**Sinopsis**
En un mundo donde la biología define roles y los instintos son incontrolables, dos hombres de mundos opuestos se ven atrapados en una ardiente atracción. Leon, un alfa dominante y poderoso empresario, ha rechazado el amor… hasta que Oliver, un omega dulce y sensible, entra en su vida como asistente. Lo que comienza como un deseo prohibido pronto se convierte en una intensa relación marcada por celos y secretos. Cuando verdades devastadoras amenazan con separarlos, deberán enfrentarse a su pasado y decidir si su amor es lo suficientemente fuerte para desafiar las estructuras que los mantienen apartados. ¿Están dispuestos a arriesgarlo todo por un futuro juntos?
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Capítulo 3: El Juego de Poder
La semana transcurrió en una montaña rusa de emociones y tentaciones. Todo lo que Oliver había conocido del trabajo parecía haberse desdibujado, y ahora cada interacción con Leon estaba impregnada de tensión. Su relación comenzó a florecer, pero también trajo consigo una sensación de incertidumbre. Lejos de la terraza donde se habían besado, Leon se aferraba a la distancia profesional, utilizando su posición de director general para mantener un control tácito sobre su nueva dinámica.
A medida que la semana avanzaba, la fecha de una reunión crucial se acercaba. Los gerentes y los diseñadores se reunirían para discutir el nuevo proyecto de la empresa, un esfuerzo monumental que podría definir su rumbo en el mercado. Todo iba bien hasta que Leon convocó a una reunión adicional para discutir algunas inquietudes estratégicas que había observado en la propuesta. Oliver se sintió inquieto, consciente de que esa reunión en particular podría ser el escenario perfecto para desafiar el juego de poder que Leon había establecido.
Era un día gris y lluvioso en la ciudad cuando Oliver llegó a la sala de conferencias. Las ventanas estaban cubiertas de gotas de agua, y la luz tenue apenas iluminaba la larga mesa de madera en el centro. Al fondo, la figura de Leon se erguía con autoridad, revisando documentos con una mirada incisiva. La habitación estaba llena de murmullos mientras los empleados se acomodaban, lanzando miradas entre ellos.
—Vamos a comenzar —anunció Leon, sin levantar la vista. Su voz era firme, y un silencio inmediato invadió el cuarto—. He estado revisando nuestras propuestas, y debo admitir que hay algunos puntos que creo que debemos reconsiderar.
Oliver sintió una punzada en el estómago. Siempre había considerado a Leon un líder fuerte, pero el modo en que se dirigía al equipo era casi intimidante. Sin embargo, también había un desafío en su mirada, algo que lo empujaba a salir de su zona de confort.
—Con todo respeto, Leon —interrumpió Oliver, sintiéndose un poco más audaz de lo habitual—, creo que hay aspectos de nuestra propuesta que hemos desarrollado para maximizar nuestro alcance. Tal vez deberíamos enfocarnos en el potencial de esas ideas en lugar de limitarlas.
Los murmullos en la sala se detuvieron. Las miradas de los colegas de Oliver se desplazaron entre él y Leon, como si fueran espectadores de un duelo cargado de energía. Leon lo miró, una mezcla de sorpresa y admiración reflejada en sus ojos, pero también podían notarse destellos de desafío.
—Oliver, agradezco tu valentía, pero hay razones estratégicas detrás de mis preocupaciones —respondió Leon, manteniendo su tono profesional, aunque un leve brillo en sus ojos lo delataba.
Sin embargo, Oliver sintió que no podía dar marcha atrás. La electricidad en el aire era palpable. —Entiendo la estrategia, pero no podemos permitir que el miedo a lo desconocido limite nuestra innovación. Algunas de las mejores ideas nacen de saltar al vacío.
Leon frunció el ceño ligeramente, su mirada se endureció por un momento antes de hacer una pausa. La tensión en la sala aumentó y se volvió densa, tan pesada como la tormenta que azotaba la ciudad exterior.
—¿Estás sugiriendo que necesitamos ser imprudentes, Oliver? —preguntó, su tono desafiando la sugerencia con una pizca de provocación familiar.
Oliver sonrió de manera desafiante, sintiendo su esencia de omega elevarse ante la incertidumbre. —No lo veo así. Creo que deberíamos asumir riesgos calculados. Al final, las grandes empresas están formadas por gente dispuesta a arriesgarse.
La atmósfera adquirió un nuevo nivel de electricidad. Los demás en la sala intercambiaron miradas, conscientes de la lucha inesperada entre su jefe y su compañero. Sin embargo, Oliver pudo ver la chispa de orgullo en los ojos de Leon, aunque lo intentara ocultar bajo la fachada de un líder firme. La dinámica entre ellos había pasado de lo personal a lo profesional en un abrir y cerrar de ojos, pero aún así se sentía poderosa.
Leon inclinó la cabeza ligeramente. —Tienes un punto, Oliver. Tal vez deberíamos explorar más a fondo algunas de esas ideas. Pero también debo advertirte que todo avance conlleva un riesgo, y hay que sopesar las consecuencias.
El desafío de Leon y la respuesta de Oliver crearon un ciclo que parecía intensificarse. Aquel impulso que habían compartido en la terraza se filtraba en su conversación, y aunque la sala estaba llena de compañeros, parecía que estaban solos en su propia burbuja de tensión.
—Entiendo —respondió Oliver, sintiéndose más confiado. —Pero es precisamente esa incertidumbre la que puede llevarnos a nuevas alturas. Creo que nuestros clientes están buscando algo disruptivo, algo que rompa la norma.
Leon hojeó unos documentos arrojados sobre la mesa, cada hoja girando entre sus dedos como un maestro ingeniero. La respuesta tuvo que venir de él, pues no había marcha atrás. Sin embargo, había una chispa en su mirada que Oliver no había visto antes. Fue como si, de repente, comprendiera el secreto que ambos compartían, una conexión más profunda que trascendía el ámbito laboral.
Después de un momento de intensa contemplación, Leon habló con una voz firme y clara. —De acuerdo. Propongo que estudiemos tu enfoque de manera más exhaustiva. Si tienes ideas adicionales, me gustaría que las compartieras con el equipo.
Una ola de sorpresa recorrió la sala. Nadie esperaba que Leon cediera en ese aspecto. Oliver sintió que su corazón se alzaba, pero también se detuvo un momento en la posibilidad de esta nueva dinámica. Si bien habían elevado la discusión personal, acciones como estas transformarían su relación en algo más.
La reunión continuó, pero Oliver sintió que había logrado un cambio significativo en la percepción de su trabajo y la posición de Leon. Esa conexión, esa línea delgada entre desafío y deseo, finalmente se había hecho evidente. Ellos estaban en dos extremos de un juego de poder que iba más allá de una simple lucha de palabras. Como si en cada encuentro hubieran empezado a bailar entre el orden y el caos, ambos moviéndose sin perder el equilibrio.
Mientras la reunión llegaba a su fin, Leon se dirigió a Oliver con un leve gesto de cabeza, una señal silenciosa de reconocimiento. El cielo exterior seguía oscureciéndose, pero dentro de la habitación, una luz nueva parecía florecer entre ellos. Era un sutil recordatorio de que, aunque había desafíos por adelante, también había un deseo compartido, uno que prometía ser emocionante y complicado.
—No me subestimes la próxima vez, Oliver —susurró Leon mientras todos se levantaban para salir.
Oliver sonrió, sabiendo que no lo haría. La chispa albergaba promesas y sorpresas, y él estaba decidido a seguir el juego. A pesar de la tensión, había una emoción subyacente que llenaba el aire, un deseo de explorar aún más esta conexión, tanto en la sala de juntas como más allá de ella. Y así, el juego de poder entre ellos continuaba, tan intrigante como electrizante, empujándolos a un futuro incierto pero fascinante.