Desde Que Llegaste, Mi Vida Cambiaste

_¡Mama perdón!._

Hablaron los niños al unísono, todos reunidos en el comedor, después que Andrómeda les recordó lo bonito y bueno que era ser unos niños educados y respetuosos con sus mayores, aun si no lo merecían, nadie pudo decir lo contrario a las palabras de Andrómeda, primero por qué era su madre y segundo, una realidad que todos sabían y aunque no les gustara, debían aceptar.

El desayuno pasó y ya todos estaban reunidos en la sala, ese mismo día debían partir a Colombia y para la anciana no era nada agradable esa noticia, extrañaría mucho a ese par de niños traviesos, pero encantadores, para ambos hermanos, ver la ilusión en su abuela de tener bisnietos, se llenaban de deseo por tener sus propios hijos, pero todo a su debido tiempo.

_No me quiero ir._

Hablo Emma con un puchero y sus ojos cristalinos, Manuel tenía a su abuela abrazada, ninguno sabía qué decir.

_Princesa, tu abue y tía tienen mucho trabajo, pero pueden hablar por videollamada todos los días._

Hablo Matteo, secando las lágrimas de Emma.

_¿Podemos venir en vacaciones?_

Arturo tomó a Manu en brazos.

_Yo, como su padrino, los traeré en persona._

Los niños gritaron de emoción, una despedida llena de tristeza y promesas, para Andrómeda y Roberta, era algo muy sorprendente, incómodo, nostálgico, seis años sin tener otro familiar, solo eran ellos cuatro, ahora se unían muchos más, que las llenaban de miedo, no eran cualquier persona y en caso de que todo se saliera de control, los más afectados, serían sus tesoros, la mejor casualidad o descuido, que pudo tener en su vida entera.

Ya una vez listos en el hangar, quienes regresaban de nuevo, las chicas ya tenían a ambos hombres molestos, de las veces que repetían cuidar a los niños, no dejar que hicieran lo que ellos quisieran y demás cosas, Arturo tomo a Roberta y se la llevó a un lugar donde nadie los molestaba y hacerle lo que el quisiera, mientras que Matteo no dejaba de ver, como Andrómeda cuidaba a sus niños, se preguntaba, el porqué estaba tan ilusionado con esos niños.

_Estamos listos, pedí dos azafatas, así estarás mejor._

Andro se acercó un poco.

_Gracias, señor, Santos._

Limpio su traje coquetamente.

_Soy Matteo..._

Andro Puso sus dedos en los labios de Matteo.

_Me gusta como suena Señor Santos, se escucha excitante._

Matt solo vio como ella caminaba a su puesto, lo tenía loco y ya no podía resistir a tanta presión, en la mínima oportunidad, tendría a esa mujer entre sus brazos y quitaría todas sus ganas de verla y escucharla gemir de placer.

Arturo llegó a su puesto con una sonrisa, había quitado sus ganas en un par minutos y Roberta encantada de ser quien lograba eso en él, su relación de amigos con beneficios se estaba poniendo cada vez más fuerte y sus encuentros no tenían ni fecha ni lugares específicos, las reglas ya no estaban, los reclamos seguían pasando y eso era algo que no lea ayudaría en nada.

El vuelo de muchas horas pasó y el lugar de llegada fue la mansión de los Santos, era lo más conveniente para la seguridad de todos, esa noche Matteo decidido dormir junto a Andrómeda y los niños, aunque ella insistiera que no era recomendable, termino cediendo por lo cansada que ya estaba, en el caso de Roberta y Arturo, no sucedió así, para ella hacer eso, era como dar un paso más a la relación y a eso le tenía miedo o simplemente no lo quería así, cosa que hizo molestar a Arturo.

En Inglaterra todo marchaba bien, aunque la abuela no dejaba salir a Matilda seguido, no hasta su boda, que podría ser en unos meses, para Frederick eran eternos y buscaba las maneras para ver a su novia.

Amaneció y Arturo estaba vuelto loco en la sala, llamaba desesperado a todos lados, los guardias de la mansión estaban todos reunidos, al ver a Matteo se acercó de prisa.

_Tenemos problemas._

Le pasó la tablet a Matteo y este tomo asiento, masajeando si sien, más al rato salieron los niños emocionados de haber dormido con Matteo en su gran cama, Andrómeda y Roberta rápido se dieron cuenta de que lago pasaba, mandaron a los niños al comedor y esperaban que les dijera.

_Hablen, ¿qué pasa?_

Hablo Andrómeda.

_Hay unas noticias que Emma a y Manu son hijos ilegítimos de Matteo, en otras que son míos, que los tenemos escondidos y otras sin fin de cosas._

Roberta les quitó la tablet y junto a Andrómeda vieron todas las cosas, no sabían cómo habían llegado esas fotos de sus pequeños a manos de esa gente, ya ambas empezaban a molestarse, lo menos que querían, es que sus hijos fueran acosados en el colegio.

Una llamada de Matteo fue suficiente para qué eliminarán esa noticia, aunque ya muchos lo habían visto, al salir, los periodistas buscaban las maneras de rodear las camionetas, en la casa de Andrómeda fue peor, impidiendo que las camionetas entrarán, la decisión fue ir a un hotel y luego cada uno salir por rumbos distintos, en ese momento ellas empezaban a sentir la presión de ese mundo y no era para nada agradable.

Pensaban en lo peligroso que podría llegar a ser eso, la maldad y la ambición sería las principales causas de esa y para ambas sería muy doloroso si algo les pasaba, Arturo y Matteo estaba haciendo lo imposible para que nada de eso afectará a los niños.