Dylan es un chico ejemplar quien siempre creyó que Sofia; su madre, era una madre soltera engañada y traicionada un día descubre de la peor manera que no es así. Sino que ella fue por decisión propia la amante de su jefe quien estaba casado convirtiéndose así en la otra.
El chico es llamado heredero de uno de los más grandes imperios de la industria de la minera por parte de su abuelo paterno quien lo nombró solo por ser su único nieto varón, no por que lo acepten y mucho menos lo amen en la familia Boyer.
Todo esto pasa cuando Dylan es traicionado, decepcionado y humillado por la mujer que amaba, quien solo lo usó para saciar sus bajos instintos convirtiéndolo en una máquina sexual para ella.
El chico a quien no le importaba el dinero de la herencia decide usar este poder para llevar a cabo su venganza contra esa mujer.
Dylan se verá envuelto en un sin números de eventos peligrosos, manipulaciones y placer donde solo el más fuerte sobrevive.
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Capítulo 22
Minutos antes…
En el comedor de la familia Boyer ya se encontraban Javier, Alejandra y sus dos hijas esperando al patriarca de la familia para poder desayunar junto a él.
— Mi abuelo siempre tarda muchísimo en bajar y estoy que me muero de hambre por no haber comido casi nada ayer.— Suelta molesta Reyna mientras voltea los ojos.
— Tal vez mi suegro está cansado por que ayer se desveló en la fiesta.— Interviene Alejandra al ver que su esposo mira a su hija mayor con el ceño fruncido listo para llamarle la atención.
— Entonces iré a ver si ya despertó.—
Sin esperar a tener la aprobación de su padre, Reyna salió del comedor y subió hasta la habitación de su abuelo.
Cuando estaba por tocar la puerta alcanzó a escuchar a través de esta algo que la dejó inquieta.
— Ese chico es el único que hará que el linaje de los Boyer no desaparezca.—
La chica se quedó parada en la puerta tratando de escuchar algo más y tratar de comprender que era lo que decía su abuelo, pero de pronto una chica de servicio apareció detrás de ella cuando salía de una de las habitaciones.
— ¿Se le ofrece algo señorita Reyna?.— Pregunta la empleada al ver a la chica.
— Nada que te importe.— Contesta enojada y con desprecio Reyna, ya que no la dejo seguir escuchando a escondidas.
Entonces cuando ella le iba a decir que guardara silencio y se marchara, la puerta de la habitación del anciano se abrió dejando ver a la humanidad de Logan.
— ¿Pasa algo?.— Pregunta mirando a las dos chicas.
Reyna le hace seña a la chica de servicio para que se vaya y esta de inmediato baja la cabeza y se aleja de ahí para seguir con sus deberes. Luego ella con su mejor cara y una gran sonrisa mira a Logan.
— Estaba preocupada por mi abuelo, ya que es tarde y aún no ha bajado a desayunar por eso vine a ver si se encuentra bien.— Dice intentando ver adentro de la habitación.
— El señor Edward está terminado de leer un libro, en un momento bajara.— Contesta Logan impidiéndole con su cuerpo que esta miré hacia dentro.
— ¿Un libro?.— Pregunta confundida y llena de curiosidad.
Antes de que contestara Logan el anciano salió de su habitación y le dijo a su nieta que estaba leyendo un libro de una historia que trataba de un chico y su linaje y que precisamente tenía su mismo apellido.
El anciano convencido de lo que decía y sin mostrar nerviosismo, le dijo a la chica que si quería leerlo se lo prestaría, pero que era una historia de más de dos mil páginas, algo que hizo que la chica de inmediato dijera que no lo quería leer.
Luego de eso Reyna supuso que lo que había escuchado detrás de la puerta era sobre ese libro, por lo que no pregunto más y bajo junto a ellos para desayunar.
Después de ese episodio, Edward sabía que no podía volver a tocar el tema de Dylan en su casa o lo descubrirían, y él aún no quería que lo supieran, ya que él mismo aún estaba indeciso en cómo proceder con el chico.
Esa misma tarde el anciano le pidió a Logan que lo llevara a un parque estilo oriental situado en el centro de la ciudad y al cual le gusta ir y sentarse a observar los hermosos paisajes en este. Estando ahí le pidió a su mano derecha que le llamara a Dylan, lo cual Logan de inmediato hizo.
Después de que sonara varias veces el teléfono del otro lado al fin la voz del chico se oyó por la bocina.
— Hola.— Contesta un poco confundido al no conocer el número que le llamaba.
El anciano al escucharlo carraspeo un poco la garganta para después decir.
— Soy Edward, como...—
— Hola Edward que gusto que me haya llamado, ¿cómo sigue de salud? ¿ya se encuentra bien? ¿Necesita algo?.— Interrumpe el chico antes de que el anciano termine de saludarlo.
El anciano al escuchar el sin número de preguntas que le hacía el chico se le fue formando una pequeña sonrisa mientras negaba con la cabeza algo que hizo que su mano derecha sonriera y soltara un suspiro al ver a su jefe así.
La llamada no duró más de 15 minutos en los que solamente conversaron cosas como; como le iba en el trabajo, cuando regresaría a la universidad y en el como Edward seguía mejorando.
Pero sin duda esa pequeña conversación con Dylan, para Edward había sido cómo llenar nuevamente sus pulmones de oxígeno nuevo.
El fin de semana pasó volando y pronto se había llegado el lunes.
Después de las clases de defensa personal en el gimnasio como siempre Marcia y Dylan se encontraron en secreto cerca del centro comercial y luego de varios besos y caricias por parte de los enamorados, Marcia lo abrazo por la cintura escondiendo su rostro en el amplio pecho del chico.
— ¿Dylan, si te pido algo me lo cumplirías?.— Le pregunta la chica simulando estar nerviosa.
— Claro, pídeme lo que quieras que mientras esté a mi alcance te lo daré.— Dice el chico sin pensarlo dos veces.
La chica al escucharlo sonrió con malicia y se aferró más al cuerpo del chico.
— Sabes, el fin de semana será mi cumpleaños.—
— ¿Tú cumpleaños?.— Pregunta el chico sorprendido tomándola de las mejillas para verla a los ojos.
— Sí… Y yo deseo hacer algo especial ese día,—
— Lo que tú quieras Marcia.—
— Entonces yo quiero que tú y yo festejemos ese día… Los dos solos.— Dice esquivando la mirada.
— ¡Por supuesto!.— Exclama el chico queriendo hacer feliz a su amada.
La chica le comenzó a decir que debido a que cumpliría veintiún años sus padres le habían dejado independizarse y que además le habían conseguido un departamento pequeño para que viviera ahí. Por lo que ella quería que festejaran su cumpleaños ahí mirando una película y comiendo algo, solo ellos dos.
Obviamente Dylan acepto para hacer feliz a su amada.
Los días iban pasando y él no sabía que regalarle, por lo que le pidió ayuda a su madre tratando de saber que regalo comprar.
Sofía le dijo que a la mayoría de las mujeres les gustan las cosas románticas y sentimentales, por lo que ella le recomendaba regalarle flores y algún otro detalle.
Un día antes del cumpleaños de Marcia y cuando el reloj marcó exactamente las 12:00 de la media noche, Dylan le llamó para desearle un feliz cumpleaños, pero la chica jamás contestó su teléfono por lo que pensó que ya estaba durmiendo y solo le dejó varios mensajes de felicitaciones.
Al otro día antes de recibir la dirección del departamento de su novia, Dylan fue al centro comercial para poder comprarle un obsequio bonito.
El chico caminó por todo el lugar tratando de encontrar algo que le gustara para su amada pero no se decidía por nada, hasta que miró como un par de chicas salían felices de una elegante joyería.
Dylan sin pensarlo dos veces entró al establecimiento para tratar de buscar algo para su amada.
En cuanto entró al lugar su mirada se fijó en una vitrina que exponía un hermoso y exquisito brazalete de oro blanco con incrustaciones de esmeraldas y diamantes.
— Es hermoso, ¿verdad?.—
Dylan al escuchar que se dirigían a él volteo a ver a la persona encontrándose con un chico muy elegante y bien parecido con anteojos.
— Es hermoso, pero esta fuera de mi alcance.— Le contesta un tanto avergonzado.— Creo que podría vender mi existencia y aún así no me alcanzaría para comprar algo como esto.— Sonríe divertido haciendo sonreír también al otro joven.
— Las joyerías Boyer son una de las mejores del mundo por su excelente calidad y sus inigualables diseños y algo que también los hace únicos en el mercado es que tienen diseños y precios para todo el público.—
— ¿Entonces me podría mostrar algo más económico que esto?.—
Le pide el chico emocionado cuando el otro joven comienza a sonreír algo que lo deja confundido.
— Yo no trabajo aquí, pero con gusto te puedo guiar.—
— Perdón no lo sabía.—
— No pasa nada, no te preocupes.— Sonríe divertido al ver al joven apenado.— Mi nombre es Harry Daves, ¿y tú eres?..—
— Soy Dylan.. Dylan Rangel un placer.—
Los dos chicos se dieron un apretón de manos con una sonrisa en el rostro sin saber lo que el destino les tenía deparado.
^^^Continuará…^^^
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