Una noche. Una traición. Un secuestro.
Nelly solo quería celebrar su cumpleaños. Lo último que esperaba era despertar en una mansión desconocida, prisionera de un hombre capaz de matar sin parpadear.
Yulian no solo es temido en las calles; es líder de una familia poderosa, fría y letal. Pero detrás de su mirada de acero, hay un pasado lleno de sombras... y ahora una nueva obsesión: ella. Nelly. La única mujer que se atreve a desafiarlo, a insultarlo, a mirarlo sin miedo.
La única que podría destruirlo desde dentro.
Entre amenazas, pasados ocultos y reglas de un mundo donde el amor es debilidad, Yulian la quiere para él. Nelly solo quiere escapar.
Pero en un juego donde nadie es del todo inocente, y el poder es la moneda más cara…
¿qué pasa cuando el corazón empieza a rendirse?
Él
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Calidad.
Cabaña familiar – Días después.
La cabaña parecía más cálida con el paso de los días. No porque hubiera menos peligro, sino porque los gestos simples se volvían más significativos. Las risas eran más suaves, las palabras más sinceras. Aquel refugio improvisado empezaba a parecerse, peligrosamente, a un hogar.
Habitación de Nelly – Mañana
Nelly despertó al sonido de pasos en el pasillo y risas contenidas. Afuera, el sol entraba por la ventana, pintando su manta con luces doradas. Por primera vez en mucho tiempo, no había soñado con gritos. Ni con disparos. Ni con Yulian.
"Me estoy acostumbrando a esto..." pensó, con cierta culpa.
Se levantó despacio y caminó hasta el comedor.
Cocina – Continúo.
Cataleya estaba allí, preparando panqueques mientras hablaba con Stefany, quien hojeaba una revista sin demasiado interés.
—Buenos días, Nelly —dijo Cataleya con una sonrisa cálida—. ¿Dormiste mejor?
—Sí… bastante —respondió con voz aún adormilada.
Stefany la miró con disimulo.
—Pareces menos pálida. ¿Qué, soñaste con Yulian cuidándote en una cabaña perdida?
—No, soñé que tú dejabas de molestarme cinco minutos seguidos —respondió Nelly con una sonrisa burlona.
Cataleya soltó una suave risa. Era fácil olvidar lo que había afuera cuando compartían la mesa.
—¿Dónde está Laura? —preguntó Nelly mientras se servía café.
—Hablando por videollamada con Esteban desde anoche. No la hemos visto desde que se encerró en la habitación —respondió Stefany, rodando los ojos.
—Está enamorada, no juzguen —bromeó Cataleya—. Ya verán, dentro de poco va a pedirle matrimonio por Zoom.
Patio – Más tardé
Nelly se sentó junto al lago con Andrés. El niño jugaba con piedras, lanzándolas con fuerza al agua.
—¿Por qué no te gusta el frío? —preguntó él, sin mirarla.
—Porque vengo de un lugar donde el sol siempre está arriba —respondió ella, acariciándole el cabello—. Aunque a veces… uno también se cansa del calor.
—¿Yulian me dijo que te gustaba leer?
—¿Él te dijo eso? —preguntó Nelly, un poco sorprendida.
Andrés asintió. Sus ojos reflejaban algo que ella aún no sabía interpretar. No era miedo. No del todo. Más bien… curiosidad. Como si quisiera entender por qué su padre se había molestado tanto por ella.
—¿Puedo preguntarte algo? —dijo él, con su tono infantil.
—Claro.
—¿Tú lo quieres?
Nelly se quedó en silencio. El corazón le dio un vuelco inesperado.
"¿Qué clase de pregunta es esa… hecha por un niño?"
—No —respondió con sinceridad—. Pero sí sé que no lo odio.
Tarde – Interior de la cabaña.
Stefany entró con unas bolsas de compras. Había salido a escondidas con Derek temprano, según contó. Cuando Nelly bajó al salón, la encontró sentada en el sofá, probándose un abrigo.
—¿Fuiste a comprar ropa con “la bestia”? —preguntó Nelly, cruzándose de brazos.
—No me mires así —sonrió Stefany—. Él se ofreció. Y además… me gusta cómo elige.
—¿Tu novio secreto?
—Shh, baja la voz. Si mi padre se entera, le explota la vena de la frente. Y si lo sabe Yulian, seguro querrá colgarlo de un gancho.
—¿Y Esteban?
—Esteban no es celoso, pero... bueno. No lo sé. Es como tener dos vidas: una con mi familia, otra con Derek. Me siento libre con él.
Nelly asintió. Comprendía el deseo de vivir algo que no tuviera que justificarse.
—¿Y tú? —preguntó Stefany de repente—. ¿Estás empezando a querer este lugar?
Nelly miró hacia el ventanal, donde la nieve caía suavemente.
—Me estoy empezando a sentir… menos rota.
—No estás rota, Nelly —dijo Cataleya, que acababa de entrar en la habitación con una bandeja de té—. Solo estás aprendiendo a vivir con las cicatrices.
ANOCHECER – HABITACIÓN DE NELLY
La noche llegó con el crujido de la madera y el viento acariciando las ventanas. Nelly se recostó en la cama, abrazando una manta tibia. Afuera, todo parecía en calma. Pero dentro de ella, aún latía algo incierto.
"Sé que esto no va a durar. Lo bueno nunca dura."
Apretó los ojos.
"Yulian vendrá. Lo siento. En algún momento… llegará. Y no sé si eso me da miedo. O si, de algún modo, lo estoy esperando."
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