Lo Que Arde Entre Nosotros

-Capítulo 21-

El cielo se cubría de un gris suave cuando Abril se detuvo en la puerta del comedor. Clara estaba preparando té, moviéndose con esa calma casi maternal que a veces contrastaba con el torbellino que su hija llevaba por dentro. Al verla, Clara sonrió con dulzura.

—¿Vas a salir? —preguntó sin juicio, solo con interés.

Abril asintió y se acercó, con los ojos ligeramente enrojecidos. Rodeó a su madre con los brazos en un gesto repentino y apretado, Clara tardó un segundo en corresponder, pero cuando lo hizo, le acarició el cabello como cuando Abril era niña.

—¿Está todo bien, mi amor? —susurró.

—Solo... necesitaba abrazarte —La voz de Abril tembló, pero no se quebró— Solo quiero que sepas que siempre voy a amarte… Pase lo que pase.

Clara la miró, algo inquieta, pero respondió con la misma ternura— Y yo a ti, Abril… Siempre, puedes contar conmigo ¿sí?

La joven asintió, mordiéndose el labio, y luego se marchó, no miró hacia atrás. Si lo hacía, las lágrimas iban a delatarla.

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El viaje hasta la cabaña fue corto, pero en su mente todo parecía eterno. Apenas Yazmin abrió la puerta, la expresión en el rostro de Abril lo dijo todo.

—¿Es lo que creo? —preguntó Yazmín seria pero con esa calidez protectora que tanto caracterizaba su voz.

Abril sacó la prueba de embarazo de su bolso, la sostuvo entre sus dedos como si quemara. Yazmin no dijo nada, solo se acercó y la abrazó, fuerte.

—No estás sola —le aseguró— Pase lo que pase, aquí estoy.

Después, Yazmin caminó hasta la alacena y sacó una caja pequeña.

—Tenía esto por si acaso —dijo mientras le entregaba la otra prueba— Esta indica el tiempo de embarazo, no deja lugar a dudas. Si da negativo, iremos al hospital a buscar respuestas, pero si da positivo...

Abril la tomó con manos temblorosas y entró al baño, el silencio fue largo, denso como una niebla. Cuando volvió a salir, sus ojos hablaban por ella, levantó la prueba con lentitud.

EMBARAZADA... decía la prueba.

Además de indicarle “5+ semanas”.

Yazmin se sentó junto a ella, apretando sus manos, Abril no dijo nada por unos segundos. Luego, tragó saliva.

—Estoy embarazada… —murmuró—. No es una sospecha…. Es real.

El silencio se llenó de esa certeza, de un miedo primitivo y al mismo tiempo de una responsabilidad arrolladora.

—Tengo que escapar —susurró, su voz rota, mientras se levantaba— Tengo que salir de aquí, Yaz… Volver a la ciudad, pensar con claridad lo que debo hacer, alejarme de todo esto… de Elías.

—¿Estás segura?

Abril asintió, sus labios apretados.

—No puedo quedarme... No ahora... No con esto dentro de mí, necesito tiempo, espacio, necesito decidir quién quiero ser antes de que el mundo decida por mí.

Yazmin la miró con tristeza, pero con una comprensión profunda en los ojos.

—Entonces planeemos cómo lo harás... No estás sola, Abril, no esta vez.

Desde el otro lado de la puerta, el viento soplaba con una brisa extraña.

Como si incluso la noche supiera que algo estaba por cambiar.