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Divorciada

Divorciada

Status: En proceso
Genre:Posesivo / Autosuperación / Divorcio / Amor en la madurez
Popularitas:28k
Nilai: 4.9
nombre de autor: Paola Alejandra Paolini

Sofia acaba de divorciarse luego de un matrimonio tranquilo en el que la falta de comunicación entres ella y su exesposo Erik los llevo al divorcio. En esta etapa de su vida ella decide renacer y hacer todas esas cosas que nunca hizo por lo que primero empieza con un nuevo trabajo.
Alessandro es el nuevo jefe de Sofia, el ayuda a la mujer a mejorar cada día mientras que poco a poco se va acercando a ella con el fin de no dejarla jamás.

NovelToon tiene autorización de Paola Alejandra Paolini para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 3

¡Feliz navidad! saludos...

Unas horas más tarde y sudo como puerco en matadero. Ni una ventanita en este cuartito de cuarta. No sé si es la Lycra o qué, pero siento que se me pega la ropa. Ya me até el pelo en un moño desordenado sobre mi cabeza. Mi aspecto glamuroso de hace una hora ahora es el de una pordiosera y solo le ruego a Dios no tener olor a muerto viviente.

Abro la puerta para ver si entra algo de viento o lo que sea, pero solo se escucha la musicalización del solón de inicio. Tengo la boca tan seca que la lengua ya ni la siento.

El machito montañoso no me ha indicado donde está la cocina por lo que me da cosa salir a explorar por mis propios medios y ver si encuentro agua.

Me siento en medio de un desierto, como si hubiera salido a caminar con una bolsa de sal en vez de agua. Así de seca tengo la garganta.

Lo peor de todo es que estoy muy lejos de llegar a terminar con todo esto, creo que me va a llevar toda la vida organizar todos estos papeles sin mencionar que hay algunos de hace unos años atrás.

¡Ni siquiera son todos de este año!

Creo que voy a salir de este gimnasio portando algún título de nobleza o santidad si llego a ordenar todo esto, si es que no muero de deshidratación antes.

Sintiendo los primeros síntomas de que me estoy convirtiendo en un zombi, salgo del pequeño cuarto en busca de agua. En vez de cerebro, mataría por agua.

—¡Agua! ¡Agua! —imito a un zombi y me rio de mi propia estupidez.

 Por suerte no hay nadie para ver lo tonta que me veo caminando como si fuera un muerto viviente.

Entro al salón, que ahora luce casi desolado, solo hay don espectros de montañas en las maquinas a un lado y cuando recorro la instancia enciento el manantial tan esperado por mi garganta.

Necesito disipar los efectos de la pronta conversión a zombi, por lo que casi corro hasta el maldito dispense. Lo malo de todo, no hay un puto baso. Miro a los lados en busca de algo con que tomar una dosis de este preciado cáliz, pelo ni mierda que hay algo.

Como no pienso buscar en todo el lugar un vaso, me pongo de cuclillas y meto la boca en la pequeña canilla y la abro. La frescura del agua inunda mi garganta reseca y gimo de placer cuando el rio de agua surca mi seca garganta.

Libre de los efectos de conversión, más reconfortada y fresca suelto la canilla y me reincorpora. Volteo sonriendo por mi astucia y me congelo cuando seis pares de ojos montañosos se concentran en mí.

—¡Mierda! —murmuro y siento como mis mejillas arden.

—Tu debes ser la nueva —dice uno de los montañeses—. Hola soy Tom —saluda tendiéndome una mano, pero un gruñido cerca de él logra que se retracte de su saludo, me sonríe y se marcha por uno de los pasillos del gimnasio.

—Soy David, los vasos están allí —indica el segundo montañés señalando una alacena debajo del dispensar.

Se marcha dejándome con el ogro mayor que me mira de una forma que no puedo descifrar.

¿Se estará convirtiendo en Zombi también?

—Tienes todo el pecho húmedo —dice. Lo miro sin comprender entonces su musculoso dedo me apunto entre mis bubis y me encuentro con mi nueva remera blanca mojada y trasluciendo mi sostén deportivo color negro.

—¡Oh, Dios! —gimo y me cobro sin saber que más hacer—. Lo siento, que vergüenza.

—Ven, te daré un cambio de ropa —dice y sale caminando por el mismo lugar que salieron los oros montañeses.

Al parecer esta es la zona de los vestuarios, hay baños, duchas y al fondo de todo lo que parece ser un cuarto de almacenamiento. Entramos en él y cuando prende la luz ciento de cajas en diferentes estanterías están colocadas de manera que se puede casi ver el contenido. Ropa, toallas, vendas y ciento de cosas que no tengo ni idea de que sean.

El machito montañoso rebusca en las cajas hasta que de ella saca una remera negra, la mira por un momento y luego voltea. Me examina por un momento y me la tiendo.

—Es la más pequeña, mañana mandare hacer una nueva para ti, creo que el blanco no fue buena idea —dice y sale del cuarto dejándome sola y confundida.

Rápidamente me saco la remera mojada y me coloco la nueva, me queda más amplia pero no importa. Apresuradamente vuelvo al salón de inicio y casi corro a la sofocante oficina para terminar el papeleo, no tengo idea de cuantas horas diarias trabajare, ni que otras cosas hare, está claro que este papeleo en algún momento quedará organizado y ya no sabre que más hacer. Tampoco sé si tengo hora de descanso o lo que sea.

De momento solo apuro el paso a la sala de tortura y cuando giro por el pasillo, levanto la mirada y me encuentro de cara con una cámara de seguridad. Mi baile anterior de zombi vuelve a mi cabeza y creo desmayarme en el preciso instante en que bajo la mirada y Alessandro está ahí. Como si supiera que hice ese baile ridículo, mis mejillas arden.

—¿Todo bien? —pregunta.

—Si —respondo con la voz chillona.

Literalmente corro para nuevamente encerrarme en ese cuarto de tortura y con suerte perecer en él y que mi querido nuevo jefe no se le dé por mirar las cintas de vigilancia.

Dios mío que manera de cometer estupideces en un mismo día, el primero de mi nuevo trabajo. Seguro que será una suerte que llegue al fin de semana.

Estoy cansada de ver recibos tras recibo de servicios, reparaciones, productos de almacén, comida, agua y con los últimos mi estomago ya empieza a rugir. Al parecer el zombi del agua evoluciono convirtiéndose en uno desesperado por comida.

¿Este hombre acaso come? Supongo que sí, todos esos músculos no creo que vengan del aire.

Otro recibo que va a para a la pila de las reparaciones y juro que le veo forma de ensalada.

Ya está, definitivamente una nueva oleada de zombi ataca mi sistema y ya le encuentro forma de comida a los papeles. Alucinante, literal.

No sé qué hacer, me siento tentada a salir de este cuartucho del infierno y aventurarme hacia lo desconocido con el fin de hallar comida. Supongo que este lugar tiene una cocina.

Tomo la decisión y me levanto de esta silla en la que llevo no sé cuánto tiempo y como la mujer decidida que soy salgo valientemente a enfrentarme esa incertidumbre y aventurarme a los confines de este laberinto para encontrar la cocina.

Definitivamente necesito comida, ya hasta pienso pavadas.

Mientras camino, voy abriendo puertas. ¿Quién diría que este lugar es tan grande? Cuando estoy por abrir la cuarta puerta escucho un ruido dentro y supongo que está ocupada por lo que golpeo antes de entrar.

Como madre de dos hijos que ya pasaron la pubertad, aprendí a golpear puertas sino quería encontrarme con cosas, cosas que tienen que ver con el despertar de las hormonas.

—¿Sí? —una voz en forma de gruñido me responde del otro lado y ya sé que este lugar le pertenece a Alessandro.

—Permiso —digo asomando mi cara, está sentado detrás del escritorio y si no fuera porque es un hombre adulto, diría que lo atrape en una situación vergonzosa dada la cara que tiene—. No sé a qué hora me toca el descanso, pero quería pedirle que me indique donde puedo tomar mi almuerzo.

—Fondo, derecha —señala de igual manera.

—Bien, gracias —estoy por irme, pero algo me detiene ¿Y si le está dando algo? —. ¿Se siente bien?

—¡Si, vete! —gruñe algo enfadado y yo decido correr.

¿Quién me manda a meterme a la cueva del lobo? Retrocedo unos cuantos pasos ya transitados y me dirijo hacia donde me indicó. Fondo, derecha.

Sera que habrá visto la cinta de grabación, el momento de mi baile vergonzoso y quería reírse de mí? Que humillante, por el amor de todos los santos.

Entro a la cocina y todo pensamiento se va de mi cabeza. ¿Mencione que amo cocinar? Bueno, esto parece la cocina de un restorán. Miro la despensa, la heladera y ya me siento como en casa. Lo mejor de todo es que al parecer el señor sigue un régimen y tiene indicaciones de que comer diariamente. Me fijo lo que debe tomar hoy y busco en la heladera los ingredientes para preparar dos comidas.

Cuando ya tengo todo listo, tomo la porción de mi jefe y me dirijo nuevamente a su oficina. Estoy segura de que sea lo que sea por lo que estaba pasando una comida le alegrará la mañana, se sentirá mejor y no tan gruñón.

Llego a su oficina y nuevamente golpeo la puerta, me indica que entre y abro la puerta para entrar con la mejor sonrisa que pudo dibujar en mi rostro.

—Le prepare el almuerzo, me tome el atrevimiento, espero que este bien —anuncio mientras camino hacia su escritorio.

Cuando entre estaba con los codos en el escritorio y apoyaba la cabeza en ellos, como si algo le pesara. Espero que mi llegada solo lo saque de su pesar.

—Gracias —dice sin siquiera mirarme.

—¿Todo bien? —pregunto, anteriormente me trato con rareza por no decir mal.

—Si... no... —gruñe una palabra que no entiendo, me mira por fin y luego desvía la mirada a mis manos, busca algo en su escritorio, pero no sé qué—. ¿Tú no comes? —pregunta confundiéndome más.

—Si, deje mi plato en la cocina —digo.

—Mierda, lo siento —se levanta de su silla y comienza a deambular—. Me porte como un idiota hace un momento y quiero que me disculpes, creo que ni siquiera te he dicho nada con respecto a tu trabajo, he tenido una mañana de locos y creo que me descargue contigo.

—No pasa nada —murmuro algo incomoda —. Lo dejo para que almuerce en paz.

—No, deja que te acompañe, de paso te explico bien tu trabajo aquí —toma su plato sin tocar y rodea el escritorio.

Me indica la salida y yo camino nuevamente hacia la cocina con él a mi lado. Bueno, casi. El pasillo es estrecho y el literal que lo ocupa todo, va caminando detrás de mí.

1
Maria Medina
Excelente
Neggia Cordero
Ay no me he reído mucho gracias autora pero será que es tan inocente así no lo creo debe ser una mujer muy apasionado dios
Carmen Morales
Excelente
mi chang😋
se viene lo buenooooo👏👏👏👏👏
Yoleida
me derreti que emoción quedé picada con este capitulo quiero maratón plis
Gemis
naaaa ponele yo con algo asi le entro al sado ,al asado y a todo
Alina Martinez
Me gustó mucho espero seguir leyendo gracias
María josé Alvarez
Fuerte, muyyyyy fuerte!!!!!! Y si tenemos en cuenta que no tengo perro que me ladre ya que soy viuda hace cinco años. Esto es mucho para mí pobre corazón y otras partes que juntaron telarañas jajajjaja, alguien que apague el incendio 🥵🥵🔥🔥🔥❤️‍🔥🧯🧯🧯
Daniela
Dios mío que capitulo mas caliente 😈🥵🥵🔞
Lisa Zal
Excelente
Yahoska Martínez
🥵🥵🥵🥵🙈🙉🙊
Yahoska Martínez
siiiiii
Iriana García
excelente
mariela
Resulta que Alessandro es una cajita de monerias de BDSM y es el amo y Sofia la buena niña que obedece la escena descrita está muy bien narrada tiene ese toque sutil y erótico que me encanta valió la espera porque te quedó excelente.
Nancy Martinez
Excelente
Anonymous aless
que escena buen hot
Anonymous aless
está mujer es pervertida
Mine Romero
Excelente novela gracias por actualizar 😊
Carola 🦋
Dios mío autora q buen capítulo
Bendito Dios regreso tu inspiración y t reseteaste después con esos días d bloqueos q tuviste felicidades
Carola 🦋: Valió la pena t luciste
Bueno en toda la novela
Bendiciones
Paola Alejandra Paolini: digamos que este capitulo me llevo mas de una semana terminarlo
total 2 replies
DAISY VARGAS
joderrrrrr que intenso ujuj 🥵😈🥵😈que subidon jajaja
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