La Bruja y el Dragón PROMESA Y DESTINO

En la reunión el caos reinaba, Woden había perdido el control, eran años de rencor hacia los dragones, así que se había abalanzado con todas sus fuerzas en contra de Nidhogg, sin embargo, Rodrigo lo había interceptado, y aunque había logrado bloquear el golpe, debido a la fuerza del impacto, éste se había visto obligado a retroceder, lo que ninguna otra criatura que hubiera enfrentado antes había logrado conseguir a la primera, aún así, no respondió el ataque, estaban ahí en busca de una negociación y al menos que su señor lo ordenara, el sólo actuaria como un escudo. De inmediato sus hermanos Caerus y Cybel sujetaron a Woden, tratando de calmarlo, mientras Nidhogg volvía a intentar comunicarse con su hijo, con el teléfono todavía en altavoz, escucharon una extraña interferencia que Damara reconoció al instante.

—Es un hechizo de bloqueo— pronunció en voz baja, sin embargo todos sus hijos quedaron en silencio al escucharla —Necesitamos hacer un hechizo de rastreo— Woden al instante se desinfló siendo atrapado por Boreas. Si bien los dragones eran terriblemente fuertes, tanto que tenían la capacidad de percibir y anular la magia, ellos no la podían usar en forma de hechizos, lo que significaba que algo más estaba ocurriendo.

Caerus de inmediato asistió a su madre para iniciar el hechizo de rastreo, en el momento que Damara liberó su aura Nidhogg confirmó que no se trataba de cualquier clan de brujas y no pudo evitar sonreír, le alegraba, que después de tantos años, aquel clan de la Promesa aún existiera y estuviera prosperando.

Al concluir el hechizo, una pequeña burbuja, aparentemente formada de una especie de bruma multicolor, se elevó desde el cetro de la mesa, y de ella salió una dulce voz juguetona.

—La bruja que usted intenta localizar no se encuentra disponible en éste momento, favor de intentar mucho más tarde, gracias— Era la voz de Libelle, quien aparentemente había bloqueado toda forma de rastrearla, y si bien era muy fácil romper ese hechizo, hacerlo le provocaría algo de malestar sin mencionar que era evidente que lo había hecho con el propósito de no ser molestada.

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En una cabaña al otro lado de la ciudad, el ser apasionado que vivía dentro de Ejder por fin había despertado, y probablemente porque nunca lo había alimentado era que estaba tan hambriento, al punto de devorar varias veces esa noche a la hermosa brujita que ahora dormía entre sus brazos, a la cual no podía dejar de admirar con una sonrisa, él aún estaba embriagado de pasión y no recordaba nada del mundo fuera de esa habitación, no deseaba dormir porque quería seguir contemplando a Libelle, sin embargo, en algún momento cerca del amanecer el sueño lo había logrado vencer.

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Libelle despertó poco antes del amanecer, se sentía muy cansada y algo adolorida, sin embargo, sabía que tenía que ponerse en movimiento lo antes posible, aún así, no pudo evitar admirar por un rato al hermoso hombre que yacía junto a ella, detalló en su mente cada rasgo y acarició con suavidad su cabello revuelto, en ese momento tuvo que reprenderse a si misma por desear más de lo que ya había obtenido hasta ese momento, y se recordó a sí misma que debía estar feliz por haber conseguido tan dulce experiencia y conformarse con ella. Entonces salió de la cama y se apresuró a vestirse para volver al mundo real, después de haber cumplido una de sus más grandes fantasías.

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Justo al amanecer Libelle giraba la llave en la cerradura de su casa con el mayor cuidado posible, tratando de no hacer ningún ruido, sabía que Aisha y la pequeña Zahori estaban en el campamento y ella había acordado alcanzarlas la noche anterior, pero las cosas terminaron resultando mejor de lo que ella había esperado y ahora necesitaba cambiarse para alcanzarlas, y así poder fingir que había estado ahí todo el tiempo, pero justo cuando se deslizaba por la puerta entreabierta, se llevó una gran sorpresa.

Toda su familia estaba esperando en la oscuridad de la sala, incluidas las campistas, por lo que de repente sintió cómo el alma se le iba hasta los pies, y conforme la luz del amanecer comenzaba a iluminar su casa, ella podía contemplar a cada uno de sus hermanos, que tenían semblantes confundidos y enojados, dejándola, por primera vez, sin la capacidad de hablar.

Fue su tío Lugus el primero en aproximarse a ella y mirarla con seriedad, examinándola a consciencia y obligando a Libelle a voltear hacia arriba para verlo a la cara, entonces sin previo aviso soltó una sonora carcajada divertido, le revolvió el pelo como cuando era una niña y tomó su teléfono para llamar a su amigo.

—Ya apareció nuestra fugitiva, pasaré a ver a tu cachorro más tarde y en cuanto a tu fugitivo... será divertido siempre y cuando sea un chico responsable— Al colgar todas las miradas de la familia esperaban una explicación, pero él sólo se limitó a encoger los hombros mientras miraba con picardía a su sobrina instándola a confesar por cuenta propia lo que había hecho.

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Cerca de las ocho de la mañana un Ejder aún adormilado comenzó a buscar al otro lado de la cama descubriendo el lugar vacío y frío, lo que le trajo una sensación de perdida que lo terminó de despertar de golpe, al comprobar que Libelle se había marchado sin dar ninguna explicación, y sin entender porqué, de inmediato se sintió decepcionado, dejándose caer en la cama, tratando de entender lo que había pasado. Entonces la realidad le llegó de golpe, sentándose de inmediato, mientras repasaba lo sucedido hasta que por fin comprendió la locura que había cometido, si bien su padre le había dicho que fuera complaciente y mantuviera contentos a los Lanira, estaba seguro que lo que había ocurrido distaba mucho de su petición, por lo que sólo pudo ocultar su cabeza entre sus manos avergonzado de no poder sentirse culpable.