En el antiguo jardín de la mansión, la mesa de té estaba meticulosamente dispuesta para dos, mientras el sol de la tarde bañaba el escenario con suavidad. El hombre, impecable en su apariencia pero distante en su mirada, apenas prestaba atención a la dama frente a él. Sus cabellos rubios danzaban con la brisa, pero su expresión reflejaba tristeza y resignación. Con voz serena pero cargada de pesar, ella deslizó un documento sobre la mesa, diciendo: "Espero que encuentre a alguien que lo ame en la medida en que usted no lo considere una molestia."
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Capitulo 22
Al leer la respuesta de Cedric, Edith experimentó un alivio palpable y un cosquilleo inexplicable que la llenó de emociones encontradas. La carta de Cedric confirmaba sus esperanzas y disipaba algunas de las preocupaciones que la habían estado atormentando. Saber que había despertado interés y recibir una respuesta positiva le proporcionó un sentido de conexión en medio de la incertidumbre.
Con dos días de anticipación antes de su visita a la mansión del Conde Blackwood, Edith se encontraba nerviosa desde ese mismo instante. El pensamiento de encontrarse con Cedric desencadenó una mezcla de anticipación y ansiedad. Trató de concentrarse en los detalles prácticos de la visita, pero su mente divagaba entre escenarios posibles y las palabras que intercambiarían.
El tiempo parecía moverse con lentitud mientras Edith contaba los minutos hasta el día de la visita. La incertidumbre de lo que le esperaba en la mansión del Conde Blackwood agregaba un toque de intriga a sus pensamientos.
Finalmente llegó el día en que Edith se dirigiría a la mansión Blackwood. En la tarde, Edith salió de la mansión Everglen, pero antes de subirse al carruaje, tuvo un encuentro indeseado con su madre, la marquesa. Esta la detuvo con un tono de desdén.
- Marquesa Bibian: Te has vuelto ociosa.
Espetó la marquesa, mirando a Edith con desaprobación. haciendo que Edith bajara la cabeza temerosa de que su madre le impidiera salir. Con la mayor amabilidad posible, Edith respondió.
- Edith: Discúlpame, madre. La última vez me encargué del trabajo pendiente. Si así lo deseas, puedo seguir haciéndolo.
La marquesa elevó la barbilla con aún más arrogancia, dejando clara su posición de superioridad.
- Marquesa Bibian: Ese es el deber de la Marquesa, y tú no eres nadie. Pero permitiré que lo hagas.
Edith asintió tranquilamente, intentando no demostrar sus pensamientos.Sabía que nunca podría satisfacer por completo las expectativas de su madre, sin importar lo que hiciera.
- Edith: [No hay forma de que esté conforme con cualquier cosa que haga]
Pensó Edith mientras señalaba con cortesía.
- Edith: Madre, si me disculpas, el carruaje está esperando.
La marquesa frunció el ceño, y Edith rogó internamente que no le preguntara a dónde se dirigía ni qué iba a hacer. Sabía hacer cualquier cosa, pero si había algo que no sabía hacer, era mentir.
Por suerte para Edith su madre nunca tenía tanto interés en ella, y se fue sin decir palabra alguna, Edith respiro profundamente y se apuró a subir al carruaje.
Cedric Blackwood, un hombre de ojos azules intensos, cabello negro, mirada dominante, y un físico prominente, ese hombre que imponía respeto con solamente su presencia, era a quien Edith debía confrontar de alguna manera.
Esperando en su mansión, desde la ventana de su elegante oficina, con las manos en los bolsillos y la vista fija en la entrada principal, Cedric reflexionaba sobre la presencia de Edith Everglen en su hogar. Aunque rodeado de perjuicio de la alta sociedad por ser de origen plebeyo, Edith parecía no verse afectada por las opiniones de los demás nobles y cada vez que interactuaron ella lo trató con respeto sincero, y eso intrigaba a Cedric que no podía comprenderla.
Mientras contemplaba la entrada de la mansión desde su posición elevada, un mayordomo recientemente contratado irrumpió en la oficina de Cedric para informarle que la invitada había llegado. Cedric asintió con seriedad mientras seguía observando el carruaje que transportaba a Edith acercándose a la entrada principal de la mansión Blackwood.
La incertidumbre sobre las verdaderas intenciones de Edith llenaba la mente de Cedric. Aunque rodeado de misterio, había algo en ella que desafiaba las normas sociales, y eso intrigaba al Conde Blackwood. Con la expectación en aumento, Cedric se preparaba para recibir a Edith Everglen en su hogar, sin saber completamente qué le depararía la presencia de esta mujer con esa visita.
Desde la perspectiva de Edith, la llegada a la mansión Blackwood fue más impresionante de lo que había imaginado. El lugar era más grande y elegante de lo que había anticipado, con amplios y coloridos jardines que se extendían a la vista. Mientras el carruaje avanzaba, Edith observaba a numerosos empleados y caballeros yendo y viniendo, creando una atmósfera de actividad constante.
A primera vista, Edith murmuró para sí misma.
- Edith: Este lugar podría ser mí...
Pero rápidamente se detuvo, recordando sus propias palabras internas.
- Edith: [No tengamos expectativas, es lo mejor siempre]
El carruaje se detuvo, y Edith respiró profundamente, intentando calmar sus nervios antes de bajar. Mantuvo una expresión neutral, ocultando cualquier rastro de emoción o ansiedad que pudiera revelar sus verdaderos sentimientos. Con determinación, Edith abrió la puerta del carruaje y salió, enfrentándose al desafío de ingresar a la imponente mansión Blackwood..
Al llegar, Edith fue recibida con todas las formalidades por el mayordomo, quien la saludó con elegancia y cortesía. Edith devolvió el saludo con la misma educación y atención, preparándose para lo que vendría a continuación. El mayordomo le comunicó que el Conde pronto la recibiría y le indicó que lo siguiera.
Edith siguió al mayordomo a través de los pasillos de la mansión, tomando nota de cada detalle con sus agudos ojos. La decoración, aunque sobria, emanaba un aura de refinamiento y buen gusto que no pasó desapercibido para Edith.
- Edith: [La decoración es muy sobria... ¿será el Conde quien ordenó decorar así? Si es así, tiene muy buen gusto.]
Pensó mientras caminaban por los pasillos. Antes de que pudiera notarlo, giraron en un pasillo y frente a ella se desplegó el jardín interno de la mansión Blackwood.
El jardín era como un oasis escondido dentro de la imponente mansión. Aunque no era particularmente grande, la belleza de sus vibrantes colores y los aromas de las flores llenaron el aire, creando una atmósfera mágica y acogedora. Edith quedó maravillada por la escena que se abría ante sus ojos, superando cualquier otro jardín que hubiera visto antes.
En el centro del exuberante jardín, una mesa elegantemente preparada para dos personas capturó la atención de Edith. El mayordomo la invitó a tomar asiento con un gesto cortés, y luego se retiró discretamente, dejándola sola en medio de la belleza natural.
Edith se acomodó en su asiento, dejando que la tranquilidad del jardín y el encanto de su entorno la envolvieran. La serenidad del lugar contrastaba con la agitación que había sentido momentos antes, y Edith se permitió relajarse por un momento, dejando que la paz del jardín interno la llenara de una sensación de bienestar.
1 porque la marqueza tenia odio hacia ella?
2quien fue su verdadera madre no dijo
3 entre tantas jje
pero fascinante su historia saludos
Muchas felicidades, ya que desde el comienzo se vio el esmero que puso por hacer o escribir de forma hermosa su libro 💐
/Heart/