Un día desperté en el cuerpo de un principe de una novela y lo peor de todo es ... ¡No leí la novela!
Daniel Park era un joven que le gustaba encerrarse en casa con sus videojuegos pero su vida cambia cuando es atropellado y su alma es enviada a la novela que leía su hermana. Despertó siendo Lancelot Sonderbug-Holstein, un príncipe atractivo pero desinteresado cuya muerte provoca una guerra entre dos grandes Imperios, por lo que deberá hacer lo posible para salvar su cuello y pensar correctamente para no repetir otra tragedia.
— No quieres ser Rey pero te comportas como uno, ¿Qué sucede?.
— Yo .. no lo entenderías.
No quiero morir.
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Capítulo 22: "La Autora"
— A todo esto .. ¿Puedo preguntar por qué quiso venir aquí?. —Pregunté, para evitar el agua antes de que mi estómago explote.
Me encontraba en el 4to día, donde he aprendido un poco más sobre las actividades del Templo y como cada día era visitado por muchas personas a esperar que sus deseos se cumplan.
La monja a mi lado, que estaba comiendo, me observó y sonrió.
— Yo tenía una panadería junto a mi madre pero mi hermano usó nuestro dinero en una apuesta y lo perdimos todo y nos lo fue embargado. Mi hermano nos abandonó porque las deudas lo estaban siguiendo, así que vine al Templo a rezar. Cuando regresé con mi madre, me dijo que uno de los vecinos compró nuestra tienda porque amaba nuestro pan, nos la devolvió con alegría, esperando que sigamos vendiendo más. Ahora mi hija se encarga de la tienda y yo vine aquí para agradecerle a la Diosa por su bondad.
— Me alegro mucho que las cosas le hayan ido muy bien. —Respondí.— Espero que su panadería crezca mucho, además, una vez que regrese, pasaré por ahí a comprar.
— Vaya, se lo agradezco mucho, joven Lancelot, sientase libre de comprar lo que guste .. además, mi hija también está.soltera.
— Haha .. con el pan será suficiente. —Sonreí de manera incomoda.
Una vez de que mi estómago estuviera desmayado, decidí ir a la Biblioteca, me explicaron que algunos textos eran muy antiguos y temían que el papel fuera a romperse en cualquier momento. Por lo que necesitaban a alguien que lo transcriba en un libro, yo me ofrecí, así que pasé horas y horas escribiendo. Estaba acostumbrada a esto, por lo que mi mano no solía doler. Pero por alguna razón, me sentía muy observado ..
Levanté la mano y les dije a las monjas que estaban frente a mi, que se acercaran.
— ¿Puedo ayudarlas con algo?. —Pregunté.
— Si, lo que sucede es que llegaron unas cajas con algunos libros, fueron donados por el Rey, así que esperábamos que nos ayudara con las cajas.
— Exacto, joven Lancelot, las cajas son muy pesadas.
Coloqué la pluma bajo mi barbilla, pensativo.
— ¿Los sacerdotes no están cerca para ayudar?. —Pregunté.
— Yo puedo ayu .. —Una monja alejó al sacerdote.
— ¡No! Están ocupados, muy ocupados.
— Está bien. —Respondí.— Yo les ayudo, no hay problema.
Me levanté de mi asiento y salí de la Biblioteca, cuando me alejé lo suficiente, me reí, eran muy divertidas. Llegué al jardín y observé las cajas, por lo que llevé dos sobre los hombros y después regresé a la Biblioteca y como siempre, todos me estaban observando. Les pregunté donde debía dejarlas y me indicaron que al final del lugar, justo donde estaban algunos libros abandonados. Cuando las bajé, un libro se encontraba en el piso, así que lo tomé y por curiosidad, hojeé algunas páginas.
Me llamó la atención un texto y unos símbolos.
"Y la Diosa pronunció: Los cuidaré, así como ella nos crío, como nos enseñó y como nos protegió. Los amaré tanto como ella nos amó, como su pluma parecía un infinito cosmo sobre nuestro corazón. Es ella, así es ella, quien creó a los humanos con tanta devoción y a quien se hace llamar: La Autora".
Mis ojos se abrieron tanto por la sorpresa, ¿Se estaba refiriendo a la Autora del libro? ¿La persona que escribió este mundo?. Sentía mucha necesidad de buscar a la Santa y preguntarle, pues era ella quien tenía más contacto con la Diosa.
Me apresuré a terminar rápido de llevar las cajas para luego buscar a la Monja María, quien estaba seguro que era como la ayudante de la Santa. Llevé el libro conmigo, en caso de pedirle preguntas a ella. Cuando la observé caminando cerca de la fuente, me acerqué.
— Vaya, joven Lancelot, ¿Necesita algo?.
— Eh si, yo .. me gustaría ver a la Santa, ¿Sabe donde se encuentra?.
No la había visto desde nuestra última charla.
— Oh, la Santa se encuentra durmiendo. Nos dijo que la Diosa se le había presentado y cuando eso sucede, su cuerpo entra en hibernación, ya que la presencia de la Diosa dentro del cuerpo de la Santa toma demasiada energía espiritual.
¿Será que cuando dijo "Te encontré" fue pronunciado por la Diosa y no por la Santa? Si es así, ya estaba cansada en ese momento y aún así quiso meditar. Vaya, deberé tener en cuenta eso.
— Entiendo, entonces rezaré para que mañana pueda despertar y por otra parte, también quería hacerle una pregunta sobre este libro. —Le mostré el libro de la frase de la Diosa.
— Claro, ¿Por qué no comemos juntos mientas charlamos?.
Mi cuerpo se tensó pero terminé aceptando.
Ve preparándote estómago mío, ve preparándote.
Una vez que nos sentamos y comimos un poco de agua sagrada sin ningún signo de desmayo y hablo por mi, abrí el libro donde se encontraba la frase y se lo mostré a la monja, deslizandolo por la mesa.
— Esto, la Diosa habla de alguien llamada "La Autora", ¿Podría explicarme quien es?.
La monja tuvo que ponerse sus lentes.
— Vaya, este libro es muy antiguo, pero si, aún lo recuerdo. —Dio un sorbo al agua.— Se dice que la Diosa antes era humana, solo ascendió una vez que murió pero hay muchas teorías que afirman que la Diosa, cuando era humana, actuaba porque una voz en su corazón, le hablaba y ella le llamó "La Autora", por supuesto, muchos negaron esta teoría, pues de ser así, la Diosa no actuaba por voluntad propia y tampoco sería la Diosa que hoy conocemos.
— Quizá solo escuchaba los consejos de La Autora pero ella actuó por si misma. —Dije.
— ¿Quien sabe? no se tiene mucha información sobre La Autora y tampoco podemos pedirle a la Santa una respuesta si eso consume mucho de su energía.
— Tiene razón, hay que tener en cuenta su salud.
— Asi es, por cierto, joven Lancelot, aún tiene su plato lleno. —Ella se dió cuenta de que palidecí y rió.— Puede arder al comienzo pero eso se debe a que el agua lo está purificando por dentro, una vez que esté limpio, podrá tomar el agua sin que lo lastime.
— ¿De verdad?. —No pude ocultar mi emoción.
— De verdad.
— Muchas gracias, entonces, me esforzaré por tomar mucha ..
Levanté el plato con las manos para poder digerir la mayor cantidad de agua posible.
— ¡Espera! ¡Así no!.
— AHHHHHHHHHHH