Para encontrar libertad a su calvario, Akela deberá luchar incluso con el vínculo de pareja que la une a un compañero que no la ama.
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Capitulo 23
Me encontraba en aquella celda y la tristeza era lo único que podía sentir en todo mi cuerpo y en mi alma entera. Desde mi transformación no había vuelto a sentir a mi loba, no se que había pasado, todo ésto era nuevo para mí y al no haber recibido jamás información o clases sobre el asunto, no estaba en tema. No sabía si era normal o atípico su silencio. Por un lado nada de ésto me sorprendía, sabía que si mí suerte terminaba en desgracia y efectivamente, el Alpha Kinnaman y yo éramos mates, algo así pasaría, no esperaba mucho menos de él. Incluso estaría esperando un rechazo doloroso, que quizás y acabaría con mi vida. Hacía menos de dos meses habíamos compartido esa incómoda cena, dónde solo reforzó el hecho de que le desagradaba. Éramos dos completos desconocidos, yo no sabía nada de él, aparte del hecho de que era el asesino de mi padre y quién extermino la manada a la cuál pertenecía, y él no sabía absolutamente nada de mí, jamás se dió el tiempo de conocerme y así y todo.. yo sentía que lo quería. El vínculo de pareja estaba actuando. Hacía apenas unas horas de mi transformación y descubrimiento y allí estaba, sentada en aquella fría y sucia celda, sintiendo amor?, por la persona que allí me dejó. Era mi mayor miedo, que aquel lazo que nos uniría una vez que nos reconocieramos como mates, actuara y que no pudiera luchar contra él. Sabía que ésto solo era el comienzo, imaginaba que luego de ese golpe en la orilla del río cuando lo ví, solo sería el primero de muchos. Y que todas sus humillaciones a lo largo de éstos años, solo serían una moneda corriente por lo siguiente que tuviera de vida. Lloré, lloré y mucho aquella noche. No entendía porqué la Diosa Luna era así conmigo, porqué me hacía merecedora de tantas penas y desgracias, acaso la había insultado de alguna forma?. Me había abandonado prácticamente desde mi llegada a éste mundo, al negarme la posibilidad de crecer con una madre y al negarme a un padre, que no quiso relacionarse conmigo luego de la muerte de ella. El apellido Kinnaman solo significaba desgracia y horror para mi. Y ahora me encontraba aquí, atada a él, unida a él, sin poder sentir otra cosa que no sea la necesidad de olerlo nuevamente, de sentir su aroma, se perder mí cara en su cuello y respirar su olor, así de patética era mi existencia. Lloré hasta que las lágrimas parecían haberse acabado en mí y entonces en aquel silencio la oí.
- No llores.- Levanté la cabeza y mire mi alrededor. No sabía de donde venía aquella voz, pero estaba segura de haber oído que alguien me decía que no llore. Entrecerré mis ojos, intentando ver hacía la celda de enfrente con la poca luz del lugar, pero nada se veía, parecía estar vacía, la voz no provino de allí. Negué con mi cabeza confundida, debe haber sido mi imaginación. Suspiré y abrase mis piernas nuevamente, mientras miraba el sucio piso.
- No estás sola, saldremos de ésta.- Aquello fue más claro y ahí si me asusté. No sé veía nada en la oscuridad y alguien estaba hablando. Me incorpore asustada y mirando hacía todos lados pregunté.
- Quién es? Quién habla? Qué.. qué quieres?.
- Soy yo, tu loba.- Al oír aquellas palabras, un suspiro ahogado y de alivio me abandonó. No estaba sola, estaba ella, nada le había pasado, no me había abandonado, allí estaba. Lloré, pero ya no sabía si era de tristeza o alegría, solo lloraba, las lágrimas caían.
- Creí... creí que no estabas, que te había pasado algo. No.. no te escuché más y.. no te sentía...
- Aquí estoy, solo necesite un momento.- Supuse que aquel momento que necesito fue por el impacto de encontrar a nuestro mate y ser rechazadas al instante.
- Lo siento.
- Por qué?.
- Te tocó una persona patética, débil e inútil. Nada bueno te deparará el destino conmigo, solo tristezas y penurias.
- No es así. No eres nada de eso Akela y no podría haberme tocado nadie mejor que tú.- Sus palabras fueron como un bálsamo para todo el dolor que estaba cargando en ése momento.
- Sabes mí nombre?.
- Así es.
- Cuál es el tuyo? Cómo te llamas?.
- Hati, mi nombre es Hati.
- Es muy bello.
- Igual que el tuyo e igual que tú Akela.
- Por qué.. por qué él no me quiere? Por qué me rechazo?. No entiendo.
- Yo tampoco. No pude sentir a su lobo, solo estaba él en aquel momento. Era él quien nos rechazaba.
-Su lobo no estaba?.
- No. Supongo que estaba escondido en algún lugar en su mente, o él no lo dejo salir, en verdad no lo sé. Es raro que un mate rechace de esa forma a su compañera..
- Hay una historia entre nosotros, supongo que quizás es por eso.
- De todas formas el vínculo haría acción y causaría algún efecto en él. El mismos que sientes tú en éste momento, que solo anhelas verlo a pesar de que te encuentras en estás circunstancias por su culpa.- Mí loba dijo aquello y sentí vergüenza de mi mismas, tan patética era? Sentía algo por aquel Alpha después de todo?.
- Alguna vez seremos felices Hati? Solo quería un compañero, era mí sueño. Quería pertenecer a una manada, formar parte de algo, tener una familia, muchos cachorros y... ya nada de eso pasará, no soy tan idiota, sé que eso no es lo que depara mi futuro ahora.- Las lágrimas nuevamente cayeron y pude sentir que Hati, mi loba, sentía mi tristeza e intentaba reconfortarme.
- Jamás estarás sola nuevamente Akela. Aquí estoy yo para ti y siempre estaré para ti a partir de ahora. Somos una las dos, y yo si te quiero y te acepto. Seremos nuestra propia manada, una de dos y jamás volverás a estar sola.- Las palabras de Hati solo me desarmaron en lágrimas. Jamás nadie me había dicho algo tan lindo, jamás había sentido tanto amor, porque eso fue lo que sentí, amor. Mi loba me quería y me aceptaba, a pesar de lo inútil que era. Ella al igual que yo, ya debía saber cuál sería nuestro lamentable futuro y asi y todo allí estaba, diciendo que me elegía y se quedaría conmigo. Jamás nadie hizo tanto por mi.
- Hati..
- Si?.
- Gracias.- Podía sentir como si ella me abrazará, como si buscará reconfortar mi alma y en eso escuchamos pasos.
- Alguien se acerca, alguien viene. Ponte en alerta Akela.- Me aleje de las rejas de la celda y lleve mi cuerpo cerca de la pared. Hasta ése momento no había escuchado nada, ni un solo ruido, ni siquiera sabía si se encontraba alguien más en éste lugar o solo era yo quien aquí habitaba. Un olor conocido se fue haciendo presente, la curiosidad me gano y me acerque unos pasos a las rejas y allí apareció él, era el Beta Jay Jarvis junto con otro hombre. Los dos se quedaron de pie observando del otro lado de las rejas, el Beta tenía una visible pena en su mirada y el otro hombre parecía sorprendido y nos quedamos en un silencio incómodo por un largo rato.
Akela zaer