Una Mujer En La Mafia #2 -

—Vamos, te ayudo a ir a tu cuarto —le dije mientras lo ayudaba a levantarse del sofá.

James se apoyó en mí, su brazo alrededor de mis hombros, y caminamos lentamente hacia las escaleras.

—Puedo solo —murmuró con una pequeña sonrisa, pero no apartó el brazo.

—Claro que sí —respondí con sarcasmo—. ¿Quieres que te cargue también?

James soltó una risa breve, pero se detuvo cuando el movimiento pareció recordarle la herida.

—Tal vez.

Lo miré de reojo, y él solo sonrió de lado, disfrutando de la situación más de lo que debería.

Cuando llegamos a su habitación, abrí la puerta y lo llevé hasta la cama. James se dejó caer con un suspiro, apoyándose contra el respaldo.

—Descansa. Mañana pensaremos qué hacer.

Me giré para irme, pero sentí su mano atrapando mi muñeca antes de que pudiera alejarme.

—Quédate.

—James… —Intenté zafarme suavemente, pero él me jaló con más fuerza, lo justo para hacerme perder el equilibrio y caer sobre él. Mi rostro quedó a centímetros del suyo, sintiendo su respiración cerca de mis labios.

—Duerme conmigo —susurró, su voz ronca—. Y no me discutas ni me lleves la contraria… Eres insoportable a veces.

Su mirada era intensa, y por un momento, quise responderle con una broma o alguna excusa, pero no lo hice.

Sin decir nada, me quité las botas y me subí a la cama, deslizando las piernas bajo las sábanas. Me acerqué hasta quedar junto a él, y sin pensarlo demasiado, rodeé su torso con mis brazos, apoyando mi cabeza en su pecho.

James soltó un suspiro tranquilo, y su mano acarició suavemente mi espalda.

—Sabía que no te resistirías.

—Cállate —susurré contra su camisa.

Lo sentí reír en silencio, pero no dijo nada más.

Y así nos quedamos, abrazados, dejando que el silencio se encargara del resto.

-

Cuando llegamos a París, no sabía qué esperar. Había tantas cosas que reconstruir. Con Scott, con James, conmigo misma. Pero lo que más me sorprendió fue lo fácil que fue empezar a llevarme bien con mi hermano. Después de todo lo que vivimos, sentí que nos entendíamos sin tener que decir mucho. Tal vez, en el fondo, siempre habíamos estado esperando la oportunidad de tener un hermano..

Nos mudamos juntos a un apartamento en el centro. Las noches de silencio se convirtieron en cenas llenas de bromas sarcásticas, discusiones por tonterías y charlas sobre nuestro padre.

Scott tenía la costumbre de irse de noche y volver al amanecer, con ojeras y un cigarro a medio terminar en la boca. Pero siempre estaba ahí. De alguna forma, nos cuidábamos el uno al otro.

La herencia de mi padre fue otro tema delicado. Cuando llegó el momento, no tuve dudas: la repartí con Scott. Él se resistió, diciendo que no le importaba, que todo lo relacionado con nuestro padre le traía malos recuerdos. Pero insistí. "Esto no se trata de él," le dije una noche mientras cenábamos. "Es sobre nosotros. Sobre lo que somos ahora."

Creo que fue la primera vez que vi a Scott emocionarse.

Con James, las cosas fueron... complicadas. Volvimos a estar juntos, pero algo había cambiado. Quizá fue lo que vivimos en Italia, o tal vez el hecho de que ambos teníamos heridas que no sanaban con un simple "te amo". A pesar de todo, estábamos bien. Nos entendíamos de formas que no podía explicar con palabras.

Sin embargo, después de unas semanas, James decidió irse con Amelia. Necesitaban tiempo. Y lo entendí. Aquella noche en Italia.

Me dolió verlos partir, pero sabía que no era un adiós definitivo. James me prometió que volvería, y aunque solía desconfiar de las promesas, esta vez le creí.

Por otro lado, Simon y yo seguimos hablando de vez en cuando. No con la misma intensidad de antes, pero lo suficiente para mantener el contacto

La vida en París siguió su curso. No fue perfecta, pero estaba en paz. Me dediqué a continuar con el linaje de mi padre, algo que jamás pensé que haría. Scott, sorprendentemente, también decidió seguir ese camino, aunque a su manera.

No sé qué nos espera en el futuro, pero por primera vez en mucho tiempo, siento que tengo algo parecido a una familia. Y eso, después de todo lo que vivimos, es más de lo que alguna vez creí que tendría.