¿Morir así de miserable? Esta novela es una mierda. Todos son unos lunáticos.
‹El villano maldito›, era una popular novela histórica sangrienta y con un romance un poco torcido. Leí el libro hasta que mi cuerpo enfermizo no pudo ni siquiera sostener el libro, y quedé ciega. No debí tener siquiera una pizca de lástima por el final miserable de la protagonista de la historia, ¡Entonces no habría reencarnado en su cuerpo! La princesa heredera y, el personaje más lamentable del libro. Murió tratando de dar a luz al heredero del frío y despreciable príncipe maldito, a quien amó sinceramente. El feto ni siquiera esperó 9 meses, como un monstruo, desgarró el vientre de su madre. No sé que pensaba esa princesa, pero no tendré una muerte tan lamentable otra vez. “En primer lugar, debo cancelar ese maldito compromiso”—Pero, ese desgraciado príncipe me tomó de la mandíbula y frunció el ceño atractivamente —“¿No me amas?—¿Estás tratando de escapar de mí?”.
原创故事。
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Capítulo 2 : Odette Gwshan : La mala madre.
—No me he lastimado gracias a mi señor.
Agaché mi rostro, que se calentó al decir eso.
¿Qué es esto? ¿¡Acaso estoy siendo tímida?!
¿Esto se debe a la personalidad de la Mei de la novela?
Levanté la cabeza.
Sus ojos sorprendidos me miraron, él asintió sin quitar sus ojos de mí.
—Por casualidad... ¿ma'am está en busca de-...?
—¡Tú! Maldita bastarda.
Una voz chillona lo interrumpió.
Odette, se acercó agitada. Su perfecta apariencia era un asco. Lo suficiente como para asustar a cualquier niño (o persona). Arrugó la frente y mostró esos asquerosos dientes amarillos con una mueca de molestia.
Como toda una chismosa respetable, dirigió su vista inmediata a Zorám. Entonces, entró en pánico.
Desechó toda su arrogancia cuando bajó la cabeza. Apretó los dientes, sabiendo que cometió un error. ¿Cómo se atrevía a maldecir frente a un miembro de la familia real?
Tapó la mitad de su rostro con el abanico que cargaba en la mano, mientras tanto una gota de sudor corrió por su sien, arruinando aún más el maquillaje.
—Le ruego me perdone por mis palabras equivocadas. Saludo al príncipe en nombre de Gwshan.
Enterró sus uñas en mi brazo, que lo agarró disimuladamente. Hice una mueca que, pronto se convirtió en una sonrisa.
Esta vieja,
...estaba temblando.
El rostro de Zorám no se inmutó, siquiera un poco. Su semblante se vio lleno por un sutil fastidio lo que hizo que se fuera de inmediato.
La sangre comenzó a salir de mi muñeca. Comenzó a caminar arrastrándome con ella.
En la novela, Odette abusó muchas veces de Mei.
Capítulo 5.
⟨“Él quitó con suavidad las llamativas y majestuosas telas que rodeaban su delgada cintura.
Con sus enormes manos tocó su pequeña espalda desnuda. Pero, él notó algo, algo que llamó su atención.
La hermosa mujer, que se estremecía con tan solo sus leves toques, tenía el cuerpo marcado.
Su cuerpo azotado, arañado y con quemaduras que aún no habían sanado del todo. Se veía doloroso, pero aun así ella le sonrió”.⟩
⟨“—No te moverás si no lo ordeno, no dirás una palabras si no te doy permiso, y tampoco respirarás libremente. Mamá te castigará con azotes y quemará cigarrillos en tu cuerpo cada vez que cometas un error—”⟩.
Era una mujer que no estaba en su sano juicio a mi parecer.
Un sonido sordo se ahogó en la habitación.
El golpe llegó sin titubear a mi cara, dejando mi piel caliente y enrojecida.
Me mostró esa dentadura amarillenta que daba asco.
—Has vuelto a desobedecer a mamá.
La criada extendió sus manos, ofreciéndole un látigo. No disimuló ni siquiera un poco al soltar una risilla burlona cuando mi madre lo agarró.
¿Esa hija de la gran muralla se estaba burlando?
Odette dio golpecitos en su mano jugando con el látigo.
—Desnudarla—ordenó.
Esbocé una sonrisa y, no puse ninguna resistencia a las criadas que se acercaron a quitarme la preciosa túnica que llevaba puesta.
Odette levantó una ceja.
—Te has comportado como una perra.
Agarró mi cabello y, mientras lo acariciaba me sonrió escalofriantemente.
—Dime,¿Cómo te atreves a decir semejantes estupideces delante del rey?—su voz chillona me rechinó en los oídos—¿Cómo... te atreves a desobedecer y avergonzarme así? ¿Huh? Tendré que castigarte otra vez.
Alzó la mano con determinación sosteniendo el látigo, pero cayó al suelo con fuerza.
Soltó un grito chillón e hilarante cuando le salió sangre de la boca.
Mis nudillos sangraron, pero esto era tan divertido. Era divertido ver cómo desapareció su mirada arrogante y ahora me miraba con sorpresa y miedo.
—¡¿Q-Qu-Qué?!
Abrió la boca para escupir más sangre. No pude evitar reírme. Esos asquerosos dientes amarillos estaban rotos.
La criada también estada asustada, tirada en el suelo.
Me acerqué a ella.
—¿Debería coserte la boca?
Fue un pensamiento en voz alta que la hizo estremecerse como un gusano.
Saqué la horquilla que ataba mi cabello.
—Esto servirá.
Clavé la horquilla en su boca, aunque no lo suficiente para matarla.
La criada comenzó a gritar, retorciéndose de dolor y, poniendo más nerviosa a Odette.
Ignoré los gritos de la criada y me acerqué a Odette, quien retrocedió.
—¿Q-ui-Quién eres tú?! ¡¿Dónde está mi pequeña niña Mei?!
Reí.
Me reí a carcajadas como si me hicieran cosquillas.
Recordé un párrafo de la novela.
⟨“Mei también anheló otra cosa: el cariño y amor maternal de su madre, Odette. Pero, fue otra cosa que nunca pudo conseguir.”⟩
Era la razón por la que Mei solía ser tan obediente.
Pero,
—Pero tú no eres mi madre de todas formas.
Las carcajadas volvieron a hacer eco.
Odette estaba pálida, su cara sudaba a mares, sus pupilas estaban vueltas locas y su pulso estaba descontrolado.
Solté su largo cabello negro cuando le quité la horquilla dorada que lo sujetaba.
Puse la parte afilada delante de sus ojos y la miré fijamente. Ella miraba la horquilla con terror.
—Entonces no habrá problema en matarte, ¿o sí?
Sus ojos me miraron con súplica.
Probablemente, estos eran los mismos ojos que hizo Mei cuando la azotaste cien veces sin parar, quemaste cigarrillos en todo su cuerpo, y la encerraste sin alimento ni agua por diez días enteros.
Levanté la mano con la horquilla.
Primero enteraría la horquilla en sus ojos, los sacaría y luego haría lo mismo con el resto de su cara para no ver su asqueroso rostro de nuevo.
Quizás me emocioné demasiado.
Esbocé una sonrisa.
—Adiós, mamá.
Tiré de la horquilla, pero cuando estaba por enterrarla en su ojo, ella gritó, cubriéndose con las manos.
—¡No puedes matarme!—dijo, frenéticamente—M-M-Mañana, s-si mañana, s-se llevará a cabo la ceremonia de conmemoración del príncipe heredero, é-él te gusta mucho, ¿no es así? n-no puedes asistir sin mí, mami necesita estar ahí contigo.
Solté una risita. Era tan divertido ver cómo trataba de salvar su cabeza.
—Esa escoria, no me importa en absoluto.
Su cara se vio aún más aterrorizada.
—¡E-E-Eso no puede ser verdad! ¡T-Tú lo amas con locura!
Me miró, mi semblante no vaciló. Entonces se tiró a mis pies.
—¡Por favor no me mates! ¡No quiero morir! M-Mamá, ¡Mamá hará todo lo que digas! Solo déjala vivir, ¿si?—suplicó.
¿Huh?
Me levanté.
—Trae mi ropa.
Una criada trajo una túnica enseguida y me la puso en el cuerpo.
Miré a Odette.
—Está bien.
Ella me miró incrédula, pero aun así, esa sonrisa asquerosa se dibujó en su cara.
—Sirveme bien, madre.