El Imperio De Las Rosas

Ellie no tenía opción, debía quitarle la cabeza; solo la estaba atacando y no dejaba de repetir la frase "felicidades"; no iba a poder obtener información de él.

“Veo que llegue tarde ¿recibiste mi regalo?”. La sonrisa de Richard era retorcida, sus ojos poseían un extraño brillo. ¿Quién es el cazador y quién es la presa?

Las cartas estaban en la mesa, reveladas. Las voces no dejaban de repetirle qué debía matarlo, pero no podía hacerlo, sería ir en contra a la familia imperial y él usó esto a su favor pero... Le había revelado su secreto, la única manera de revivir a los muertos es utilizando magia negra y eso significaba que debía tener contacto con el clan L' blüjk.

“No puedes escapar de mí, Ellie”. Se acercó a la rubia esperando a que esta retrocediera, pero no se inmutó, no pudo evitar reírse fascinado al no obtener la reacción esperada de su nueva adquisición.

¿Quién jugaba con quién? Ellie lo miraba claramente, no había nada que pudiese hacerla sentir confundida; él estaba obsesionado con ella. Sería un juego divertido, podría obtener la corona en el transcurso.

“¿Qué harías por mí?”. Las preguntas de Ellie siempre eran pretenciosas aunque superficialmente parecieran inocentes; cada palabra estaba calculada. El príncipe no se sorprendió de la pregunta de su amada, él sabía que ella no confiaba en él.

Se arrodilló ante ella, sin dudarlo y el rostro de Ellie se volvió un poema, una sonrisa retorcida apareció en su rostro al ver a Richard rendirse tan fácilmente ante ella. Estaba extasiada.

Tomó sus mejillas con su diestra y lo obligó a beber del vino que traía consigo el cadáver, él lo hizo sabiendo que el vino estaba envenenado. Su cuerpo lo resistiría debido a su dura niñez tuvo que aprender a sobrevivir.

La atmósfera estaba tensa, Ellie se sentía eufórica y excitada por tales acontecimientos que habían transcurrido en tan corto lapso de tiempo mientras que Richard estaba ansioso, ansioso por dominarla, pero para poder domar a una bestia primero debes hacerle creer que tiene el control. Ambos estaban siendo devorados por sus propias ambiciones.

“Hazme tu emperatriz”. Los ojos de Richard brillaron, el precioso color rojo de sus ojos había adquirió un brillo azul inusual debido al reflejo del iris de Ellie. Sin darse cuenta ambos se estaban hundiendo en el otro; los dos estaban cediendo ante sus deseos dejando ver lo que había detrás de las máscaras que solían usar por el veneno que a pesar de no generarles algún malestar físico los tenía drogados. Estaban sobre estimulados.

Richard besó la palma de la mano de Ellie de manera intensa, haciéndolo un beso duradero y lleno de promesas. La rubia estaba consiente del porqué el príncipe le estaba revelando sus secretos, quería mantenerla atada a él.

“Estoy perdiendo la cordura por ti. Haré que todos se arrodillen ante tu presencia, mi emperatriz”. Ambos estaban jugando con fuego, conociendo la máscara qué ambos podrían. No era ingenuos, las cartas estaban sobre la mesa, pero no era el final del juego; ambos harían lo que fuera por obtener lo que quieren aunque tuvieran que hacer jugar sucio en el transcurso.

Richard sabía que debía matar a su hermano para poder adueñarse de Ellie, pero ¿no estaba eso ya escrito? Él iba a ser el emperador, lo mataría de cualquier modo solo que ahora obtendría un bonus. Ninguno de los dos podía apartar la mirada del otro, estaban hundiéndose en misterio que es cada uno, intentando entre ellos descifrarse.

“Príncipe, levántese. Empezarán los rumores si no salimos”. Para ninguno de los dos sería beneficioso alguna especie de rumor en dónde se les relacionase, por lo tanto, debían mantenerse al margen.

Primero salió Ellie quien se encontró con su padre de inmediato, quien extrañamente no estaba ansioso al verlo salir de un lugar en donde estaba sola con Richard. La rubia estaba desconcertada hasta que dirigió su mirada en donde estaba la emperatriz y el emperador, encontrándose con Richard quien debería de seguir en el balcón; le guiño el ojo. Descarado.