Volvi de la muerte, solo para vengarme de los que me lastimaron, tuve que cambiar y volverme fuerte para no sucumbir ante el amor, ese amor que nunca fue y nunca será, mi único objetivo es recuperar lo que un día fue mío.
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Capitulo XXII Pienso igual cuando no estoy ebrio
— Es increíble que me llamen para esto. ¿Acaso no tiene una prometida?, ¿por qué no la llaman? — Diana estaba molesta, ya que ella estaba tranquila descansando de un largo día.
Con ayuda de uno de los trabajadores del lugar llevo a Emir hasta su auto, ahora tenía que llevarlo hasta su apartamento, solo esperaba no encontrarse con la estúpida de Mariana, esa mujer es insoportable.
— Diana, mi amor, no me dejes. — dijo Emir mientras Diana conducía.
Ella logró escuchar lo que el hombre a su lado estaba diciendo, así que volteo a verlo y se percató de que Emir estaba dormido.
— Te amo Diana, por favor dame otra oportunidad, está vez lo haré bien y te defenderé de quien sea. — manifestó Emir mirando a Diana.
En realidad él no estaba dormido, simplemente había cerrado los ojos por un instante para poder pensar con claridad lo que quería hacer, la conversación con su amigo le abrió los ojos y si él amaba a esta mujer que tenía frente a él, entonces debía luchar por ella y protegerla contra quién sea, también quería estar cerca de su hija, por mucho tiempo anhelo tener un hijo propio y ahora que la tiene no quiere tenerla lejos.
— Estás ebrio, cuando se te pase olvidarás todo lo que me has dicho. — comento Diana sin apartar la mirada del camino.
— No lo haré, porque pienso igual cuando no estoy ebrio. — respondió Emir mirando fijamente a Diana.
— Sabes que si iniciamos una relación, las cosas se pondrán complicadas. — aseguro Diana con seriedad.
— Lo sé, pero no me importa, yo las protegeré contra el mundo si es necesario. — declaró Emir sinceramente.
Diana sonrió levemente, ella quería creer en Emir, solo que él ya había demostrado no ser de confianza, él era muy indeciso y podría pasar que ahora quiera tenerlas a su lado y mañana ya no y pensando en la estabilidad de su hija prefirió no creer en las palabras de un borracho.
Dejo a Emir en su apartamento y luego regreso a su casa, no podía pensar en Emir como su salvador, mejor dejaría que las cosas siguieran su curso y si de verdad Emir la amaba entonces que lo demostrará con hechos y no con palabras. Regreso a su casa donde la esperaba su pequeña Abi; sin embargo, sus sentimientos estaban desbordados, quería creer en Emir, quería creer que lo dicho por él era cierto.
Emir, por otro lado, quedó tendido en su cama, él sueño lo venció y se quedó dormido, con solo un pensamiento en mente y este era el que lucharía por su familia.
Al día siguiente despertó con un fuerte dolor de cabeza, estaba consciente de todo lo que había ocurrido el día anterior, de su plática con Samuel, de lo dicho a Diana y de su convicción para proteger a su familia, pero antes debía romper ese absurdo compromiso con Mariana.
— Hola, mi amor, y ese milagro que te acuerdas de mí. — dijo Mariana apenas contesto el teléfono.
— Tenemos que hablar, te espero en mi oficina en media hora. — ordeno, Emir colgando la llamada.
Mariana estaba ilusionada, Emir nunca llamaba y menos tan temprano. La mujer se arregló lo mejor que pudo para ir al encuentro con su prometido, ella pensaba que él la llamo para definir la fecha de la boda.
— Buenos días, hija, ¿a dónde vas tan arreglada?. — pregunto Sofía con una gran sonrisa.
— Emir me pidió vernos, creo que quiere adelantar la boda. — respondió Mariana muy emocionada.
— ¿En serio?, eso sería genial, imagínate te casarías con el único heredero de los Figueroa y dueño de empresas Durán. — manifestó Sofía con una gran sonrisa.
— Ustedes dos sí que son ingenuas, dudo mucho de que Emir quiera adelantar el matrimonio y además con la aparición de Ana Durán las empresas Durán no tardarán en pasar a su poder. — intervino Ernesto quien había escuchado la conversación de las dos mujeres.
— ¿De qué estás hablando?, ¿cómo es eso que Ana está de vuelta?, ella murió hace más de siete años. — dijo Mariana
— Ja, ja, ja ya veo la magnífica relación que tienes con mi hijo que ni siquiera te ha contado del regreso de Ana. — dijo Ernesto burlándose de las dos mujeres.
— Eso es imposible, Ana murió en aquel accidente de avión. — comento Sofía incrédula.
— Deja que tu querida Mariana vaya y lo compruebe por sí misma. — respondió Ernesto agarrando sus cosas y saliendo de la casa riéndose de las dos mujeres.
Ernesto era un cínico que solo iba por el mejor postor y entre Diana y Mariana preferiría a Diana, ya que esa mujer tenía mucho poder y estaba pensando la manera de que toda esa fortuna pasará a manos de los Figueroa.
Mientras tanto Mariana y Sofía estaban impactadas con la noticia del regreso de Ana, ellas aún no sabían que Diana era Ana y además ella tenía una hija con Emir.
— ¿Ahora que vamos a hacer?, si es cierto que Ana volvió, Emir podría cancelar nuestro matrimonio. — dijo Mariana desesperada.
— No pienses así, Emir no le perdonaría que se hiciera pasar por muerta tanto tiempo. — intento tranquilizar Sofía a Mariana.
— ¿Tú crees mamá?, él la amaba mucho y creo que aún la ama. — señaló Mariana al borde de las lágrimas.
— Recuerda que la tal Diana casi conquista el corazón de Emir, lo más seguro es que ella logró que él se olvidará de su antiguo amor. — explico Sofía sin pensar sus palabras.
— Muchas gracias mamá eso es sé gran consuelo, Emir nunca me va a amar a mí, él prefiere a cualquier mujer antes que a mí. — reprochó Mariana llorando.
— Lo siento hija, es la verdad, además Emir puede amar a cualquier mujer, pero ¿con quién se va a casar?, ¿acaso no es, contigo? — dijo Sofía confiada en que Emir no cancelaría la boda.
Con eso en mente Mariana salió hacia la oficina de Emir, ella trató de controlar sus nervios, pues no podía mostrarse débil ante nadie y si le tocaba luchar nuevamente contra Ana, sencillamente lo haría y punto.