Ella, una pobre chica burlada y abandonada con un hijo. Él, un amargado hacendado a quien nadie quiere y todos le temen y respetan. Sus mundos se cruzarán gracias a una treta del destino. ¿Qué pasará? Descúbrelo aquí.
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Razones.
Felipe.
Llevaba días aquí encerrado, sentía que me iba a volver loco, no podía llamar a nadie y menos salir, mi padre andaba como un león hambriento buscándome hasta por debajo de las piedras, sabía que era cuestión de tiempo para que me encontrara, pero tenía esperanza de que Alejandro apareciera primero. No se por qué, pero confiaba en que él no me dejaría morir solo en esta situación.
El teléfono desechable que había comprado estrictamente para esperar la llamada de Álvaro, por fin sonó, lo respondí ansioso de inmediato.
— Álvaro, hasta que por fin llamas, por favor dame buenas noticias, de lo contrario te juro que me voy a enloquecer.
— Tranquilo, lamento haber tardado tanto, estaba un poco ocupado, pero lo importante es que ya te tengo respuesta, Alejandro está aquí y quiere reunirse contigo.
— Al fin, por supuesto que quiero reunirme con él, solo que me es difícil salir, estoy escondido y si salgo de aquí, seré atrapado por los perros de mi papá.
— Comprendo, dime dónde estás y mandamos a alguien por ti.
Lo pensé, en este momento me costaba confiar en alguien, pero no tenía de otra, así que le dije donde estaba, y solo fue cuestión de minutos para que una camioneta con 4 sujetos llegarán a donde estaba.
— Señor Felipe, venimos de la fortaleza, nos envía el doctor Álvaro por usted.
A la de dios salí, subí a la camioneta sin decir una palabra y un rato después, ya estábamos en la hacienda de Alejandro.
— ¿Felipe? ¿Qué te ha pasado? Pareces haber envejecido 10 años.
Álvaro se sorprendió al ver mis fachas, y tenía razón, cuando me escondí no tuve más opción que solo comprar algunas porquerías para comer, pero nada de ropa y cosas de aseo personal, así que estaba vuelto un desastre.
— No tienes idea de lo que he tenido que pasar estos días.
— Con verte me lo imagino, y me disculpó por eso, es mi culpa no haberte apoyado más, pero ven, date un baño y cambio de ropa, en esa habitación encontrarás lo que necesitas. Una vez estés listo iremos con Alejandro.
— Gracias Álvaro, de verdad te lo agradezco. Dime, ¿ya tienes los resultados de las pruebas que te pedí?
— Si, ya los tengo, pero ve y aséate, te los diré al rato.
— ¿No puede ser de una vez? Tengo mucha ansiedad por saber la verdad.
— Solo unos minutos Felipe, ve por favor.
Me retiré aún más ansioso, quería saber esos resultados.
Sebastián.
Regresé de Estados Unidos con el corazón apachurrado, nadie me puede negar que es muy difícil renunciar a ti mismo, solo para que alguien que amas sea feliz. Esa era mi situación, por qué Alejandro era mi hermano del alma, y yo sabía que él estaba interesado en Lorena. Ale era muy frío y seco, pero con ella y Dylan se había vuelto más dócil y sereno, eso era bueno para él. Así que yo estaba dispuesto a lograr que él se casará con ella y que firmarán una bonita familia.
No todo el tiempo se es feliz a título personal, a veces la felicidad nuestra, es ver felices a los que amamos y procurar lo mejor para ellos.
Llame a Estados Unidos y Lorena me dijo que Alejandro se había devuelto al país, según tenía cosas de las cuales debía ocuparse personalmente, ella me pidió que si podía asegurarme de que él estuviera bien, manifestó no haberle visto muy buen semblante, parecía enfermo. Y eso me preocupó.
Por esa razón llegue a la hacienda, y apenas la puse, él me llamó, me dijo que se encontraba en su habitación, así que fui hasta allí.
— Debiste llamarme si ibas a regresar ¿Pasó algo que no sepa?
— Si, han pasado cosas, y pues es necesario que yo te cuente todo.
Alejandro estaba muy serio, y supe que tal vez podría ser delicado lo que me contaría.
— Me estás preocupando, habla de una vez.
— Estoy enfermo, tengo WD, mejor dicho, la enfermedad de Wilson, está en una etapa avanzada porque no le atendí a tiempo, y para poder seguir viviendo necesito un transplante de una parte de hígado.
Lo que escuche me pareció chiste, pero Alejandro no era de los que bromeaba y menos con algo así.
— No puedes estar hablando en serio, tiene que ser una broma ¿Verdad?
— Es en serio Sebastián, estoy muriendo.
— No, eso no puede ser, no estoy entendiendo nada ¿Quien te dijo eso?
— Es cierto Sebastián, yo he estado tratando a Alejandro todo este tiempo, lastimosamente el tardo muchísimo para consultarme y su enfermedad avanzo demasiado, a tal punto que su hígado está muy dañado y la única manera de garantizar su supervivencia, es que se le practique una cirugía de transplante.
Álvaro entro a la habitación y confirmo tal desastre, en ese instante sentí todo irreal, no podía ser lo que estaba escuchando.
— ¿Desde cuándo estás en esto? Porqué siento que me lo has estado ocultando desde hace mucho.
Le pregunté a Alejandro mirando directamente sus ojos.
— Lo supe hace dos años, cuando me sentía ya muy mal y no podía hacer nada, entonces fuí donde Álvaro y el me diagnosticó.
— ¿Dos años? ¿Así que no planeabas decirme? ¿Qué soy yo para ti Alejandro? Te pregunté muchas veces si te sentías mal, y siempre me gasté todo ¿Te costaba decirme
Finalmente, cuando Felipe llegó, Álvaro y yo estábamos listos para contarle la noticia. Al principio, él también se sorprendió, pero al cabo de un rato, asimiló la información y entendió la gravedad de la situación. Hablamos sobre la necesidad de que él me donara una parte de su hígado para salvarme la vida, y aunque al principio fue renuente, finalmente accedió.
Mientras tanto, Sebastián llegó a la hacienda y le conté la verdad. Al principio, estaba furioso y dolido porque le había ocultado algo tan importante, pero luego comprendió mis motivos y se comprometió a ayudarme en todo lo que fuera necesario. Juntos formaríamos un equipo para enfrentar a Mendiola y proteger a Lorena y a Dylan.
Las próximas semanas serían cruciales, tendríamos que estar unidos y fuertes para superar todos los obstáculos que se avecinaban. Pero estábamos decididos a luchar por la verdad y la justicia, sin importar las consecuencias.
La batalla final estaba por comenzar, y estábamos listos para enfrentarla juntos, como una familia unida y decidida a salir victoriosa. Ahora sí, estábamos listos para descubrir todos los secretos y llevar a Mendiola ante la justicia.
Sebastián.
Enterarme de que Alejandro estaba tan enfermo me dejó totalmente desubicado, no podía comprender que lo que me decía fuera cierto, me parecía broma, pero no, era real, estaba enfermo y era mortal. Sentí como si una espada me atravesara el corazón, no podía tan siquiera decir mucho.
— Te apoyaré, tu no estás solo en esto, yo estoy aquí contigo.
Gracias, amigo, yo sé que siempre puedo contar contigo, pero ahora solo te pido que cuides de Lorena y Dylan, por favor Sebastián, vela que nada les pase y que tengan todo lo que necesiten.
— Te lo prometo, tranquilo que yo me hago cargo.
— Alejandro, Felipe está listo.
Álvaro entró a la habitación y dijo eso, lo que me dejó algo desubicado.
— ¿Felipe? ¿Que Felipe? No me digas que Mendiola está aquí.
— Si, le pedí que viniera para que aclaremos un asunto.
— ¿Aclarar un asunto? ¿Con ese idiota? ¿De qué se trata todo esto Alejandro?
— Te lo explicaré todo después, por ahora necesito hablar con Felipe, no te enojes Sebastián, esto es muy importante para mí.
Juro que no lo entendí, pero respete su decisión. Decidí salir de la habitación, no podía quedarme en el mismo espacio que el imbecil de Felipe estaba por ocupar también, pero para mí desgracia me lo encontré de frente en el pasillo, lo mire fijamente a los ojos y le hice saber con una mueca que no me agradaba, luego pasé por su lado y lo ignore por completo.