vidas diferentes que su suerte les da conexión
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La fortuna Adversa de Robert y Chandler en el V universo
Robert y Chandler eran una pareja peculiar, unidos por el amor y una desafortunada propensión a atraer la mala suerte. Vivían en un pequeño apartamento en el centro de la ciudad, un refugio lleno de plantas y libros que contaban historias de mundos lejanos y aventuras épicas. A pesar de su infortunio, su amor era una constante, un faro que iluminaba incluso los días más oscuros.
La historia de Robert y Chandler comenzó en una librería polvorienta, donde ambos buscaban el mismo libro raro sobre mitología antigua. Fue un encuentro fortuito, pero no fue más que el inicio de una serie de eventos desafortunados que, paradójicamente, los acercaron más.
Un viernes por la tarde, decidieron embarcarse en una aventura que cambiaría sus vidas para siempre. Chandler había encontrado un viejo mapa en una tienda de antigüedades, un pergamino amarillento que prometía la ubicación de un tesoro escondido en las montañas cercanas. Con el entusiasmo de dos niños, empacaron sus mochilas y se pusieron en marcha, ignorando las señales ominosas que presagiaban la catástrofe.
El primer obstáculo surgió cuando su coche, un viejo y querido sedán llamado Betsy, decidió no arrancar. "Siempre empieza en el tercer intento," dijo Robert, optimista, girando la llave una vez más. Pero esta vez, Betsy permaneció en silencio. Con una resignación que solo aquellos acostumbrados a la mala suerte pueden conocer, tomaron sus mochilas y empezaron a caminar.
Las primeras horas del viaje fueron agradables. El sol brillaba y una brisa fresca soplaba, llenando el aire con el aroma de los pinos. Sin embargo, pronto, el cielo comenzó a oscurecerse. "Creo que va a llover," dijo Chandler, mirando las nubes que se amontonaban en el horizonte. "Deberíamos encontrar un refugio."
Justo cuando la primera gota de lluvia cayó, encontraron una cabaña abandonada. La puerta estaba entreabierta y chirrió al empujarla, revelando un interior oscuro y polvoriento. "Mejor que mojarnos," dijo Robert, encendiendo su linterna. Chandler asintió y se adentraron en el refugio improvisado.
La cabaña estaba llena de objetos olvidados: una vieja mesa de madera, sillas rotas y un estante lleno de libros mohosos. Mientras exploraban, Robert tropezó con algo en el suelo. Al inclinarse, descubrió una trampa para osos oxidada. "Cuidado donde pisas," advirtió, levantando la trampa con cuidado.
Chandler, mientras tanto, encontró un diario en el estante. La cubierta estaba deteriorada, pero las páginas interiores aún eran legibles. "Escucha esto," dijo, leyendo en voz alta. "El 3 de noviembre de 1892, encontramos el mapa que lleva al tesoro. Pero la mala suerte nos persigue. A medida que nos acercamos, los obstáculos se vuelven más peligrosos. Me temo que nunca llegaremos a nuestro destino."
La lluvia golpeaba el techo de la cabaña, creando una sinfonía inquietante. Robert y Chandler se miraron, sus mentes girando con la revelación. "¿Y si nuestra mala suerte está conectada con este tesoro?" preguntó Robert. "¿Y si es una especie de maldición?"
"No lo sé," respondió Chandler, cerrando el diario. "Pero no podemos detenernos ahora. Debemos seguir adelante. Tal vez, si encontramos el tesoro, podamos romper la maldición."
La lluvia amainó al amanecer, y con renovada determinación, reanudaron su viaje. Cada paso parecía llevarlos más cerca del misterio que rodeaba al tesoro y la maldición que lo acompañaba. Pero con cada obstáculo que superaban, la sombra de la mala suerte se cernía más oscura sobre ellos.
Mientras continuaban su marcha, el sendero se hacía cada vez más escabroso. Las rocas y raíces traicioneras obligaban a Robert y Chandler a avanzar con cautela, pero su determinación no disminuía.
Al mediodía, el sol se filtraba a través de las ramas de los árboles, creando patrones de luz y sombra en el suelo del bosque. Fue entonces cuando encontraron un río que bloqueaba su camino. El agua corría rápida y profunda, y no había un puente a la vista.
"Debemos cruzar de alguna manera," dijo Robert, mirando la corriente con preocupación.
Chandler examinó los alrededores y encontró un tronco caído que parecía lo suficientemente sólido como para usarlo como puente. Con cuidado, ambos comenzaron a cruzar, sus corazones latiendo con fuerza en sus pechos.
Justo cuando Chandler estaba a mitad de camino, el tronco comenzó a ceder bajo su peso. "¡Rápido, Chandler, salta!" gritó Robert, extendiendo su mano. Chandler se lanzó hacia adelante, agarrando la mano de Robert justo cuando el tronco se rompió y cayó al río con un estruendo.
Ambos cayeron al suelo del otro lado del río, respirando con dificultad y riendo nerviosamente. "Eso estuvo cerca," dijo Chandler, levantándose y sacudiendo la tierra de sus pantalones. "Nuestra mala suerte casi nos atrapa otra vez."
"Pero no lo hizo," respondió Robert, sonriendo. "Estamos juntos en esto, y eso es lo que importa."
Continuaron su camino, y finalmente llegaron a la base de una montaña. Según el mapa, el tesoro estaba escondido en algún lugar de las cuevas que se encontraban en la cima. La subida sería ardua, pero no tenían otra opción.
La escalada fue lenta y agotadora. Las manos de Chandler estaban raspadas y sangraban ligeramente por aferrarse a las rocas afiladas, mientras que Robert se esforzaba por mantener el equilibrio en los estrechos salientes. A mitad de camino, una tormenta se desató de repente, enviando lluvia y viento en su contra.
"Tenemos que encontrar refugio," gritó Robert por encima del rugido del viento. Avanzaron con dificultad, buscando desesperadamente una cueva donde puedan resguardarse. Finalmente, encontraron una pequeña abertura en la roca y se metieron dentro, temblando y empapados.
La cueva era oscura y fría, pero al menos los protegía de la tormenta. Encendieron una pequeña fogata con los escasos suministros que tenían y se acurrucaron juntos para calentarse.
"¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos?" preguntó Chandler, mirando las llamas danzantes. "Estábamos buscando el mismo libro, y ahora aquí estamos, buscando un tesoro maldito."
Robert sonrió, tomando la mano de Chandler. "Sí, y a pesar de toda la mala suerte, no cambiaría nada. Estoy feliz de estar contigo, incluso en medio de todo esto."
Pasaron la noche en la cueva, y al amanecer, la tormenta había pasado. Reanudaron su escalada, más decididos que nunca a encontrar el tesoro y poner fin a su mala suerte.
Cuando finalmente alcanzaron la cima, la vista era impresionante. El sol brillaba sobre un mar de árboles y montañas que se extendían hasta donde alcanzaba la vista. Pero no estaban allí para admirar el paisaje. Según el mapa, había una entrada a una red de cuevas cerca de la cima, donde se encontraba el tesoro.
Buscaron alrededor y encontraron una entrada oculta entre unas rocas. Chandler encendió una linterna y avanzaron con cautela, el eco de sus pasos resonando