Cuando sabemos que la vida nos tiene deparado un futuro, pero somos nosotros mismos quienes creamos los caminos que nos llevan ya sea a la toma de buenas o malas decisiones, todas las que he tomado de ninguna me arrepiento me han hecho el hombre que soy y llegar a ser lo que soy y nada ni nadie me hará cambiar de parecer eso era lo que creía hasta que supe que jamás tendría una oportunidad en su vida
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Trabajar con ellos me ha enseñado algo que ningún libro de arquitectura o universidad podría: la importancia de la visión, la perseverancia y la capacidad de superar cualquier obstáculo, por grande que sea. Ellos fueron los que me enseñaron a valorar cada pequeño detalle, desde los cimientos más profundos hasta los acabados más superficiales. Y, aunque su empresa ha crecido enormemente, siempre mantienen esa misma ética de trabajo: crear algo que no solo sea hermoso, sino que también perdure.
Mi hermana menor, Ana, ha decidido seguir el mismo camino. Ella ha comenzado sus estudios en ingeniería civil y, como yo, está decidida a unirse a la empresa familiar. Aunque apenas está iniciando, ya veo en ella el mismo fuego y determinación que nuestros padres siempre nos inculcaron. A veces, me resulta curioso pensar en cómo ambos hemos terminado siguiendo los pasos de nuestros padres, pero con un toque personal. Mientras que yo me inclino más hacia el diseño y la planificación arquitectónica, Ana parece tener un don para la ingeniería y la logística. Juntos, creo que podemos llevar el legado de Wang & Chan aún más lejos.
Algunos pensarían que, siendo parte de una familia con éxito en el mundo de la construcción, el camino ya estaba trazado para mí. Pero lo que pocos saben es que, si bien los recursos estaban a mi alcance, mis padres siempre insistieron en que el trabajo duro y la dedicación eran lo que realmente contaba. No me dieron nada en bandeja de plata. Cada logro, cada proyecto en el que he participado, ha sido fruto de mi propio esfuerzo, aunque con el innegable apoyo de una familia que ha sido mi inspiración desde el principio.
Y ahora, aquí estoy, persiguiendo lo que siempre he soñado: la oportunidad de crear, de innovar, y de dejar mi propia huella en el mundo de la arquitectura. Pero esta no es solo mi historia, es también la de mis padres, quienes con esfuerzo y sacrificio construyeron más que una empresa: construyeron una familia y un legado. Es también la historia de Ana, quien empieza a escribir su propio capítulo en este mundo de acero, vidrio y concreto.
El futuro, como una obra en construcción, es incierto. Pero si hay algo que he aprendido, es que cada ladrillo que se coloca, cada diseño que se traza, es una oportunidad para construir algo mejor.
Mientras estaba en el trabajo me entro una llamada de un numero desconocido.
Si hola, con quien hablo.
Es usted el señor Andrew Wang.
Si con el habla, era raro que alguien que no conociera tuviese mi número personal, porque casi todo se hacía era a través del contacto de la secretaria a no ser que fuera ese pequeño demonio que tengo por hermana.
Si dígame,
Disculpe le hablamos de la universidad National University of Singapore, soy el decano de la facultad de arquitectura, me disculpa, su hermana me ha dado su número, espero no ser inoportuno.
No se preocupe, pero dígame en que le puedo colaborar.