su habitación.
- “¿Estoy embarazada? ¿Cómo? Si después de parir no tuve contacto con Enrique. Yo sólo tuve dos controles, son ecografías transvaginales ¿Será que quedé embarazada como lo quedó la virgen María? Esto es un milagro, este hijo es un milagro ¿Me lo creerá Enrique? ¿Y si me dice que estoy loca? Quizá piense que me acosté con Elmer y por eso quedé embarazada”.
Está en un dilema, le da vueltas al asunto días tras día, Enrique sólo visita unos minutos, acaricia la barriga le habla a su bebé, ignora la madre y se va.
Enrique por su parte está preparando el cuarto del bebé, lo hace con un estilo unisex, la ropita es blanca, amarilla y verde.
- Está quedando muy bonito el cuarto. – Roberto inspecciona los trabajos.
- Papá he visto unos muebles para niños, son sillones a su medida, me gustaría que mi hijo tenga el suyo para sus horas de lectura.
- Todavía no nace y ya lo pones a leer.
- Antes de que me olvide, tengo que ir a la librería y comprar la colección de cuentos para mí hijo o hija.
- ¿Cuándo piensas ir? Me gustaría acompañarte, me gustaría comprar unos libros yo también.
- Quiero aprovechar mi día libre, mañana buscaré a Rodrigo para que haga ese mueble para mí bebé.
- Imprime la foto, así le ahorras el trabajo de estar buscando.
- Al regresar imprimo la foto.
- Bueno, vamos por los libros.
Salen del cuarto y bajan a la sala, Julieta está tejiendo ropones.
- ¿A dónde se van?
- Para la librería, mamá, voy a comprar los cuentos para el bebé.
- ¿Y tú, cariño?
- Ya empecé a leer el último libro, mi vida. Veré por encontrar otros.
- ¿Me traes otro libro de tejido? Quiero también uno de pastelería. Quiero preparar yo los postres para mí nieto o nieta.
- Bueno, veremos que nos ofrecen.
- Los espero para el almuerzo.
- Nos vemos, querida.
- Regresaremos rápido mamá.
Elmer los lleva a la librería, Enrique y su padre son guiados por una joven quien les muestra las colecciones de las editoriales que han publicados las colecciones de cuentos, Enrique tomó la colección más larga que consta de 70 tomos, luego ella los guía a la sección de literatura que específicamente pidió el señor Roberto. Él toma tres libros, al final fueron por los libros de tejidos y pastelería, Enrique tomó las colecciones, pero dada la cantidad de libros, pidieron ayuda de Elmer, Enrique pagó con su tarjeta platino. Se llenó la maletera, pero felices de tener todo lo que necesitaban.
Ahora, Sara está viviendo las últimas horas de su segundo embarazo, su cuerpo está hinchado, el gran momento se viene y está empezando a sentir molestias, su trabajo de parto ha empezado. Las horas se hacen largas y está sola otra vez, tiene que sufrir todo el proceso sin ayuda si quiera de las moscas.
Enrique está a la puerta, y escucha los gritos de Sara, está en trabajo, grita mucho, eso le molesta por lo que cierra la puerta y una vez en la calle, realiza una llamada al mejor pediatra para la atención de su bebé, luego llamó por un ginecólogo cualquiera para que revisen a Sara.
Sara tuvo un niño, ella está cansada, pedía agua, comida, Enrique le daba con tal de no discutir, ambos médicos llegaron, el bebé está sano, en la sala Enrique firmó los papeles, llamó a su hijo Luis Enrique, una vez en sus brazos, no deja llorar y de sonreír a la vez, se siente el hombre más feliz del mundo, tiene en brazos a su hijo. El ginecólogo terminó su trabajo y se fue con su cheque en mano. El niño empezó a llorar, era el hambre, por lo tanto, Sara debe amamantarlo, Enrique sale y se queda en la sala, llama por teléfono a Elmer para que recoja a sus padres y conozcan a su nieto. Los abuelos están tan entusiasmados que en una hora llegaron al lugar.
- Es hermoso mi nieto, – Julieta se tapa la boca con las dos manos. – tiene carita de ángel.
Lo tiene en sus brazos, lo mima y el abuelo toma muchas fotos, hasta de su primer bostezo.
- Voy a festejar con mis amigos a lo macho.
- Vas a despertar al niño, Roberto. – Julieta reniega en voz baja.
- Es nuestro primer nieto en casa. Eso se festeja, mujer.
Luis Enrique llora, las voces lo han despertado, la abuela mima su nieto para que vuelva a dormir, pero papá está con la alarma, escuchar llorar su bebé, siente que la conciencia le dice peligro, así que, acude a su bebé y lo toma en brazos y él se encarga de mecerlo, hablar con cariño y llenarlo de besos. Logró hacer dormir a su bebé, y se siente en la cima del mundo por su logro, una vez dormido su bebé, envía un mensaje a la empresa que se toma quince días por paternidad. El abuelo fue con sus amigos y tuvo que ser rescatado por Elmer, estaba tan borracho el viejo que, literalmente, tuvo que ser cargado.
En la empresa, todos se enteraron del nacimiento del niño y el personal envía sus saludos; Enrique llevó su bebé a casa, todos los jefes de todas las áreas vendrán para conocer al recién llegado y entregar los regalos. Enrique agradeció a todos por los presentes, los que tenían experiencia en el mundo infantil le compartieron sus vivencias y algunos consejos, él, por su parte, prestó atención a cada palabra.