Despiadado amor

Edward se levanta aun con un ligero dolor de cabeza pero no quiere más que su esposa cuide de él unos segundos después  sale de la recámara.

- Luis- Luis se encargaba de acomodar a los empleados como todos los días cuando Edward lo llama. 

- Señor ¿Ya se siente mejor?- Pregunto Luis viendo que el ya tenia fuerza para levantarse se le ilumina el rostro.

- ¿Por qué no la detuviste? ¿Por qué dejaste que me cuidara?- Edward le reclama, ya que él no quiere deberle nada a su mujer, no quiere estar en deuda con su víctima.

- Es su mujer señor!- solo esas cuatro palabras le produjeron más dolor de cabeza a Edward.

- Si lo es, llama al doctor y me transfieres la llamada en mi estudio-Edward deja de hablar  antes de perder la paciencia. 

- Si enseguida- responde Luis buscando el teléfono  de la mansión para llamar a Mauricio el médico de confianza de Edward.

Edward entra en su estudio, resignado. Aún está algo débil y sin fuerza pero aún así sabe que no puede seguir postrado en una cama.

Unos instantes después Luis le pasa la llamada a su estudio.

- ¿Mauricio, qué sabes de mis análisis?-pregunta Edward en cuanto toma el teléfono y lo acerca a su oído. 

- Te estuve marcando.-- dijo el doctor del otro lado de la línea, torciendo los ojos sabía muy bien que Edward no estaba de buen humor –Bueno alguien lo ha estado envenenado, necesita una desintoxicación muy urgente o podría morir, ya ha ingerido grandes cantidades, me sorprende que aún esté con vida-

Edward se quedó en silencio por un largo rato, respeto profundo y respondió, con voz calmada. 

- Ok mándame la patente del veneno, iré en una hora a tu consultorio!- 

- Si joven Carl-

- Bien- Edward colgó la llamada. 

Edward cuelga, realmente está muy molesto, avienta al suelo las cosas de su escritorio, sube las escaleras, entra a su cuarto se da un baño y se viste.

- ¿Saldrás?- Le dice la muy adormilada mujer que está en la cama.

- Si, sigue durmiendo- él se acerca a ella.

- Edward - dice la joven al sentir su cercanía

Él se inclina y le da un beso corto en los labios.

- Me llevaré a Luis, si sales avísame- dijo él en tono frío

- Si- respondió ella en automático.

- Y come algo te ves pálida- él le tocó la mejilla y se sentía un poco caliente al parecer ella también se enfermaria.

- ¿Ahora te preocupas por mí? solo tienes que darme las gracias- dijo la joven quien sabía claramente que Edward no es de los que se disculpan o agradecen.

- Darte las gracias por algo que no te pedí?, yo no te pedí que me cuidarás así que no, no te daré las gracias- dijo él en voz seria y remarcando cada palabra que salió de su boca. 

- De nada Edward- Ella se tapa por completo, Edward sólo sonríe y sale del cuarto.

- Luis irás conmigo al consultorio de Mauricio, quiero que le hables a Edwin que venga a la casa quiero que cuide de mi mujer- Luis asintió. 

-Sí señor enseguida. - sacó su teléfono y en cuanto se dirigen al auto hace la llamada a Edwin. 

Salen con rumbo al consultorio, Edward parece estar muy distraído solo ve por la ventana y permanece en silencio todo el camino, sólo él sabe que en su cabeza solo está su joven esposa.

- Señor hemos llegado- Luis lo interrumpe haciéndolo salir de sus pensamientos.

- Gracias Luis!- responde el y Luis lo ve raro ya que parece muy tranquilo y hasta las gracias con gentileza dios, quizá los cuidados de su esposa estaban descongelando ese frio corazon. 

El baja del auto y entra al consultorio.

Mauricio es el doctor de cabecera de Edward el que se encarga de atender a sus hombres en los negocios bajos, no fue fácil para él conseguir su confianza, a pesar de que se conocieron en la universidad, Mauricio es dos años mayor que él con el tiempo no solo se ganó su confianza sino su amistad.

- Mauricio- saludo Edward

- Carl, pasa siéntate!- Mauricio se pone en pie y le apunta a una de las sillas frente a su escritorio

- Y bien, dime qué descubriste?-- pregunta Edward mientras toma asiento frente a él. 

- Buen, es un veneno compuesto que ingerido en pequeñas dosis podría matarte en un mes a lo mucho.- dijo el mientras esperaba ver la reacción de Edward. 

- ¿Entonces he estado siendo envenenado por un mes?- preguntó él con una ligera sonrisa. 

- Si Carl, hay un antídoto, es muy extraño de conseguir, pero por suerte lo tengo aquí en el consultorio, solo necesitarás tres inyecciones diarias y estarás como nuevo.- 

- Toma- le entrega dos tubos de análisis de sangre - Quiero que los análises tienes media hora para darme los resultados- Edward dando órdenes incluso al doctor en este momento, como siempre, mauricio solo sonrió de lado  y solo pregunto:

- ¿También de envenenamiento?-

- General y envenenamiento- agregó Edward.

- ¿De quienes son!? Para armar el expediente

– uno es de mi esposa y otro de Luis- respondió el. 

- Muy bien-

Mauricio hace llamar a su enfermera, una mujer rubia y de buen cuerpo, no solo es su enfermera sino su compañera de aventuras, así como sabe curar sabe matar y torturar.

- Joven Carl- Saluda la enfermera amablemente.

- Yuriko- saluda Edward con amabilidad. 

- ¡Quiero que analices estas sangres chequeo general y envenenamiento!- Le dice Mauricio con una ligera sonrisa y miradas de complicidad y coqueteo.

- Si Cariño- Le dice con una sonrisa pícara.

Ella sale con las muestras en la mano.

- ¿Aún te acuestas con tu enfermera?- preguntó Edward al ver tal escena. 

-No me juzgues Carl ella es muy buena en la cama, ardiente- dijo Mauricio con una sonrisa de idiota. 

- No necesito detalles!- dijo Edward negando drásticamente con la cabeza para sacar esos malos pensamientos de él. 

- Jaja si ya tienes a tu mujer ¿ya no ves a otras mujeres?- pregunto Mauricio, ya que conocía que Edward se acostaba con quien sea aun comprometido con Zury. 

Mauricio hace pasar a Edward a un cuarto donde están todos los antídotos de los venenos por conocer, Edward se sienta en una silla, mientras Mauricio le coloca un catéter que conecta a una bolsa de suero.

- No, tengo todo lo que quiero con ella, no necesito nada más!- dijo Edward en respuesta a la pregunta de hace rato de Mauricio. 

- La monogamia no es lo mío, tienes tus plaquetas bajas y estás un poco deshidratado te pondré hierro y te pondré dos bolsas de suero para que se mezcle el antídoto con el suero, aunque también se puede poner directo, a la salida te entregaré las dos inyecciones más del antídoto.- Mauricio comenzó a colocarle la intravenosa. 

- Muy bien tú eres el doctor, Yuriko mató a tu amante pasada deberías tener cuidado con eso!- dijo Edward sonriendo, sabe que la mujer de Mauricio es muy peligrosa, pero nunca se dañan entre ellos, es un código entre amantes. 

- Jaja si esa mujer me vuelve loco no solo la mato sino después tuvimos sexo salvaje - dijo el guinendo un ojo y sonriendo de lado, solo de recordar las posiciones en que la tuvo, le provocaban ganas de volverla a tener, ya que Edward se fuera. 

- Estás enfermo, jajaja - dijo Edward. 

- No todo tenemos una mujer hermosa y sumisa como la tuya, ademas que hagan siempre lo que tu quieres es cansado, me gusta la fiereza de mi mujer.--

- Ella es sólo mía así que ningún otro hombre la a gozado, sin en cambio Yuriko esta mas perforada que un colador, asi que me quedo mil veces con mi sumisa esposa, hablando de otra cosa necesito saber quién me estaba envenenando- Edward cambio el ritmo de la conversacion, no le gustaba hablar de su mujer con otros hombres. 

- Yo creo que la persona que te está envenenado también ha de tener el antídoto- dijo Mauricio. 

- Si dame 1 dosis del veneno - 

- Vas a envenenar a alguien!- Edward sonrió, y Mauricio comprendió la indirecta, directa. 

- ¡Ya veremos!- Respondió él aunque por dentro decía que sí. 

Pasan media hora hablando, de cosas de la salud y negocios.

El suero se termina y regresan al consultorio.

- Cariño ya están los resultados, Toma- La enfermera le entrega a Mauricio un sobre con los resultados de los análisis.

- Bien veamos cómo está tu gente- Mauricio abre el sobre.

- Luis tiene una baja dosis del veneno, no es mucho no necesitará más que una inyección y en sus defensas ese hombre vivirá una vida muy larga está muy bien de salud, veamos tu mujer bueno ella, está baja en hierro pero no es mucho, ella también ha estado siendo envenenada sus niveles casi se asemejan a los tuyos, por su estado puede ser muy peligroso- Mauricio no paraba de leer con su vista los resultados de ambos pacientes para resaltar lo más relevante para decirle a Edward.

- ¿Su estado?- preguntó él sacando a Mauricio de sus pensamientos y su lectura silenciosa.

- Ella está embarazada, ¡felicidades serás padre!- dijo Mauricio bajando la hoja de los resultados.

- ¿Que tanto le podría afectar?- preguntó Edward, la noticia de ser padre lo alegro de cierta manera pero le preocupaba la condición de sus esposa por el envenenamiento. 

- Necesito tomar una muestra de su líquido amniótico y tomar los latidos del bebé, para ver si aún está con vida. - dijo Mauricio intentando no alarmar, pero era posible que el bebe ya no se encontrara con vida. 

- MALDITA SEA!- Edward comprendió lo que significaba la calma de Mauricio. 

- Carl, ocupo que la traigas hoy mismo y le inyectes el antibiótico-

- Bien la traeré aquí hoy mismo!- agregó Edward. 

Edward sale del consultorio, con varias dosis del antídoto. 

- ¡Toma Luis inyectarte!- Edward le entrega el antídoto

-¿También estoy envenenado señor?- Dice Luis mientras recibe el antídoto, el sospechoso del envenenamiento al ver la etiqueta de la jeringa, no tenía mucho conocimiento de venenos, pero el nombre era muy extraño y la palabra ANTÍDOTO en mayúsculas lo delataba todo. 

- Si pero no muy alto, quiero que juntes a todos en el almacén, cocineros, meseras, matones a todos- Edward dio la orden y Luis obedeció.

- Si señor-

Luis maneja mientras llama en altavoz dando la orden.

El celular de Edward suena.

- ¿Qué ocurre?- respondió con su voz neutra. 

- Me dijiste que te avisará si salía, pues estoy en la plaza con el señor Edwin- respondió la joven. 

- ¿En qué plaza? - preguntó el.

- La que está cerca del lago!-

- Te veo hay en veinte!- 

- No es necesario que vengas-

- Calla, ya voy para allá!- Edward cuelga la llamada sin siquiera darle tiempo de que ella continuará negandoce.

- ¿A la plaza señor?- preguntó Luis, Edward lo vio extrañado. 

- ¿Cómo sabes Luis?- pregunto. 

- Edwin me habló cuando salieron de la casa-

- Vamos- Era más que obvio, Luis lo conocía bien y sabía que su esposa era la prioridad en este momento, pero Edward desconfiaba de todos después de enterarse del envenenamiento, así que Luis no era la excepción. 

Luis maneja con dirección a la plaza, después de unos minutos llegan.

En la plaza.

- Señora Li- Edwin comienza una conversación con su señora. 

- ¿Si Edwin!?- pregunta la joven mientras caminaban por los pasillos de la plaza,

- Espere aquí, mire algo sospechoso no se mueva!- Le dice en tono muy serio.-- la joven asintió. 

- Ok-

El camina a lado contrario de a dónde iban.

Ella al ver qué el ya no la miraba continuó caminando hasta que se detuvo a mirar por el escaparate de una joyería, miró un brazalete verde de jade el cual le gustó mucho.

- Veo que el verde es tu color.- Dice Edward detrás suyo, la joven se espantó un poco no esperaba verlo aquí. 

- Te dije que no era necesario que vinieras ¿no puedo tener un respiro de ti?!- Dice la joven muy seria sin ni siquiera voltear su cuerpo solo lo miraba por el reflejo del ventanal de la joyería.

El la abraza por la espalda.

- Debes saber que se hace lo que yo digo. ¿Donde está Edwin?- le susurro al oído 

- El dijo que miro algo y se fue para allá - Ella le señala

Edward voltea hacia el lado donde ella señalo, Edwin le hace señas para decirle que todo está controlado

- ¿Por qué te moviste de dónde Edwin te dejo?- preguntó el. –Acaso tratabas de escapar?--

- ¡Me entumi!- respondió ella con una ligera sonrisa – si quisiera escapar lo hubiera hecho cuando me diste permiso de dejarte–

El saca la jeringa que le entregó Mauricio y la inyecta.

- ¿Que, que me hiciste?- pregunta la joven, tocándose el brazo. 

- No me lo agradezcas ya estamos a mano - respondió el. 

- ¿Qué?-

- Nada ¿Por que si te gusto no lo compraste?- la vista de Edward se dirigió al ventanal. 

- No tengo dinero solo quería caminar a tomar un rato el sol- respondió ella

- ¿Hablas enserio?, eres la mujer más rica de toda la ciudad! - él sonrió, a ella le parecía extraño ver a Edward tan feliz. 

- No ese es tu dinero, no mío - dijo la joven.

- Vamos- él la tomó de la mano y la hizo entrar a la joyería, compró el brazalete. 

- ¡Hace juego con tu collar!- le dijo mientras le colocaba el brazalete en su brazo. 

- Está vez no quisieron golpearme jaja- bromeo ella y él la vio a los ojos, “se ve realmente hermosa” pensó el. 

- Mientras esté contigo, ¡me voy a encargar de que nadie te haga daño!- le dijo él mientras le acariciaba la mejilla.

‘?acaso es bipolar? el que más daño me hace es el’ pensó la joven pero no quería hacerlo enojar asi que solo dijo:

- Edward tengo hambre, ven!- 

Ella lo lleva a un puesto de hamburguesa.

- ¿Que pasa, contigo por qué estás tan... participativa?- preguntó Edward mientras les servían las hamburguesas. 

‘¿Por qué será, si no lo hago te enojaras’ pensó ella.

- Yo... este Edward, ¿soy una tonta verdad?-

- ¿Por qué lo dices?- preguntó él mientras trataba de morder la hamburguesa. 

- Por que, pude no haberte cuidado y aún así lo hice, me dijiste que me fuera y no lo hice, ya estaría muy lejos de ti-

- Si lo eres, ahora come!- respondió él en voz seria.

- ¿Edward por qué te portas bien conmigo ahora?, ¿por qué soy tu salvadora?- después de decir esas palabras mordió al fin la hamburguesa, edward tardó unos segundos para responder. 

- ¿No puedo tener un día de tranquilidad? ... Itzel gracias por cuidarme. - dijo él, y ella casi se ahoga con el pedazo de hamburguesa que está en su boca, él le acercó un poco de agua y palmeo su espalda. 

- ¡Creí que no me agradecería Edward!- dijo ella después de recuperar el aliento. 

- Si, igual yo.- dijo él desviando la mirada

- Edward ¿y Héctor?- pregunto ella para evadir la incomodidad del momento. 

- Lo traerán en dos días y pedí a los doctores que no lo trajeran aún, porque enferme. - respondió el. 

- ok - Ella da un gran bostezo.

- ¿No dormiste?- preguntó el. 

- Si un poco, ¿Edward estás de buen humor? - él no respondió a su pregunta, ya había hablado demasiado, y no era muy normal que eso pasara. 

Después de comer caminan por la plaza un rato tomados de la mano.

- Casi muero creo que estaré de buenas por este día. - respondió él al fin a la pregunta de la chica. 

- ¿casi mueres?- preguntó ella incrédula. 

- Si aún no se quién pero alguien estuvo envenenandonos-

- ¿Envenenandonos?- preguntó la joven. 

- Si, a Luis, a ti y a mí, sabes si no me hubieras cuidado hubiera muerto. -

- ¿Me darás un premio?- presunto la chica tiernamente, lo cual suavizar aún más a Edward

- ¿Qué quieres?- preguntó el.

- Una semana, sin que me obligues a...- ella no pudo terminar sus palabras. 

- ¡No te tocaré en tres meses, aunque quisiera no puedo hacerlo!- respondió él pero ella estaba tan confundida. 

- ¿Así?-

...Gracias mis estimados lectores, el día de mañana no subiré capítulos....

...Muchas gracias por sus likes y sus comentarios, siempre es un gusto leerles....

...Espero y mi novela les esté gustando...

...Saludos….....