Frida Belmont, una madre soltera que trabaja como Guardaespaldas y que por juegos del destino ahora tiene que dar protección a un reconocido actor, que no es otro que el padre de su hija.
Mauricio De la Fuente, un Actor que se ve obligado a recibir custodia ya que se encuentra en peligro por amenazas a su padre.
Luego de este reencuentro, situaciones del pasado y algunas verdades saldrán a la luz.
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VERDADES QUE SALEN A LA LUZ (PARTE 3)
FRIDA
Mauricio y yo aún teníamos muchas cosas que aclarar, sin duda alguna ambos habíamos sido
víctimas de un engaño y nuestros padres como perpetradores de todo.
Ya estábamos hablando “a calzón quitado”, con la botella de tequila encima, así que decidí contarle esa parte de mi vida que nadie más sabía pues me daba
vergüenza hablar sobre mi familia.
No obstante, tomé la determinación de decirle todo, así que le conté que, a pesar de haber crecido sin carencias materiales, tuve un padre que me odiaba y una madre indiferente a lo que me pasaba.
Antonieta (mi progenitora) nunca se interesó en lo más mínimo en mí, nunca supo cosas tan simples como cuál era mi comida favorita, la música que me gustaba escuchar, y mucho menos cosas más íntimas como la edad en la que llegó el periodo por
primera vez, por supuesto nunca me habló de sexo. Lo poco que supe en ese entonces lo aprendí de los libros y de mi propia práctica con Mauricio.
Me dirigía la palabra muy poco, quizás solo lo indispensable, jamás me dio un consejo o un apoyo. Yo era invisible. Lo confirmaba cada que mi padre me golpeaba y ella no movía ni un dedo para defenderme.
Cuando se enteró de mi embarazo no observé alguna reacción en ella, ni para bien, ni para mal. El día que entraron los tipos a golpearme a mi habitación fue la
última vez que la vi. No es de mi interés saber de ella y no siento cariño alguno.
Le conté que mi padre me odiaba: no se puede llamar de otra forma al modo en el que me miraba cada vez que me veía, cuando me echaba en cara los estudios que pagaba o el plato de sopa que me daba. Perdí la cuenta de las veces que me insultó, humilló y golpeó, siempre me hacía sentir culpable, hasta de haber nacido. Ahora entiendo que yo no tenía dicha culpa.
La gota que derramó el vaso, el evento que me confirmó su desprecio fue lo que le pidió hacer a esos hombres, evidentemente me quería muerta.
Es por eso aun no entiendo por qué me llevaron al hospital, me quedaba un poco de conciencia y recuerdo que me sacaron del costal al que me habían metido y uno de ellos me dejó en la entrada. Tampoco se con certeza el tiempo exacto que
permanecí en ese nosocomio por haber estado en coma.
Y a pesar de todo. Dios (aunque no se si en verdad existe) me dio el milagro: Mi Valeria.
Y el destino me mostró una cara amable al enviarme al Santa Teresa.
Allí comencé una nueva vida, una nueva historia.
MAURICIO
Hoy supe toda la verdad sobre lo que pasó con Frida al separarnos, con horror me estoy enterando de los abusos y maltratos a los que fue sometida por su padre, ahora sé porqué no contestaba mis llamadas, pues mientras yo estaba en el extranjero por órdenes de mi padre, ella se debatía entre la vida y la muerte.
Ahora sé que nuestros padres son un par de infelices que nos desgraciaron la vida. Ahora ya sabemos que todo lo que nos dijeron fueron mentiras, Frida nunca se acercó a mí por interés y yo nunca supe de su embarazo.
Yo también le conté a Frida sobre lo acontecido conmigo, le expliqué que, al igual que ella, crecí lleno de lujos, pero sin la atención ni el cariño de mi padre, él siempre fue grosero con nosotros, si nos dirigía la palabra solo era para insultarnos. Sobre todo, cuando bebía en exceso. Mi madre, mi hermano y yo
éramos completamente indiferentes para él.
Siempre vivimos a su sombra, ante la gente, pretendía que éramos la familia perfecta, sin embargo, a puerta cerrada no éramos más que extraños conviviendo en la misma casa. Sabíamos que tenía múltiples amantes. En alguna ocasión, fue capaz de llevar a la de turno a la casa estando presente mi madre.
Ahora que está solo en su casa, Lizzy no sale allí.
Mi mamá se encargó de darnos todo el amor del mundo y para nosotros era suficiente. Siempre hemos estado unidos a ella y sufríamos la violencia
psicológica que mi padre le ejercía, la cual se agudizó durante su tercer embarazo, cuando el médico les informó que el bebé que esperaban tenía un trastorno genético de los cromosomas, es decir, Síndrome de Down. De manera que, cuando nació mi hermana Melisa ya ni siquiera le dirigía la palabra.
Tres años después del nacimiento de Meli, la situación ya era verdaderamente insoportable, comenzó a agredir físicamente a mi madre, haciéndola culpable de la condición de mi hermana “en mi familia no hay fenómenos de circo” le decía.
En ese tiempo éramos unos adolescentes, Marco tenía 14 años y yo 11, y a pesar de la corta edad, decidimos que mi madre y mi hermana ya no seguirían siendo víctimas de su maldad y, con la ayuda de un profesor de Marco, que era abogado
de profesión logramos que se divorciara de mi progenitor y con todo nuestro dolor, las enviamos a Estados Unidos con mi tía Isabel. Debíamos alejarlas del odio. En la actualidad mi madre está casada con un hombre que la ama, la valora y la anima todo el tiempo. Él le dio su apellido a Meli, para ella, Federico es su padre. Nosotros las visitamos dos o tres veces por año.
Ya son casi las 6:00 am y sigo aquí en casa de Frida, pudimos aclarar todo, era una conversación que debimos tener desde hacía mucho tiempo. Ahora debo regresar a casa antes de que se den cuenta de que no estoy.
Después de esta noche, comprendimos que Rodrigo De la Fuente y Pedro Belmont son el demonio.
Voy a ajustar cuentas con los dos. Por Frida y por mi hija.
Vamos a hacer justicia.
Pero Frida y yo, aún tenemos pendiente el tema de Valeria.
Al día siguiente
ANTONIETA
Estoy frente al edificio donde trabaja mi hija, llevo 1 hora aquí pero no me atrevo a entrar. No tengo cara para acercarme a ella y rogar por su perdón. Se que fui la peor de las madres, no supe defenderla de la crueldad de Pedro. Mi miedo era más fuerte que mi instinto materno.
Hace unos días fui a buscarla a su departamento, el detective me dio su dirección, quise preguntar con ella, pero simplemente no pude, soy demasiado cobarde. Me he conformado con verla de lejos.
Aquí en su trabajo siento un poco más de confianza para pedirle que me regale unos minutos de su tiempo. He reunido un poco de valor, así que es ahora o nunca.
Sin pensarlo más, me adentré al edificio y en el ascensor pulsé el piso 21, cuando llegué, mira hacia ambos lados y ubiqué la oficina, antes de entrar hice una inhalación y exhalación y toqué el timbre y la gran puerta de cristal se abrió
-A sus órdenes -indicó la mujer que me abrió.
-Buenos días, estoy buscando a Frida Belmont Martínez.
-Ella está en servicio en este momento, ¿desea dejar algún mensaje?
-Me gustaría hablar con ella, me dijeron que es Guardaespaldas y quisiera contratarla -mentí-
-Ah muy bien, si desea un servicio de seguridad debe hablar con el Director.
-¿Puedo pasar a verlo? -pregunté-
-Permítame, voy a ver si la puede atender.
La mujer levantó la bocina telefónica y habló con el jefe, unos segundos después, colgó y me indicó que podía pasar.
Toqué la puerta y al entrar me quedé sin palabras.
-Samuel
-Hola Mariposa.