Ava es una joven a punto de graduarse de doctora el cual siempre ha sido su sueño, al conocer a maximiliano un hombre multimillonario quien queda hipnotizado por su belleza, su amor se basa en romance hasta que el tuvo un terrible accidente quedando en coma, ella se ve obligada a tomar decisiones si el, cuando el despierta el caos llega y ella descubre lo despiadado que es, ¿podrá Ava salir a tiempo de ese amor sin remedio?
NovelToon tiene autorización de KeliindA RojanO C. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Negacion
El doctor llegó rápidamente a la habitación, seguido de cerca por Elias. Maximiliano seguía en la misma posición, con la mirada fija en el techo y sin reaccionar a nada. Paulina y Arnold trataron de hablarle, pero no hubo respuesta.
Me acerqué a él y le tomé los signos vitales, y afortunadamente, todo parecía estar bien.
El doctor se acercó a Maximiliano y comenzó a examinarlo. —Parece que está estable—, dijo. —Pero necesitamos hacer algunas pruebas para determinar qué está pasando—.
Elias se acercó a mí y me puso una mano en el hombro. —¿Cómo estás?— me preguntó.
Me sentí un poco confundida y preocupada. —Estoy bien—, respondí. —Pero estoy preocupada por Maximiliano. ¿Qué crees que está pasando?—
El doctor se volvió hacia nosotros. —Necesitamos hacer algunas pruebas para determinar la causa de su estado, esto es un milagro debido a su condición de hace unos días, voy a llamar a una ambulancia para trasladarlo al hospital, Pero parece que está estable—.
Me sentí un poco aliviada, pero también muy preocupada. ¿Qué estaba pasando con Maximiliano? ¿Por qué no reaccionaba?.
El doctor salió de la habitación para llamar a la ambulancia, me acerqué a Maximiliano y le hablé con amor, tratando de conectar con él de alguna manera.
—Maximiliano, ¿me recuerdas?— le pregunté, mi voz temblando ligeramente.
—¿Recuerdas todo lo que ha pasado? ¿Recuerdas nuestro amor, nuestros planes, el accidente?—.
De repente, su mirada giró hacia mí, y me miró fijamente con sus ojos negros como un pozo sin fin.
Me sentí como si estuviera siendo absorbida por su mirada, y un escalofrío recorrió mi espalda. Su mirada era intensa, casi... vacía.
No había emoción en sus ojos, solo una especie de... fijeza.
Me sentí aterrada, sin entender por qué me miraba de esa manera. ¿Qué estaba pasando en su mente? ¿Qué veía cuando me miraba? Me sentí como si estuviera frente a un desconocido, alguien que no conocía en absoluto. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, y mi respiración se volvió agitada.
—Maximiliano—, susurré, tratando de romper el silencio. —¿Qué pasa? ¿por qué me miras así?— Pero él no respondió, solo siguió mirándome con esa mirada escalofriante y aterradora. Me sentí como si estuviera en un sueño, o más bien, en una pesadilla.
Paulina se acercó a mí y me puso una mano en el brazo. —Ava, tranquila—me dijo suavemente.
—Maximiliano acaba de despertar de un coma. Necesita tiempo para asimilar todo lo que sucede—. Me miró con compasión y entendimiento.
Me sentí abrumada por la emoción y las lágrimas rodaron por mis mejillas.
Elias se acercó a mí y me tomó de los hombros, guiandome hacia una silla.
—Toma asiento, Ava—, me dijo. —Todo va a estar bien—.
Me senté y Elias se quedó a mi lado, me sentí segura y protegida en ese momento, y las lágrimas continuaron fluyendo. Paulina se acercó a nosotros y se sentó al otro lado de mí, tomando mi mano en la suya.
—Todo va a estar bien, Ava—, me dijo. —Maximiliano necesita tiempo, pero está aquí. Está vivo—.
Me sonrió débilmente y me apretó la mano. Me sentí un poco más tranquila, sabiendo que tenía a mis seres queridos a mi lado. Pero todavía estaba preocupada por Maximiliano y su extraño comportamiento. ¿Qué estaba pasando con él? ¿Qué significaba esa mirada vacía y escalofriante?
La ambulancia llegó y los paramédicos comenzaron a subir a Maximiliano a la camilla. Me sentí un poco ansiosa al verlo ser trasladado, pero Elias me tomó de la mano y me dijo que todo iba a estar bien.
—Vamos, Ava—, me dijo. —Te llevo al hospital—.
Asentí con la cabeza y subí al coche con Elias. Paulina y Arnold se fueron en otro auto, y nosotros los seguimos en el coche de Elias.
Durante el viaje, me sentí un poco nerviosa y preocupada por Maximiliano. ¿Qué pasaría en el hospital? ¿Qué le harían? Elias me tomó la mano y me dio un apretón suave.
—Todo va a estar bien, Ava—, me dijo. —Vamos a estar allí para él—.
Me sonrió y me sentí un poco más tranquila. Llegamos al hospital y Elias estacionó el coche. Me ayudó a salir y juntos entramos al hospital, donde nos encontramos con Paulina y Arnold en la sala de espera.
El doctor se acercó a nosotros con una expresión seria y nos informó que ya estaban ingresando a Maximiliano a la sala para practicarle algunos estudios.
—En un momento lo pasarán a la sala para continuar con los procedimientos—, nos dijo.
Me sentí un poco ansiosa al escuchar las palabras del doctor, pero Elias me tomó de la mano y me dio un apretón suave. —Todo va a estar bien— me dijo.
Paulina y Arnold se miraron entre sí, preocupados, pero tratando de mantener la calma. —¿Qué tipo de estudios le van a hacer?— preguntó Paulina.
El doctor asintió con la cabeza. —Vamos a realizar algunas pruebas para determinar el estado de salud de Maximiliano. Queremos asegurarnos de que esté bien y que no haya ninguna complicación—.
Me sentí un poco más tranquila al escuchar las palabras del doctor, pero todavía estaba preocupada por Maximiliano. ¿Qué pasaría si los estudios revelaban algo grave? ¿Qué pasaría si...?
Elias me apretó la mano de nuevo. —Vamos a estar aquí para él—, me dijo.
—Vamos a apoyarlo en todo lo que necesite—.
Asentí con la cabeza, sintiendo una sensación de gratitud hacia Elias. Sabía que podía contar con él, y eso me hacía sentir un poco más segura. Esperamos en silencio, ansiosos por saber qué pasaría a continuación.
El doctor nos sonrió aliviado al entrar en la habitación donde estábamos esperando.
—Ya pueden pasar a ver a Maximiliano— nos dijo.
—Los exámenes han salido muy bien, todos. Es un milagro—.
Me sentí un peso quitado de encima al escuchar las palabras del doctor. Me acerqué a Elias y le di un abrazo de alegría. —Es increíble— dije. —Maximiliano es muy fuerte—.
Paulina y Arnold también se mostraron emocionados al escuchar la noticia.
—Es un milagro—, repitió Paulina. —Dios ha obrado un milagro en él—.
Entramos en la habitación de Maximiliano y lo encontramos sentado en la cama.
Paulina corrió abrazarlo, —Como me alegra que estés bien hijo—.dijo
—hermano, ¡en hora buena!—dijo Arnold mientras se acercaba a el para darle un abrazo.
Elias también se acercó a el. —Amigo, te he extrañado mucho—dice mientras ríe y lo abraza.
—Muchas Gracias a todos, si creían que se iban a deshacer de mi tan pronto se equivocan—responde maximiliano por fin, y escuchar su voz me hace sentir feliz.
Me acerqué a él y lo abracé con fuerza. —Estoy tan feliz de verte bien—, le dije.
Cuando lo abracé, sentí su cuerpo tenso y rígido, como si estuviera hecho de piedra. No me correspondió el abrazo, y en su lugar, se quedó inmóvil, sin reaccionar.
Al separarme de él, me miró con una expresión vacía y fria, y pude ver en sus ojos esa misma frialdad que me había hecho sentir miedo anteriormente.
Me sentí un escalofrío recorrer mi espalda cuando me miró de esa manera. Su mirada era intensa y penetrante, pero no había calidez ni reconocimiento en ella.
Me sentí como si estuviera mirando a un desconocido, alguien que no conocía en absoluto.
Y entonces, me preguntó con una voz despiadada y sin emoción: —¿Quién eres tú?—Me sentí como si hubiera sido golpeada en el estómago.
¿Cómo podía no recordarme? ¿Cómo podía no saber quién era yo? Me sentí confundida y asustada, y no sabía qué decir ni qué hacer.
Me quedé allí, paralizada, mirándolo con incredulidad.
Me sentí como si estuviera en un sueño, un sueño que no entendía y del que no sabía cómo despertar...