Sin Límite De Amor

Maximiliano llevaba años tratando de ubicar a Samuel y cuando por fin daba con su escondite, simplemente volvía a desaparecer sin rastro. Era como un juego para él, mantenerme buscándolo como un gato a un ratón.

-¡Maldición detective! He gastado una fortuna para saber dónde está ese maldito infeliz. -grité mientras golpeaba con el puño cerrado la mesa que estaba en frente de mí.

-Lo sé señor, y lamento no poder avanzar. Su hermano es muy astuto.

-Y ustedes muy imbéciles. Necesito conseguirlo ya. Mi familia está en peligro mientras él siga con vida -sentía hervir mi sangre.

-¿Y qué piensa hacer señor? -preguntó angustiado el detective.

-Lo que sea necesario con tal de que a mi familia no le pase nada. Si es necesario matarlo yo mismo.

Se instaló un silencio incómodo entre nosotros, y se mantuvo así mientras yo me perdía en mis pensamientos.

...****************...

VICTORIA.

Me encontraba en el parque con Marcus y Amaia. Emilia no pudo asistir de vigilante esta vez, pero para mí era mucho mejor. No sé por qué, pero me sentía más a gusto con Amaia. Ella no controlaba a mi hijo de la misma forma que Emilia lo hacía, sin embargo, no era de mi total agrado.

-Mami, ¿por qué no vuelves conmigo y papá? -me preguntó mi pequeño.

-Amor, ya hemos hablado de eso. Tu mami está por casarse con Maximiliano y no puede dejar a tu hermanita sola -interrumpió Amaia antes de poder contestar.

-Marcus, yo...

-Yo no me llamo así -dijo mi hijo en tono de enfado.

-Para mí, siempre te llamarás así, porque ese es el nombre que yo elegí para ti -le dije molesta. Odiaba cuando me ordenaba llamarlo Samuel. Era como si me tragara un ácido cada vez que le decía así.

-Pero ese es el nombre de mi papá -se quejó.

-Mar... hijo, él no es tu papá. Él es tu... es un tío, solo eso.

-¿Y si no es mi papá, por qué me dejaste abandonado con él?

Odiaba cuando se ponía de esta manera. Era como un círculo vicioso, con preguntas incómodas. ¿Cómo le iba a explicar que él lo robó y lo ocultó de mí? Aunque era la verdad, sabía que mi hijo no me creería. Él adoraba a Samuel. Para él, esa escoria era un tipo de superhéroe intachable.

-Mi amor, esas no son preguntas para hacerle a mamá.- volvió a interrumpir Amaia, pero esta vez le agradecí desde el fondo.1

"Pero quiero saber por qué mamá dice que él no es mi papá, y si no es así, ¿por qué me dejó con él?"

"Está bien, Amaia, él debe saber la verdad en cualquier momento", dije antes de que ella volviera a hablar.

"Cuando tú naciste, tu hermana estuvo muy malita, casi muere...", hice una pausa tratando de ordenar un poco mis ideas, "entonces te dejamos al cuidado de tu tío Samuel, pero él tenía muchos problemas y se fue sin decirnos nada contigo. Te buscamos y buscamos por años, pero jamás supimos de ti de nuevo".

"Eres una mamá mentirosa", me dijo rojo de la rabia, "nosotros te vimos muchas veces en el parque con ese señor y con tu hija".

Miré a Amaia sorprendida por lo que él me había dicho.

"No sabía que nos seguían", dije mirándola fijamente a ella.

"Yo jamás te vi, hijo, pero te juro que te buscamos hasta debajo de las piedras, y cada vez que teníamos una pista, Samuel volvía a desaparecer".

Él me miró con incredulidad, pero no dijo nada más. Al cabo de un rato continuó.

"Mamá, ¿me has querido alguna vez?"

"¿Cómo puedes preguntarme eso?", lo miré con ganas de llorar, "desde el momento en que supe que estaba embarazada de ti, desde ese momento te amé con el corazón y el alma. Cuando Samuel te secuestró... te llevó con él, pensé que iba a volverme loca", sobé su linda cabecita.

"Papá me dio una foto tuya y siempre la miré deseando que fueras real", sus palabras hicieron brotar mis lágrimas, "también deseé que me amaras como amas a mi hermana".

"Los amo, mi amor, los amo a los dos y a tu papá también".

"¿A mi papá o a Maximiliano?"

"Maximiliano es tu papá, Sam. Lo que te ha dicho Victoria es la verdad", nos interrumpió Amaia.

"Sé que este no es mi problema, pero no puedo dejar que esto siga así. Samuel te ha mentido, muchas cosas de las que te dijo no son verdad", él abrió mucho los ojos al escuchar las palabras de Amaia.

"Samuel solo quiere hacerle daño a tu papi y que tú mamá se case con él", culminó Amaia con pesar.

-Perdón, pero papá está casado contigo - dijo él tratando de entender.

-Pero él no me quiere a mí - Amaia comenzó a llorar desconsoladamente, pero antes de que Marcus o yo pudiéramos consolarla, se puso de pie y se marchó a una distancia algo retirada de nosotros.

-Entonces, ¿Maximiliano de verdad es mi papá? - podía sentir la tristeza brotar de su voz.

-Lo es, es la persona a la cual he amado y con la que quiero estar toda mi vida - le confesé - puedes tratar de conocerlo, pero sin creer en lo que Samuel te ha dicho de él.

-Mmmm, puedo intentarlo - me miró sonriendo, pero su sonrisa no llegaba a sus ojos.

-Sé que todo esto es difícil para ti también, pero podemos salir adelante, Marcus... solo deja que te ayudemos, olvida todo lo que Samuel te ha dicho y danos una oportunidad. Soy tu mamá, y más que yo nadie te va a amar.

-Entonces, ¿es verdad que él me secuestró y me llevó lejos de ti? - su pregunta me tomó por sorpresa, solo pude asentir en silencio.

-¿De dónde sabes tú eso? - pregunté curiosa.

-Escuché cuando hablabas con el abuelo Máximo, y decían que Samuel iba a pagar caro haberme secuestrado. Pensé que eran mentiras.

-No todo lo que te ha dicho es mentira, pero necesito que confíes en mí y me digas todo lo que él te ha contado para yo poder decirte cuál es la verdad de todo.

-Lo haré, mami, lo haré, solo si no me vuelves a abandonar.

Tomé a mi hijo entre mis brazos y lo abracé muy fuerte, con miedo de que se pudiera escapar en cualquier momento.

Después de hablar con mi hijo y descubrir las mentiras del maldito infeliz de Samuel, decidí hablar con Amaia.

-¿Para qué me buscas? - dijo con su egocéntrico tono de voz que la caracterizaba.

-Toma asiento, quisiera hablar contigo.

-¿Sobre qué? - dijo a la defensiva.

Le señalé el sillón que estaba en frente de mi pequeño salón de diseño. Ella se sentó de mala gana, cruzando sus largas piernas.

-Sé que no somos amigas, que jamás nos hemos llevado bien, pero quisiera agradecerte lo que hiciste hace un rato.

-Solo dije la verdad -dijo, restándole importancia.

-No sé por qué lo hiciste, Amaia, pero gracias. Eso me ayudó a acercarme más a mi hijo -le confesé.

-Me alegro mucho por ti, pero aún así, Samuel no se dará por vencido. Él te quiere a su lado a toda costa.

-Lo sé, por eso quiero pedirte que, si algo me llegara a pasar, cuidaras a Marcus como lo has hecho hasta ahora.

Ella me miró perpleja. Podía suponer que jamás se esperó escuchar esas palabras salir de mi boca.

-Sé que has sido una gran madre sustituta, y te agradezco por cuidarlo todos estos años, sin importar nuestras diferencias. De corazón, gracias.

-No tienes que agradecerme. Yo daría lo que fuera por tener un hijo como él -ella me miró con nostalgia.

-Cuando lo recuperes, no lo descuides de nuevo. Samuel estará pendiente para atacar apenas bajes la guardia.

-Gracias por tu consejo -le dije con sinceridad.

Ella asintió y se levantó con elegancia para marcharse.

-Amaia, ¿por qué has decidido decir la verdad? -le dije antes de que pudiera retirarse.

-Porque sé lo que una madre sufre por un hijo, y creo que tú ya has sufrido suficiente.

Y con esas palabras se marchó, dejándome sola y pensativa.