Luz O Oscuridad

19/01/2019

Mi primer día solo en la escuela. Nadie se acercaba, todos me evitaban, como si estuvieran contagiados por los rumores tontos que rondaban sobre mí. Lo peor era que muchos ni siquiera sabían la verdad, pero preferían creer lo que otros decían. Sin embargo, algo en mi pecho se aligeró cuando me di cuenta de que Max no era parte de esos rumores. Tal vez había esperanza en la humanidad después de todo.

Cuando las clases terminaron, fui el último en salir del aula, caminando por los pasillos como si estuviera fuera de lugar. Mis pensamientos se mezclaban con la indiferencia de los rostros vacíos que pasaban a mi lado, tan ajenos a mi mundo. Me dirigía hacia la salida, aún reflexionando sobre la extraña sensación de estar invisible, cuando una escena llamó mi atención.

Unos metros antes de llegar a la puerta, escuché el ruido de voces elevadas. Me acerqué, impulsado por una curiosidad que no pude evitar. Al doblar la esquina, los vi: dos chicos de la clase de deportes, conocidos por su actitud prepotente, rodeaban a un chico más pequeño, uno que no reconocí, y lo empujaban contra la pared.

La violencia era evidente, y no tenía dudas de que era una de esas situaciones que el resto de los estudiantes preferiría ignorar. El chico, que parecía más asustado que herido, intentaba defenderse con torpes movimientos, pero no lograba ni siquiera apartar las manos de sus agresores.

Sentí una punzada en el pecho, una mezcla de impotencia y rabia. No podía quedarme allí viéndolo. Pero, ¿y si la gente me miraba a mí de la misma forma que a él? ¿Un espectador más que prefiere no involucrarse? Sin embargo, algo en mí me decía que no podía simplemente ignorarlo. Mi corazón latía con fuerza, y mi mente, llena de dudas y miedo, sabía que tenía que hacer algo.

(cerca de la salida)

Daniel: vamos, maldito nerd, danos tu dinero.

Haziel: y de paso, trae nuestra tarea mañana. (Lo golpea) ¿lo entendiste, maldito?

¿?: (conteniendo las lágrimas) si... esta bien, mañana las traeré,  pero... no tengo dinero.

Daniel: pobre infeliz... Nos conformamos con la tarea, pero... (sonríe con desden y lo golpea de nuevo).

Losert: (Piensa para si mismo) son nada más que basura humana. ¿Por qué no pueden dejarlo en paz? Podrían morir ahora mismo y no me importaría. Pero no me corresponde intervenir... pasare de largo. Mejor que sigan con sus vidas insignificantes.

Si, así de frío era. Caminé sin mirar atrás, aunque sabía que él me observaba, tal vez con la esperanza de que lo ayudara. Pero lo dejé atrás, pasé de largo, sin un solo gesto de compasión.

Antes de irme, Daniel giró y, con una sonrisa burlona, me gritó:

Daniel: Tú no te salvas, rarito. Serás el siguiente el lunes. Por hoy ya estamos ocupados.Haziel: Será divertido. Mejor prepárate.

Losert: (Los miré con desdén, sin inmutarme.) Claro.

(Respondí con una frialdad absoluta, sin que nada en mi rostro mostrara emoción alguna.)

Caminé hasta casa, mi mente en blanco, incapaz de pensar en nada. Ni siquiera me di cuenta de cómo llegué, hasta que ya estaba en mi cama. Solo cerré los ojos, dejándome caer en un sueño profundo, sin intentar escapar de mis pensamientos. La noche me envolvió, y pronto me quedé completamente dormido, sin más.

20/01/2019

(sala de losert)

Apenas desperté, desayuné sin mucha energía y me senté en el sofá, recostando la cabeza hacia atrás, mirando el techo. Mi mente vagó, y sin darme cuenta, volví a ese momento, al recuerdo de cómo conocí a Max.

Cuando estaba en tercero de primaria, me costaba mucho adaptarme. No tenía amigos y no sabía cómo relacionarme con los demás. Eso hizo que algunos chicos se aprovecharan de mi inseguridad, y me hacían sentir inferior, ya fuera con comentarios crueles o, en ocasiones, con empujones o burlas. Mi frustración creció con el tiempo, y empecé a ver a los demás con desconfianza. Un día, un chico nuevo se acercó a mí. Al principio, me costó abrirme, pero pensé que tal vez sería mi primer amigo. Qué ingenuo fui. Al día siguiente, él, junto con los chicos que solían molestarme, me ignoraron y me dejaron de lado. Me di cuenta de que solo me había usado para integrarse en su grupo.

Resignado, pensé que nada cambiaría, y así pasó, hasta que llegué a quinto grado. Allí conocí a Max.

5 años atras,

Max: (Se acercó con una sonrisa tímida) Hola, soy Max. ¿Y tú?

Losert: (Pensé para mí mismo) Otro más... (Respondí con frialdad) Soy Losert. Dime, ¿qué quieres? ¿Golpearme? ¿Insultarme? Adelante, gana tu lugar en el salón.

Max: (Con tono preocupado) ¿Qué dices? No quiero hacerte nada de eso. Solo quiero ser tu amigo.

Losert: (Levanté la mirada, confundido) ¿A mí... amigo?

Max: Sí, claro. Para serte sincero, sé quién eres, Losert. Y quiero ayudarte. Así que, ¿qué dices, seremos amigos?

Losert: No es... no es una trampa, ¿verdad?

Max: (Sonrió ampliamente) Te juro que lo que digo es verdad.

Fue el único que realmente me ofreció su amistad y que intentó ser mi amigo. Después de eso, me ayudó a hablar con los maestros, y, poco a poco, el bullying terminó. Desde entonces, Max y yo fuimos amigos, y esa amistad se convirtió en algo que nunca esperé tener.

(Actualidad)

Losert: (Pensé para mí mismo) Él me ayudó tanto, y yo me comporté de una manera horrible con él... Soy un perdedor.

El día pasó rápidamente, y cuando me di cuenta, el domingo ya estaba por terminar. Lo que me pareció extraño fue que Elizabeth no vino a mi casa para tomar mi sangre. Sin darme cuenta, caí en un sueño profundo.

Cuando llegó el lunes, simplemente me vestí y salí. Al llegar al salón, noté que no había nadie. Miré el reloj y era apenas las 8:00 de la mañana. Había llegado demasiado temprano, y nadie estaría allí hasta las 8:30.

Me senté en mi lugar y miré hacia el cielo a través de la ventana, perdido en mis pensamientos.

Cuando llegó la hora del receso, salí al patio. Y, para mi mala suerte, me encontré con esos dos.

(patio de la escuela)

Haziel: Mira quién tenemos aquí.

Daniel: Vaya, justo a tiempo. Ya estaba buscando algo que hacer.

Losert: (Bajé la mirada, sin mostrar emoción) Pueden hacer lo que quieran. No me importa.

Haziel: Está bien, te tomaré la palabra.

Esos dos me empujaron al suelo, y nadie intervino. Mientras estaba en el piso, vi a Elizabeth entre la multitud. Esta vez, sus ojos no mostraban emoción alguna; simplemente observaba. Pero cuando nuestras miradas se cruzaron, sonreí, y pude ver cómo su expresión cambiaba, como si algo en ella se rompiera.

Cuando sonó la campana, se detuvieron y me dejaron allí, sin decir una palabra.

Cuando los profesores llegaron, no les dije nada. Me llevaron a la enfermería en silencio.

Los días siguieron con la misma rutina, siempre terminando de la misma forma. Pero ese viernes, Elizabeth se acercó a mí durante el receso.

25/01/2019

(reseso patio de la escuela)

Elizabeth: (Enojada) ¿Hasta cuándo vas a dejar que esos idiotas te sigan golpeando?

Losert: (Sin reaccionar, respondo sin mucha emoción) No lo sé, supongo que hasta que se cansen.

Elizabeth: (Me da una cachetada, preocupada y frustrada) ¡Eres un idiota! Hasta ahora he mantenido mi promesa de solo hablarte cuando necesito tu sangre, pero ya no puedo más. No soporto verte así.

Losert: (Atónito, mirando al suelo) Así que solo seguías la promesa… se me había olvidado. (Un tono triste en mi voz) Soy un cobarde que no puede hablar con nadie.

Elizabeth: (Se sienta a mi lado, con una expresión tranquila pero firme) Te equivocas. ¿Acaso olvidas que hablamos el primer día en el salón? No sé mucho sobre tu pasado, pero hablaste conmigo sin problemas.

Losert: (Confundido) Supongo que fue porque me preguntaste lo mismo que Max. Sin darme cuenta, olvidé mis problemas. (Bajo la mirada) Pero él ya no está, y ahora estoy solo.

Elizabeth: (Me extiende la mano, sonriendo con sinceridad) ¿Quieres ser mi amigo?

Losert: (La miro, incrédulo) ¿Estás segura?

Elizabeth: Claro, es lo que he querido desde que te conocí. Aunque te convertiste en mi familiar antes de eso. (Ríe suavemente)

Losert: (Algunas lágrimas se asoman, y mi voz se quiebra) Perdóname, fui muy cruel contigo.

Elizabeth: No hay nada que disculpar. (Sonríe) Y bien, ¿qué dices?

Losert: (Sin darme cuenta, la abrazo emocionado) Sí, quiero.

Elizabeth: (Ríe suavemente) Jejeje, en el fondo eres un niño llorón.

Daniel: Mira nada más… (Ríe burlonamente) Qué hermosa escena.

Haziel: (Con tono despectivo) Oye, lindura, mejor ven con nosotros y deja a ese perdedor.

CONTINUARA...