Los Placeres Del Engaño

...Advertencia Este capítulo contiene escenas violentas, contenido sexual explicito y un vocabulario vulgar, además de contar con alto contenido de poder y dominio que pudieran afectar a un público sensible, si por algún motivo es sensible ante lo mencionado con anterioridad puede abandonar su lectura, en caso de no ser así, corre bajo su propia responsabilidad. Gracias....

...PLAYLISTS The Machine —Reed Wonder y Aurora Olivas Let The World Burn —Chris Grey Shut up and Listen —Nicolas Bonnin y Angelicca...

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Como diferencias el fin del principio.

Cuando la presa se encuentra vagando por el espeso bosque en busca de alimento con el cual sobrevivir, entre las oscuridades acecha el peligro.

Así se sentía Celine, al momento en aquellas puertas de metal se abrieron sintió el temor de entrar en aquel recinto que expedía una aura peligrosa y despiadada, nada bueno esperaba, además de que una mala espina era el hecho de que nadie la hubiera recibido o como lo espera de la rubia que la cito.

—Hola, Megan...

Camino con cautela por el pasillo que se abría a una gran sala que podía ver, el sonido de sus tacones resonaron en el eco hasta que bajo el escalón. Sabía que se tomaba el atrevimiento de pasar sin antes haber sido invitada, pero que más podía hacer cuando no había nadie quien te recibiera, miró el lugar reconociendo que aquel departamento que gritaba a hombre por todas partes, abrió su bolso dispuesta a llamar a la anfitriona de dicho recinto masculino.

—No es necesario...

Detuvo toda acción, su cuerpo entero tomó rigidez por aquella impostada voz que reconocía, aunque podía encontrar el cierto aire de desquite, sabía, no, reconocía cuando algo le había provocado aquel hombre.

No era necesario girarse. No era de suma importancia girarse y buscar de dónde había prevenido la voz cuando lograba sentir su loción dulzona con toques amaderados, su aura la envolvió en un manojo de nervios que representaba su figura, su postura, su toque.

La yema de sus dedos se pasearon a lo largo de sus brazos desnudos hasta sus hombros donde sintió la ligera presión de sus manos.

—Me debes una mordida Celine...

Dijo en un susurro aquel nombre que la hizo vibrar de lo sexy que lo había dicho, mientras acercaba su rostro y olfateaba de aquella piel suave y tersa.

—Lo supuse, nunca has dejado cabo suelto...

Una sonrisa se asomó de la comisura de su labio, una sonrisa divertida. Y, Oh, cuánto tiempo había pasado desde que se había divertido de aquella manera en que una mujer lo había hecho divertirse.

Ya no había ningún rastro de aquella mujer que lo complacía, de aquella mujer que no soportaba sus provocaciones pues ya estaba encima de él. Celine Blackwood había despertado a sus demonios, se resistía a él como ninguna mujer lo había hecho y eso, solo lo incentivaba.

—¿Qué pasa? ¿Por qué te niegas a lo que tu cuerpo reclama?

La tomó por la cintura con fuerza azotándola contra su pecho en un movimiento arrebatador que la sorprendió. La tensión podía sentirse a kilómetros, las feromonas transmitidas provocaban a los pobres nervios de Celine que reaccionaban a cada uno de sus toques, no eran más que unos traidores al igual que sus pensamientos corruptos.

—Tu prometida podría encontrarnos en una posición muy inapropiada, no deseo hacerle daño a una mujer que no merece tu desplante...

—Suficiente, te conozco mejor de lo que tú te conoces, sé lo que deseas, sé cómo funciona tu cabeza y desde ahora te lo digo, nada importa, nada importa cuando estas ganas por poseerte me dominan

La giró con fuerza dejándola de frente a él para poder ver aquellos ojos verdes que ha visto desde el día de la fiesta, cuando cubrió su rostro con su mano, cuando la tuvo cerca de su cuerpo.

—No crees que estás sobrepasando los límites del respeto, sé muy bien que clase de hombre eres, al igual que tú, te conozco, pero no por ellos cederé a tu capricho..

—¿Capricho?

Por primera vez en años Celine vio aquella sonrisa blanca y rádiente, si, ahí estaba, el Alexander Morgan que conocía, el hombre dominante y burlón que le provocaba un dolor de cabeza y deseo acumulado.

Soltó una suave carcajada y la apretó con más fuerza a su cuerpo borrando todo espacio de sus cuerpos, sintiendo como estos encajaban más que a la perfección.

—¿Te parece que esto es un capricho?...

La tomó por la mandíbula y camino con rapidez pegándola sin delicadeza contra un librero robando el aliento de sus pulmones y un jadeo que no hizo más que enfurecerlo por lo condenadamente sensual que había sonado a sus oídos.

—No, no te equivoques Celine, lo que yo tengo, son unas increíbles ganas de saciar esto que siento por ti, por qué, demonios, no tienes idea de cuando te deseo...

No hubo respuesta, no más cuestiones, no soporto más tiempo que su cuerpo lo había traicionado, un arrebatador beso domino sus labios robando su aliento, su cordura, una batalla en busca del poder, sus bocas luchaban con tal ímpetu que ninguno quería ceder ante el otro.

Su desquite lo hizo sonreír al morder de aquel carnoso labio que no tardó en sangrar, que la mujer debajo de él luchaba en su contra para liberarse y ver los daños hechos, pero no se lo permitió, si dejar de besarla la tomó por la cintura con fuerza y camino hasta a ciegas hasta chocar contra el comedor. Ahí dejo sus labios viendo la magnífica obra de sus actos, rojos, estimulados por el dolor, esos labios que cuando los probó, le recordaron por qué eran su adicción de años atrás.

—Dime, ¿Es que no lo deseas? ¿No sientes ese dolor en tu vientre? ¿No deseas esto tanto como yo? ¿Por qué te resistes?

Su respiración estaba hecha un desastre, su cercanía le robaba la calma, la sola idea de que por aquellas puertas de metal se presentará la mujer que era la prometida de dichoso hombre la tenía alterada, la idea de lastimar, dañar a alguien de esa manera le era horrible, jamás desearía que alguien sufriera el mismo daño que ella vivió.

—Por favor, Alexander, que quieres lograr con todo esto, lastimadas a una mujer, me dañarás a mí, a todos, no quiero eso, ya viví una infidelidad, no seré la razón por la que alguien más sufra por mi culpa, por ser la otra...

—No lo serás...

—Mentira, dejemos esto por la paz de una vez, suéltame, fingiremos que nada de esto ocurrió, tú y yo volveremos a ser extraños y se terminará...

—No

Sentenció tomándola por las caderas para poder colocarla sobre la mesa de madera, abrió sus piernas y se metió en medio de ella para tenerla pegada así mismo, sus manos abandonaron sus caderas y la tomó del cuello con fuerza suficiente.

—Yo no soy la escoria de John, yo no seré condescendiente, Celine, yo no esperaré a que tú accedas a tus deseos, yo los desataré, te are recordar porque fuiste mía y siempre ha sido así...

Intento detener todo movimiento inapropiado, forcejeo contra la fuerza de esa poderosa mano que se introducía lentamente desde por debajo de su vestido, aquel simple contacto de sus dedos provocó un escalofrío que recorrió su cuerpo, que le demostró que su cuerpo deseaba tanto aquello como él, sus ojos se escudriñaban, buscaban que alguno de los dos flaquearan, que detuvieran esa locura, su boca se entre abrió cuando sintió la cercanía de esa peligrosa mano que poseyó su ropa interior.

—Alex...

—No, no me llames así, porque no me detendré, porque sé que lo deseas tanto como yo...

Deslizó el suave encaje hacia un lado permitiéndose tocar aquellos pliegues ya humedecidos, sonrió al sentir la evidencia en sus dedos, sonrió al verla entre abrir más sus labios, sonrió al verla cerrar sus ojos con fuerza, sonrió al verla tan impotente a su toque.

Paseo por aquellos pliegues con lentitud, viendo el rostro de la castaña que se resistía todavía.

—Es que acaso no lo ves, no sientes el placer, la lujuria, el deseo, lo lasciva que te ves ahora, lo sensible que eres ante mi toque, lo ves y te niegas a la idea de que yo soy la razón de tu delirio, de tu dolor...

—Nano tienes idea de cuanto te odio...

Dijo en un arrebato antes de perderse ante la intromisión de aquellos poderosos dedos que se introdujeron robándole la cordura, se aferró a los brazos a la par que sentía aquel éxtasis. Su respiración chocó con la de él, sus narices se acariciaron, sus labios se entre tocaron entre sí mientras jadeaba por el arrebato.

—Si, lo deseas y ya no habrá vuelta atrás, serás mía, volverás a ser mía...

Una vez más poseyó aquellos labios con dominio, con morbosidad, los entre mordió, los chupo, los recorrió con su lengua sin dejar ningún lugar sin explorar, los jadeos, los gemidos fueron sílenciados en su dominante beso, era sencillo, solo debía dejarse hacer, dejar que sus demonios corrieran libres, dominar aquel pequeño y apretado c*ño que succionaba sus dedos tan condenadamente bien, como la extrañaba, ninguna mujer podía compararse con ella, simplemente le era un afrodisíaco.

Dejo su boca al perderse en el frenesí de sus dedos, sus ojos se cerraron mientras se dejaba caer sobre la mesa sintiendo su más cercano éxtasis, lo vio, la vio, esa mujer que extrañamente tenía un poder sobre él, se inclinó sobre su cuerpo y comenzó la danza de su boca sobre su cuello, dejó bastos besos, dejó la huella de sí arte sobre aquella mujer que deseaba hasta por los poros, si, comprendió en el instante en que sus piernas se apretaron a sus caderas que jamás se cansaría de ella, que ambos habían comenzado un fuego que los quemaría a ambos.