A sus 24 años, Anaís creía tener la vida resuelta, hasta que todo le fue arrebatado de un golpe. Un trágico accidente la lleva a una segunda oportunidad, pero en el cuerpo de alguien más: una chica de 17 años que tiene todo un pasado oscuro del que escapar. Con recuerdos vívidos de su vida pasada, Anaís busca vengarse de quienes la traicionaron, pero se encuentra atrapada en una nueva familia, nuevos amigos, y un joven inesperado que despierta emociones en ella. Entre risas, desafíos y lecciones, deberá aprender que a veces la redención puede ser más poderosa que la venganza.
¿Podrá encontrar la paz en un cuerpo joven, mientras decide si destruir o reconstruir su futuro?
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Capítulo 3: Enfrentando el Nuevo Mundo
Anaís se obligó a levantarse de la cama, sintiendo el peso de sus nuevas piernas, aún frágiles y temblorosas. Cada paso la hacía más consciente de que, aunque su mente era la de una mujer de 24 años, su cuerpo apenas había alcanzado los 17. Había que adaptarse rápido si no quería ser descubierta, así que decidió explorar el hospital, buscando respuestas. Se miró al espejo del baño antes de salir. Aquella era Sofía, pero detrás de esos ojos brillaba Anaís.
Salió de la habitación y caminó por los pasillos, cada paso le hacía recordar que ya no era la misma persona. Se detuvo un momento en una de las ventanas del hospital y se permitió observar el paisaje exterior. Todo parecía tan diferente, aunque estaba en el mismo mundo. Suspiró, sabiendo que la tarea que tenía por delante no sería fácil. Vengar su muerte, descubrir quién estaba detrás de todo, y al mismo tiempo, sobrevivir en la vida de esta desconocida llamada Sofía.
Mientras caminaba, vio a una mujer de mediana edad conversando con los médicos. El cabello oscuro y lacio, las arrugas finas alrededor de los ojos, y una mirada cargada de preocupación. Debía ser la madre de Sofía. Anaís se detuvo antes de acercarse, escuchando fragmentos de la conversación.
“No recuerda nada, señora… Es normal después de un accidente de tal magnitud, pero con el tiempo podría recuperar los recuerdos. Lo importante ahora es que descanse”, dijo uno de los médicos.
La mujer asintió, pero Anaís pudo ver la desesperación en sus ojos. Para ella, Sofía era su hija, su mundo, pero para Anaís, era solo una extraña.
Respiró hondo y se acercó. La mujer la vio y sonrió con ternura, caminando hacia ella. “Sofía, cariño, ¿cómo te sientes?”, preguntó con voz suave.
Anaís la miró con una mezcla de culpa y confusión. “Un poco mejor”, respondió, con una sonrisa forzada. No quería lastimarla, pero tampoco sabía cómo relacionarse con ella. La calidez que sentía por su propia madre no estaba allí, solo una barrera entre ambas.
La madre de Sofía la abrazó con suavidad, como si temiera romperla. “Lo importante es que estás viva”, susurró al soltarla. “Pronto te llevaré a casa, y todo volverá a la normalidad”.
Anaís asintió, aunque sabía que para ella, nada volvería a ser normal. Justo cuando estaban por continuar la conversación, la puerta del hospital se abrió y entró un grupo de jóvenes. Parecían amigos de Sofía, pero ninguno le resultaba familiar.
"¡Sofía!", gritó una chica alta y rubia, corriendo hacia ella para abrazarla. "Nos preocupaste mucho".
Anaís sintió el abrazo incómodo, pero lo aceptó, tratando de recordar que debía actuar como Sofía. A su lado, otro joven, un chico moreno con una sonrisa traviesa, le guiñó un ojo. "Tienes que dejarnos a todos en vilo para hacerte interesante, ¿eh?", bromeó.
Ella sonrió débilmente, sin saber qué responder. Estos eran los amigos de Sofía, pero para ella no eran más que desconocidos.
Pasaron varios minutos hablando, todos preocupados por su salud, pero Anaís apenas podía concentrarse. Estaba demasiado ocupada pensando en su próxima jugada. Tenía que entender la vida de Sofía, quiénes eran sus amigos, sus enemigos, y qué significaba esta nueva oportunidad. Si quería cumplir su venganza, necesitaba mantener las apariencias y no levantar sospechas.
Finalmente, cuando quedó sola de nuevo, tomó una decisión. No podía seguir siendo una simple espectadora de esta nueva vida. Si iba a sobrevivir, tendría que tomar el control, y pronto. Se prometió a sí misma que empezaría a investigar todo lo que pudiera sobre su muerte, y utilizaría a cualquiera que estuviera a su alcance para obtener las respuestas que necesitaba.
Pero primero, debía jugar el papel de Sofía.