El Romance Prohibido Del Emperador

Ambas salen del baño, y Lina le busca un vestido para que se cambie, y ella lo hace.

La amable Lina se ofreció para peinar su cabello y ella sin objeciones fue y se sentó frente a su mesa de peinar.

No tardó mucho para que Lina notará unas cuantas cosas peculiares en su ama, y eso la hizo decir.

—Parece que la noche de ayer estuvo con mucho calor, pues los bichos se aprovecharon al máximo. Solo mira esas marcas en tu cuello, parece como si los vampiros llegarán solo por usted, pues todos en la mansión estamos bien — dice ella Lina con un poco de burla.

Abigaíl, al escuchar aquello por instinto se llevó las manos al cuello, y se puso roja.

—Si fueron los bichos, anoche el calor estaba fuerte, y por esa razón casi no dormí — dice ella roja.

—Claro, para la próxima dejaré la bañera lista, así se da un baño cuando esos eventos paranormales pasen — dice ella dejando un guiño de picardía.

Abigaíl se quedó sin habla, pues no sabe qué decir sobre el asunto, ya que es muy vergonzoso continuar con el tema.

Lina, para salvar el pellejo de Abigaíl, usó base de maquillaje en las ojeras, y también le aplicó un par de capas en su cuello, literal, pues parece como si un vampiro vino anoche y le drenó la sangre.

Ella ya se imagina quién es ese vampiro.

Cuándo ambas estaban listas para salir de la habitación, salieron de allí y se fueron a culminar con los últimos detalles para la cena de esa noche.

Cómo al medio día, llegó el mensajero real con una caja, en dónde traía consigo un fabuloso vestido rojo, con bellos detalles en negros, el cual iba acompañado con todos sus accesorios.

El hombre también le entregó una carta, la cual decía algunas palabras

Carta...

Espero con ansias que se haga de noche, recuerda que tienes una deuda de amor que pagar, así que, esta noche, no te escapas de mis garras.

Cuidado con intentar escapar.

Siempre tuyo, Romeo Moretti tu amor de siempre.

***

Cuándo Abigaíl terminó de leer la carta, la arrugó y la escondió en su vestido, por suerte, Lina o su madre no estaban ahí, o la situación iba a ser incómoda.

Abigaíl solo despide al hombre en paz y luego de eso, revisa el vestido que le mandó Romeo, y tiene que admitirlo, el hombre tiene buen gusto, pues el vestido es de su talla, y los zapatos y todo lo demás que el mando, es de su agrado. Todo se ve distinguido y de buena calidad.

Lo que sin duda alguna, le costó una fortuna, pues ve que el vestido tiene pequeños diamantes.

Ella antes de que la vean va y se lleva todo a su habitación.

***

Pasadas unas cuantas horas, ya todo estaba listo en la mansión, y todos los invitados estaban llegando, y los empleados encargados de atender a los invitados, lo llevaban ha dentro, y allí les servían todo cuánto ellos querían.

Todos estaban felices de estar allí, pues no solamente pueden compartir con el duque y su familia, sino, que esto es una oportunidad de hacer negocios con él, negocios que dejarán ganancias demasiado buenas.

El salón estaba lleno de personas, quienes disfrutaban de una buena velada, la música y los aperitivos eran todos de primera calidad, y todo se veía muy fino y costoso.

Ya allí estaba Sofía y su padre, quienes por qué no fueron invitados oficialmente, se mantienen escondidos, para que nadie le vea y tengan problemas, hasta han escondido su olor a chucho.

La familia Lombardi hizo acto de presencia, quienes descendían del segundo piso con elegancia y todos estaban maravillados de verles.

La belleza inigualable de Abigaíl no pasó desapercibida por nadie, pues la joven esa noche llevaba encima un bello vestido rojo con detalles negros, el cual se ajustaba a su silueta, y su cabello rubio como el oro, le hacía ver deslumbrante.

Muchos nobles conocían la historia de ella con Romeo, y aun así, en su interior, tenían planes de hacerle a los duques, alguna propuesta de matrimonio con su hija, con algunos de sus hijos solteros, pues una unión matrimonial con ella, le garantiza el éxito a cualquier familia.

Por eso, cuando ellos terminaron de bajar, los nobles fueron a saludarles con mucha alegría, quedando aún más maravillados con la buena educación de la joven.

El ambiente era muy bueno, y no pasó mucho para que empezaran una conversación de negocios, misma en la que Abigaíl participó, dejando a todos con la boca abierta por sus grandes conocimientos.

Mientras más pasaba el tiempo, más los nobles tenían claro que deben de casar a sus hijos solteros con ella, muchos en sus cabezas estaban ya planeando la boda y sus mujeres estaban iguales, pues Abigaíl no solo es bella, sino, que es inteligente, y sus negocios familiares, serán próspero, si ella está en la familia.

Mientras todo el mundo estaba en lo suyo, Sofía y su padre morían de celos, pues les molesta la fama que está haciendo Abigaíl.

Ellos estaban esperando el momento ideal para actuar, pues también Arturo, tiene planeado invadir la mansión de su hermano y matarle a él y toda su familia, para lograr aquello, contrató mercenarios, unos 500 en total, y esos hombres llegarán a las 9 de la noche.

Sofía también está esperando para hacer su jugada maestra. Aquellos dos creían que Romeo, al ya no tener nada que ver con la familia Lombardi, no hará acto de presencia, y cuán equivocados estaban.

Pero para su mala suerte, Romeo ya sabía sobre sus planes, y unos mil cuervos negros están camuflados con la noche alrededor de la mansión Lombardi.

Con Romeo

Él, tras dar una última orden a sus cuervos, término de llegar a la mansión Lombardi.

Al ser invitado por la familia, y (casi parte de la familia) fue fácil llegar al lugar. El hombre iba vestido con un traje rojo finos detalles en negros y la ropa era del mismo modelo del vestido de Abigaíl. Ya se imaginan su plan.

Cuándo ingresó al salón de eventos, fue anunciado por su vocero real, quien dijo con una voz fuerte.

“Con usted nobles de Belladona, su majestad el sol del imperio, Romeo Moretti, emperador de Belladona” dice el vocero y Romeo entra al lugar con la elegancia que lo caracteriza.

Sofía, cuándo le vio llegar, abrió los ojos como platos, pues el hombre iba vestido como su tonta prima.

Los celos la estaban matando, y estaba casi desesperada. Su padre a su lado, tuvo que sostenerla para calmarla, y para lograrlo, le dijo algunas palabras mediante el enlace mental que ambos tienen.

“Si arruinas mis arruines planes, te mato” dice el hombre en la mente de ella y eso hace que ella se calme y solo vea todo.

Ahora Arturo se estaba planteando no hacer el ataque, pues si Romeo está ahí, eso imposibilita que ejecute su plan, y cabe la posibilidad, de que hoy también sea su caída. Pero es algo imposible, pues falta poco para que lleguen los mercenarios, y ahora no puede salir de la mansión. En pocas palabras, el hombre esa en apuros.

Romeo desde que entró al lugar fue a dónde estaba la familia Lombardi, pues debe de saludar como se debe. Dos de sus guardias entran a la mansión y traen regalos para la familia, mismo que los sirvientes toman y lo llevan a un lugar seguro.

—Gracias por invitarme a su cena familiar — dice el con una sonrisa. Mientras miraba a su suegro, el hombre estaba crujiendo los dientes de la ira.

 Abigaíl estaba totalmente muda, ya que ahora que ve al hombre bien, nota que tiene su atuendo combinado; eso es claro que lo hizo a propósito, como para marcar terreno.

La duquesa, quien estaba al lado del duque, notó el cambio en el temperamento su esposo, y por eso le tomó la mano, y eso fue bueno, pues gracias a eso, el hombre se calmó un poco, y por eso dijo.

—Gracias por venir majestad, me honra verle en mi humilde morada — dice el duque para luego chasquear la lengua con disgusto.

Acto seguido, la madre de Abigaíl dio la orden de que se sirvieran la cena, y todos pasaron al lugar en donde eso se llevaría a cabo.

 Luego de ese acto, se iba a llevar a cabo un baile, pero por ahora, solo pasarán a comer.

Abigaíl, por su parte desde que Romeo llegó y hasta antes de que este llegará, estaba nerviosa y su cuerpo de vez en cuando temblaba como una hoja, puesto que, aún recuerda las palabras que ese hombre dijo en esa carta.

“Deudas de amor” piensa ella y su cara se pone roja.

Ella se obligó a sí misma a apartar esos pensamientos del mal de su cabeza, pues de seguro, ese hombre se estaba burlando de ella y no lo dijo en serio, sin saber, que hoy se la come el lobo.