"Fueron muchos años de maltratos y humillaciones, pero ya no más, hoy, voy a ser todo lo que yo quiera ser".
Viviana es una chica abandonada por su madre, y en quien su padre descarga todas sus frustraciones. Pero un ángel dará luz a su vida y le ayudará a cruzar las más densas tinieblas.
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Regresión.
Viviana se despertó en ese momento y escuchó la conversación, estaba aún más confundida y asustada por lo que escuchaba. Pero sabía que tenía que apoyar a su hermano en este momento tan difícil.
— Vicente, necesitamos descubrir la verdad, debes hacer eso de la regresión, necesitamos entender qué pasó contigo y por qué estás en ese cuerpo. Estaré contigo en todo momento, lo prometo.
Vicente asintió, a pesar de su miedo, quería saber la verdad. El hombre preparó todo para la regresión y comenzaron el proceso. Vicente cerró los ojos y poco a poco comenzó a recordar cosas que nunca antes había recordado. Fue muy difícil estar allí para Viviana, pero lo había prometido, y muy valientemente enfrento la situación.
Vicente de repente empezó a tener como una especie de pesadilla, el temblaba y gritaba, cosa que fue muy difícil para todos los presentes, aún para aquel psíquico, pues era muy cruel.
Vicente.
Quien lo diría, yo el paciente Vicente, el que siempre desde el silencio veía pasar la vida y sufría los golpes, desde que mamá se fue me dediqué a callar, solo hablaba con mi hermana y a los demás en casa solo les hablaba lo necesario, no quería ser muy visible.
Pero eso no me sirvió de nada, porque como todo adolescente, la rebelión hizo parte de mi crecimiento, estaba harto y ya no quería que todos me atropellaran, y entonces empecé a protestar. Ese día que papá me dijo que moviera el carro al taller, yo me negué, el no me dijo nada ni me hizo nada, fue Marcos quien me golpeó y también con el discutí, recuerdo irme a un parque y regresar a casa después.
No tenía memoria de una parte de la historia de ese día. regresé a la casa, mi hermana había sido castigada, yo fui a mi habitación a dormir, pero mi papá me saco de la cama, me llevo a la camioneta y condujo, no me dijo nada en el camino, pero yo estaba muy asustado.
Estaba muy oscuro y solo con las luces de la camioneta, el me arrastro prácticamente y me amarró en unos palos que por lo visto ya antes había clavado para ello.
— Esto es para que aprendas a respetarme, con esta lesión, no querrás volver a hablarme como lo hiciste hoy en el taller, espero que aquí puedas reflexionar el resto de la noche, y que a partir de mañana pienses mejor las cosas.
Sus palabras fueron crueles, ¿me dejaría amarrado aquí en esta oscuridad?
— ¿Por qué no solo me pegas y ya? No hay necesidad de que seas tan cruel, no puedes dejarme aquí. ¿Qué hago si un animal feroz aparece y me devora?
— Pregúntale a tus hermanos, como han estado aquí y a ninguno se los ha comido nada.
Allí me di cuenta de que estaba acostumbrado a hacer esto, mis hermanos también habían sufrido y me consolé, si ellos lo superaron, entonces yo también lo haría. Mi papá se fue y la oscuridad era tan espesa que casi puedo decir que la podía tocar, pasaron tal vez unas dos horas y escuché un ruido que cada vez se hacía más fuerte, no podía entender que pasaba, pues no sabía tampoco donde estaba exactamente.
Pero el miedo se apoderó de mí, y empecé a gritar por ayuda, no sabía lo que se acercaba, pero estaba seguro de que no era nada bueno. No pasó mucho tiempo para darme cuenta de que no estaba equivocado, porque de repente empecé a sentir que había agua en mis pies, y poco a poco esa agua fue subiendo por mis piernas, subía rápidamente y eso me lleno de mucho temor, mis gritos de auxilio y de perdón a mi papá parecían ser en vano, pues tenía la leve esperanza de que no se hubiese ido, que estuviera allí esperándome en alguna parte.
— Papá, papá por favor, perdóname, te juro, yo te prometo que nunca más volveré a ofenderte, yo nunca más voy a volver a hablarte mal, solo sácame de aquí, papá hay agua y tengo miedo, no quiero ahogarme, ¡papá!.
Estaba tan angustiado al sentir que el agua estaba en mi pecho, yo grité a mis hermanos, llame a mi mamá, a todo el que recordé, grite tanto que mi voz se volvió ronca y me dolía la garganta, nadie venía por mí, y no podía ver nada, sé que me fracture una mano intentando soltarme, el dolor era horrible, pero mi papá me amarró tan fuerte que no podía safarme de esas cuerdas.
Cuando el agua llegó a mi cuello, estaba muy triste, sabía que iba a morir allí, y solo pensaba en mi hermana, recuerdo que levanté mi mirada al cielo y rogué que no quería morir, que si lo hacía, ¿quién iba a cuidar de mi nana? Y luego recuerdo solo mi agonía intentando no morir, pero fue inútil, no pude sostener más la respiración, ahora se que morí ahogado en ese lugar.
Viviana.
Lo que sucedía era todo una locura, no podía creer que esto de verdad estuviera sucediendo, trate de despertar creyendo que era un sueño de esos locos que a veces uno tiene, pero no, parecía que esto era real.
Juro que nunca pensé tener un dolor tan profundo como el que he experimentado en este día, enterarme de que mi hermano murió así, de una forma tan cruel y despiadada, solo y suplicando a la nada por su vida, y que el ser malvado que lo mato fue nuestro padre, eso no lo podía asimilar.
— No es cierto, no es cierto, no puede ser cierto, no es verdad.
Yo estaba demasiado loca, pensar en eso me hacía sentir como que si el corazón se me arrancará, gracias al cielo Adrián estaba allí, y él solo me abrazaba e intentaba consolarme, pero nada me iba a quitar el dolor de saber cómo fue que murió mi hermanito. Mientras yo dormía en mi cama, él moría llamándome y pensando en mí.
Los frutos de dolor me salían del alma, hasta que de repente me sentí con mucho sueño, como que no sentía nada más y creo que me dormí, lo único que vi fue a Adrián con una jeringa en su mano y una mirada tan triste, hasta lágrimas había en sus ojos, le agradecí que me hiciera eso, porque segurito me infartaría de tanto sufrimiento.
Adrián.
Verla sufrir de esa manera, fue tan difícil para mí, no sabía que hacer para aliviar su dolor, quería arrancarle ese sufrimiento, pero no podía, así que solo pude inyectarle un calmante, fue todo lo que pude hacer por ella.
Luego de que se durmió, me quedé a su lado, verla así solo le recordaba a mi mismo, cuando nuestros padres murieron, mi hermana y yo pasamos momentos muy difíciles, el dolor que sentía es algo que jamás quisiera volver a pasar, por eso entiendo a Viviana, saber cómo murió su hermano, es algo muy cruel y doloroso.
Pero no está sola, yo estoy aquí y me quedaré hasta el final a su lado, porque la amo y la amaré toda mi vida.