Caníbal

Jane se quedó observando la casa de Raquel sin acercarse tanto, era estúpido hacerlo cuando claramente era una trampa. Ella aguardo ahí hasta que se hizo de noche y regresó a su mansión.

«Debería dejarla ahí, es su culpa por no obedecerme», Jane se bañó y se sentó en la solitaria mansión. Solamente se podía escuchar el sonido de los grillos en mitad de la noche. Ella estaba sola y de alguna manera eso le hizo sentirse… ¿Miserable?

Ella entró en la biblioteca de la mansión, allí habían muchos libros, más de mil talvez. Se sentó en el escritorio y tomó un libro que estaba sobre esta. En tan poco tiempo el polvo se había apoderado de la mansión.

A veces pensamos que lo ideal es permanecer sin contacto con el mundo, pensamos no necesitar a nadie pero, talvez… «Yo no necesito a nadie», Jane se levantó y arrojó el libro al suelo. Luego fue a su habitación y tomó una pistola y varias cuchillas.

La muerte estaba esperando por ella, de hecho con los brazos abiertos, pero, nadie era dueño de su destino y ella apuntando a la mismísima muerte le impidió dar un paso al frente.

¿Se podía desafiar a la muerte?

Raquel intentaba permanecer despierta, sin embargo, cabeceaba a cada segundo que pasaba. Talvez debió de pedir ayuda a los demás, pero, sabía que nadie iba a venir en su ayuda y dejar sin protección alguna a sus familias. Además, jamás fueron cercanos, solamente eran apariencias.

Mark, el esposo de Janette, aguardaba en la puerta. Él también tenía sueño, sin embargo, mantuvo los ojos bien abiertos durante todo ese tiempo. En eso él escuchó un crujir que lo alarmó y caminó para ver si había alguien afuera, a través de la ventana.

Jul viendo la actitud del hombre sonrió como si supiera lo que estaba sucediendo y con la distracción aprovechó para sacar la navaja que tenía metida en su cintura. Y miró a Raquel pensando que era una estúpida por amarrarla sin revisarla.

Una roca impactó contra el vidrio de la ventana y Mark se asustó dando un paso hacia atrás. Jul se soltó y se abalanzó como una loca sobre Raquel, quien se sorprendió y disparó. Lamentablemente, la bala no le dio a Jul y Jul acuchilló el rostro de Raquel.

Mark levantó el arma apuntando para dispararle a Jul pero, Jul fue más astuta y usó a Raquel como un escudo. Mark se asustó y dejó caer el arma, las manos del hombre temblaban y estaba llorando por su error. Entonces, Jane abrió la puerta y disparó a la cabeza al hombre. Sin embargo, luego otro disparo se escuchó y Jane miró su abdomen lleno de sangre, ella se volteó y vio al hijo de Raquel apuntándola con un arma y con los ojos llorosos y lleno de rabia. El chico estaba molesto por ver el cadáver de su madre y a Jul cerca de ella.

Jul se levantó y corrió hacia el chico, quien intentó disparar de nuevo pero, no había balas. Jul apuñaló varias veces con odio, quería dejarlo irreconocible, se lo merecía. La mente de Jul se nubló debido al odio y cuando recordó a su amada se detuvo y corrió hacia su cuerpo herido en el suelo.

—Jane, no me dejes sola. —Movió el cuerpo de Jane con agresividad.

—Si sigues moviéndome de ese modo, te mato. —Dijo Jane fríamente. Jane sonrió al darse cuenta de que se había desmayado por ver su propia sangre y cerrando los ojos metió sus dedos en la herida logrando sacar la bala. Era loco, aguantar tanto… talvez si era un monstruo. «Tengo sueño».

Un mes después.

Jane se había quedado a descansar en la mansión y Jul andaba por el pueblo. Jane suspiró molesta, Jul se estaba saliendo de su control, mejor dicho, Jul estaba haciendo lo que quería.

Jane se levantó y se quitó el vendaje viendo su herida completamente cerrada, ni ella sabía cómo había sobrevivido y menos sin atención médica.

La muerte no era algo que asustaba a Jane, ¿Había algo que le diese miedo? Eso era desconocido, Jane no era consciente de sus temores, ni tampoco de sus sueños, no recordaba haber tenido uno y no sabía si quería tener uno.

Jane miró su colección de muñecas, ella las apilaba en ese estante porque ellas se quedaban allí, eran tan manejables y por eso amaba coleccionar objetos. Ella podía romperlas y hacer lo que quisiera con ellas, sin embargo, mantuvo a cada pieza nueva y reluciente.

Recordó la última llamada que tuvo, trataba de trabajo, un trabajo que ella despreciaba desde antes. La venta de objetos.

Después de estar un rato pensado en algunas cosas, Jane se puso un abrigo negro y salió de la mansión. Se dirigió a una zona del bosque cerca del río. Y allí vio al extranjero arrojando unas bolsas al agua.

«Podría ser divertido». Pensó mientras se alejaba y seguía buscando una nueva presa.

Por otro lado, los pocos que quedaban del pueblo estaban aterrados, algunos fueron a arrojar huevos a la casa del alcalde, rogando que abriera el puente para que ellos pudieran salvarse. El gordo se encerró en su habitación mientras temblaba del miedo, él también debía irse antes de que Jane acabara con todos.

Jul regresó después de un tiempo a la mansión y la encontró vacía, buscó por todos lados sin hallar a Jane y eso la puso nerviosa. Iba a salir cuando se encontró con Jane, quien estaba a punto de entrar.

—Jane. —Abrazó a Jane y luego sin pedir permiso besó la boca de Jane. Y luego se alejó saboreando la sangre de ellos. —¿Estás herida?

—Estaba comiendo. —Esto dejó a Jul confundida, pero, no cuestionó más. Jane entró y Jul la siguió.

—Y yo que vine para cocinarte. De todas maneras lo haré. —Sostuvo la mano de Jane y sonrió inocentemente.

—Haz lo que quieras. —Comentó Jane y luego apartó la mano de Jul y subió a su habitación.

—¿Está enojada conmigo? —Jul preguntó en voz alta luego de ver a Jane subir las escaleras.