Las gorditas no tenemos derecho a enamorarse.
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Capítulo 3
Ustedes a veces no sienten que cuando viene una tormenta no es solo ella, sino que viene acompañada de relámpagos y desastre?; bueno justo asi me estoy sintiendo ahora; y en el único lugar donde encontraba una mediana paz, se está viendo afectada por la situación empresarial, en este momento tengo ansiedad sobre lo que sucederá.
Transcurre el día con normalidad y mientras terminaba unos documentos y balances financieros que me solicitaron, María Antonia entra agitada y dice — Mar, llegó el nuevo dueño, vamos que el jefe dijo que debíamos recibirlo todos… suspiro, entrecierro los ojos y digo — vamos Anto… mientras caminamos hacia donde se encuentra la mayoría de los empleados, vemos entrar un grupo de hombres muy bien vestidos, en ese momento nuestros jefes, saludan con cordialidad, ofreciendo la mejor atención.
Al finalizar la entrada de esa gente vemos entrar a un hombre alto, de cabello oscuro, tez blanca, ojos color miel, fornido, con un rostro perfecto, una mirada oscura y amable a la vez, es el típico hombre misterioso de todos los cuentos de hadas y terror; todo eso pensaba mi cabecita mientras lo veía entrar.
Ese hombre entro observando sin expresión alguna a todos los presentes en ese momento, cuando iba más cerca a mis jefes dijo — ¿cuál es la sala de juntas?… todos corrieron hacia el lugar que el pregunto llevándolo y a tendiéndolo de la mejor manera posible.
Mis compañeras no dejaban de mirarlo, pero realmente a mi me pareció una persona súper grosera, que ni siquiera fue capaz de saludar; realmente no me simpatizo en nada; y si, podrá estar guapo, pero eso no le quita la cortes.
Después de que ese señor pasara de largo ignorándonos a todos, cada uno nos dirigimos a nuestros puestos de trabajo.
Mientras estaba concentrada en unos documentos, entra mi jefe y dice — Mariana necesito que lleves a la sala de juntas el informe y balance que te solicite… sonrio y repondo — de inmediato jefe… entrencierra los ojos y se retira. Unos minutos después me dirijo hacia la sala de juntas, donde tocó y pido permiso para entrar, mientras entro todo el mundo se queda en silencio y mi jefe dice — ven Mariana entrégame los documentos… afirmó y camino hacia donde está él, cuando voy de salida escucho esa voz grues y tenebrosa que dice — usted en qué área trabaja señorita… mi jefe responde de inmediato, a lo que ese señor ignora y repite una vez más — usted en qué área trabaja?… lo miro fijamente y le repondo — área de finanzas señor… hace un gesto de indiferencia y dice — quiero su carta de renuncia, no me interesa tener personas gordas y mal presentadas en mi empresa… esas palabras cruzaron mi pecho de una forma mortal; si, es verdad que había recibido varias humillaciones por mi peso, pero jamás me había sentido tan deplorable como ahora.
Las personas en la sala no mostraron alguna expresión, excepto mis jefes, quienes también quedaron sorprendidos por tal situacion, mi jefe intentó intervenir, pero ese desalmado no lo dejó continuar.
Saque fuerzas de donde no tenia y dije — en 10 minutos tendrá mi carta de renuncia, señor… después de decir esas palabras salí de ahí como alma que lleva el diablo.
Creo que estoy muy pálida, porque mis compañeros durante el trayecto a mi puesto de trabajo me preguntaban si estaba bien, a lo que respondía con una sonrisa que si, que solo era estrés por algunos documentos. Pero por dentro me estaba muriendo, tenía taquicardia y un dolor tan profundo que incluso se me olvidó respirar.