Volver A Amar

Cristopher observaba a la distancia a sus amigos Aiden y Daniel.

Bebió de su copa y luego chasqueó la lengua al darse cuenta de que el único idiota depresivo era él.

Ellos podían bailar libremente y disfrutar de compañía femenina, mientras que él seguía aferrado a la presencia invisible de la que alguna vez fue su mejor amiga.

¿Realmente se había enamorado de ella? ¿O es su ausencia lo que le duele? ¿Podría decir con seguridad que la ama?

No, no puede, ya que nunca estuvo realmente enamorado de ella. Creyó que el dolor que sintió en su corazón el día que se enteró que Jessy se casaría y ya nunca más podrían compartir tiempo juntos se debía a un eterno e intenso amor.

Estaba sumamente equivocado y aún no lo sabe, pues al ser su única y gran amiga, cometió el terrible error de cruzar aquella delgada línea de Amistad—Amor.

Confundió la cercanía, la confianza, el interés y el apoyo que se entregaban mutuamente con amor.

Confundió el cariño de amigos con la fuerza que te acelera el corazón cada que ves o estás con tu ser amado.

Sin embargo no se dará cuenta hasta que sepa lo que es estar enamorado de verdad, y para eso, deberá dejar de lado sus creencias y supuestos sentimientos para abrir su corazón a un amor real.

Se levantó y caminó hasta el lado de Alba —. ¿Me puedo sentar?

—Si claro —contestó la rubia sin darle mayor importancia.

—¿Cómo te llamas?

—Alba —sonrió.

Barbara atenta a la conversación, y sin afán de ser un estorbo, fingió que su esposo le envío un mensaje y por lo tanto debía marchar a su hogar.

Luego de despedirse de ambos, y del resto de las profesoras ahí presentes dejó el club.

Cristopher carraspeó incómodo por el silencio que hace un par de minutos se hizo presente entre ellos, y dispuesto a romper aquel ambiente, preguntó —. ¿Vienes regularmente a estos lugares?

Alba volteó su rostro para mirarlo —. No, para nada. De hecho mis amigas me obligaron.

—¿Enserio?... a mí también.

—¡No te creo! —alzó ambas cejas—. ¿Y porque razón no querías?

—¿Te digo la verdad?

—Claro, digo...si quieres.

Cristopher frunció los labios —. He llevado un buen tiempo sumido en la tristeza.

La rubia lo observó fijamente, extendió un vaso hacia él y lo instó a continuar.

—Mi mejor amiga Jessy, en realidad era la única que tenía —soltó un suspiro —. Se casó hace seis meses, y desde ese momento siento que perdí la oportunidad de decirle que la amaba —bebió el contenido de un sorbo.

—¡Uh! lo lamento.

Cristopher asintió con la cabeza, y por un segundo se cuestionó la razón por la cual le contó aquello. Tal vez la cantidad de alcohol en su sangre lo llevo a abrir la boca, o el hecho de que al ser una completa extraña no lo miraría con lástima, como lo hacían todos sus cercanos.

—Extraño lo momentos que teníamos juntos, y la confianza con la que podíamos contarnos nuestro secretos más íntimos...la extraño.

La rubia sonrió con pesar —. Sé lo que se siente. ¿Y porqué no le dijiste antes, que estabas enamorado?

—No lo sé. El día que me dijo que se casaría y que ya nunca más podríamos compartir, sentí que mi mundo se desmoronó.

Ella frunció el ceño al oírlo...algo le quedó dando vuelta.

—Aver... no entiendo. ¿Te diste cuenta que la amabas cuando te dijo que nunca más podrían ser amigos?

—Si

—Pero antes... ¿No sentías amor por ella? ¿Tu corazón no palpitaba por su cercanía?

—No—contestó él.

—¿Sentías cientos de mariposas revolotear en tu interior?

—No.

—¡Joder!, este tío es tonto —susurró sin que él oyera.

—¿No tenías ganas de besarla, de acariciarla, de hacerle el amor?

—¡NO!—exclamó con los ojos muy abiertos —. ¡Mierda soy un imbécil!

Alba levantó la copa —. Tú lo has dicho.

—Mierda y más mierda... pensarás que soy un idiota —dijo cabizbajo y apenado.

Ella enternecida puso su mano sobre su cabeza desordenando su cabello —. Descuida, simplemente confundiste tus sentimientos, y eso es algo que ocurre con más frecuencia de la que puedas imaginar.

Cristopher se tenso por la mano de Alba. Alzó su rostro —Gra...gracias, generalmente no soy tan tonto.

—No lo eres. Yo si soy una tonta.

—No digas eso. Se nota que eres una mujer excepcional —afirmó recordando las palabras de sus amigos y la manera en que esta lo acababa de consolar.

—Noo—inquirió —. Mi esposo me engaño con mi prima y ahora esperan un bebé. Dime ¿Te sigo pareciendo igual ahora?

Este tomó sus hombros mirándola —. Si. Que te haya engañado no te hace una tonta. Él es un maldito que no te merece, no merece a una mujer como tú.

—¡Pero que dices si ni siquiera me conoces!

—¡Auch!—chillo fingiendo dolor con una mano sobre su pecho —. Me dañas.

Soltó una risilla, que a él le pareció preciosa —. ¿Ves? si sonríes así terminarás enamorando a unos cuantos por aquí.

—Creeme que lo que menos quiero es saber acerca del "amor" —enfatizó.

—No digas eso, creo que ninguno de los dos ha encontrado a su verdadera alma gemela.

Alba arqueó una ceja —. ¡Que poeta Cris!

El castaño abrió los ojos, que bien sonaba su nombre en sus labios. Por que odiaba que le dijeran así, le parecía terriblemente femenino. Nisiquiera Jessy podía llamarlo con ese disminutivo, pero de la boca de ella se escuchaba diferente. No sabía exactamente a qué se debía esa comobidad, sin embargo no le molestaba para nada.

—Puedo ser un auténtico Paulo Coelho.

—No juegues, que luego me enamoro de tí.

—Me encantaría—admitió Cristopher viéndola fijamente a los ojos.

Sin que nadie lo esperara, Alba levantó su mano y lo abofeteó. Cuando se dió cuenta de lo que había hecho se tapo la boca con ambas manos.

Cris abrió los ojos enormemente.

—¡Lo siento!, discúlpeme, ¡Oh Cielos!...lo lamento tanto.

—¿Pero porqué?, ¿Dije o hice algo que no debía?

—Perdóname, creí que me estabas coqueteando. Soy una tonta por creer algo así. Me iré Cristopher, fue un gusto conocerte. Pero lo que te hice fue terriblemente malo, y lo mejor es que me aleje de ti.

El castaño estaba consternado, se sentía dolido, y no precisamente por la cachetada. Pues la entendía. Una mujer engañada, aún con el corazon herido, y él, tonteando con ella. ¡Qué necio y desconsiderado!. Pensando en eso no se percató que Alba se había levantado y caminaba a la salida.

Rápidamente tomó su chaqueta y fue tras sus pasos, cuando la rubia salió a la calle, él la tomo de la mano, y esta, asustada giró su rostro de inmediato.

Lágrimas caían de sus ojos, Cristopher la envolvió entre sus brazos, y besó la coronilla de su cabeza.

—Tranquila, no fue tu culpa, no lo fue, nunca lo ha sido—no se refería a la cachetada.

Alba se dejó abrazar por aquel extraño, permitiendo que el dolor saliera de ella en forma de sollozo. Por minutos se deshizo en llanto mientras que él acariciaba su cabello y su espalda con cariño.

Su corazón retumbaba fuertemente al tener su cuerpo junto al de él, y fue en ese momento que se dió cuenta que jamás se había sentido así cuando abrazaba a Jessy. Fue un tonto al creer que estaba enamorado de ella, solo era su mejor amiga, nada más que eso.

—Lo siento, te he dejado la camisa sucia.

—No te preocupes, es lo de menos. ¿Tú estás bien? —acunó el rostro de Alba entre sus manos para observarla con detenimiento —. ¿Quieres salir de aquí?.

—Si—contestó rápidamente.

—Vamos —tomó su mano y la guió hasta su auto.

Holaaa.. disculpen la demora. He tenido unos días bien malos de ánimo, sin ganas de nada nada, me ha costado hacerme las ganas de escribir. Pero aquí estoy, levantándome y diciéndome que todo está bien 🌟 Entiendo si algunas ya no quieren seguir con la lectura, créanme que si pudiera actualizaría siempre, pero no siempre se puede.