Gia Giordani es hija del general de las Fuerzas especiales de defensa Mundial, esta es una organización paralela a varios ejércitos unidos, que se encargan de misiones encubiertas y clasificadas, existen varias sedes de estas élites, las cuales se encuentran en varios lugares del mundo.
Gia es la única mujer y la menor de cuatro hermanos, todos pertenecientes a la elite con diferentes rangos, mientras ella solo es la princesa de la casa.
La joven ha estado enamorada desde siempre del hijo del general de división de la elite, el capitán Tomás Decker aunque este no quiere nada con ella, la ve como una Barbie sin cerebro.
El capitán Decker humilla frente a todos a la joven y ella tomará la decisión de cambiar su vida, ya que por aquellas palabras piensa que todos la ven como alguien inútil y sin cerebro.
Podrá esta joven demostrarle a un mundo machista que, si puede, podrá olvidar a este hombre tan ingrato.
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Decepción
La noche ya había caído y la joven no podía con tanta emoción, la alegría y la felicidad era tanta en ella que había pasado el día en su habitación hasta almorzó allí.
El teléfono de la jovencita suena y es una de sus mejores amigas Magda.
—Aló, muñequita, ¿ya estás lista? Nosotras nos vinimos antes con mi hermano, perdón por no pasar por ti. —Dice la chica y Gia entiende.
—Descuida Magda, ya estoy lista, en un momento llego. —De fondo se escuchaba algo de música y varias voces.
—De acuerdo muñeca te esperamos, aquí ya están muchas personas y tomas está muy guapo. —Dije Magda y ella se emociona.
—Estoy ansiosa por llegar y ver a Tomás. —Dice sonriente.
—De acuerdo, el mismo está atendiendo a los invitados, así que no habrá problema para que le plantes un beso. —Anuncia Magda.
—De acuerdo nos vemos en un rato, adiós, amiga. —Se despide Gia.
—Adiós, amiga, te quiero. —Dice Magda y corta la llamada.
Efectivamente, ya todos habían llegado a casa de tomas, pero Magda y Laura se fueron primero.
Gia se miró por última vez en el espejo y sonrió, impactaría a Tomás, Gia era hermosa y su mirada era única podía convencer a cualquiera con ella, menos a su gran amor Tomás Decker, este hombre no tenía interés en la pequeña rubia para él ella era una rubia sin cerebro, egoísta, egocéntrica y caprichosa, así la veía él por las cosas que fuentes muy cercanas a la joven le decían.
Gia tenía un disfraz de ángel sexy, era un bodi blanco con un pequeño, shorts, unas alitas, una diadema con aureola y un maquillaje brillante con mucha escarcha, están preciosas y muy sexy.
La joven bajo las escaleras y su Nana se tapó la boca, era cierto que estaba hermosa, pero esa no era Gia estaba muy expuesta.
La joven salió a buscar a los chicos y estos casi se ahogan ante ellos un verdadero ángel, pero de esos que hacen pecar a cualquiera si no fuese porque la veían como a una hermana, un ser a quien cuidar y proteger tendrían pensamientos insanos.
—¡Pero qué carajos, Gia! ¿Piensas salir así? Hablo Sebastián.
—Si Sebas, les dije que iba a la fiesta de Tomás, es de disfraces, me veo mal. —Pregunta dando una vuelta.
—Claro que no te ves mal, pero pareciera que trabajarás para las conejitas malas. —Habla Rogelio muy serio.
—Bueno, creo que eso está bien, quiero sorprender a Tomás. —Habla muy feliz.
—Maldito hijo de puta, con suerte y aparte ciego. —Habla Harry.
—Bueno, si no te hace caso así es un idiota, aunque ya lo sabemos. —Habla Johan y la joven entra a la camioneta, la cara de los chicos es de molestia, no están de acuerdo con el vestuario de la joven y mucho menos con que este detrás de un imbécil arrogante.
El teléfono de la joven vuelve a sonar, esta vez era uno de sus hermanos.
—Hola mi princesa, dime por qué no has llegado a la fiesta, estaba hablando con la hermana de Tomás y me dijo que no estabas. —Pregunto, el menor de los hermanos de Gia.
—Voy en camino Gino, estoy en el auto con Rogelio y los demás, solo me estaba arreglando. — Responde Gia.
—Está bien, pensé que te había ocurrido algo, solo así no irías a una fiesta de Tomás, deberías tratar a Tatiana, la hermana de Tomás, es muy simpática. — sugiere Gino, ella siempre ha estado fuera y no sabe muy bien si estudia o que hace, por eso no la ha tratado.
—De acuerdo hermanito, trataré, te amo, cuídate que ya estamos llegando —Anuncia Gia.
—Adiós mi princesa, te hablo después voy saliendo a una misión y estaré incomunicado hasta nuevo aviso, te amo más adiós. —Y así la llamada termino, el auto estacionó en el lugar y la música podía escucharse a través de las puertas cerradas.
La despampanante Gia bajo del auto y les dijo que esperarán afuera, que cualquier cosa ella los llamaba, ellos sabían el protocolo, aunque ellos intercambiaban mensajes con ella cada cierto tiempo, si no había respuesta entraban al lugar.
Los guardias se quedaron en el vehículo y ella se despidió con la mano para luego entrar.
La joven suspiró repasando lo que haría al verlo, y eso era darle un enorme beso y no dejarlo hablar, así era la joven todo un sol, se imaginaba lo bello que estaría tal como sus amigas le dieron.
Gia tocó el timbre toda emocionada y muy nerviosa y tal y como sus amigas dijeron, la puerta fue abierta por el anfitrión de la noche un hombre alto un metro ochenta y dos, ojos verdes, cabello castaño, una pequeña barba muy sexy, su piel bronceada y un cuerpo de ensueño, tenía puesto un traje negro de gala militar se veía guapísimo, ella pensó que estaba tan obsesionado con la Élite que vino disfrazado de capitán.
El hombre quedó sorprendido al verla, sus ojos la escanearon y cuando intentó decir algo la joven le plantó un enorme beso que lo dejo sin aire.
Tomás siguió el beso y cuando se terminó, el intentó hablar, pero ella posando un dedo en sus labios no lo dejó hablar, comenzó a decirle muchas cosas, cuánto lo quería y que él era el amor de su vida, la sonrisa en su rostro era radiante mientras lo decía, ella no paraba de hablar.
La puerta estaba semiabierta no se podía ver hacia dentro del lugar de pronto esta fue abierta de par en paz por Magda y Laura quienes tenían puesto, vestidos de noche muy bonitos, los jadeos se escucharon detrás y ella miró a todos los invitados, no conocía a muchos, pero todos iban con trajes de gala de la elite y las mujeres con vestidos de noche elegantes y otros algo sexis.
Qué demonios estaba ocurriendo, esto para nada era una fiesta de disfraces, había Sido engañada, sus dos supuestas amigas y otras más de ese mismo grupo no paraban de reír, los murmullos no se hicieron esperar y las miradas despectivas menos.
—Pero que ridiculez, es esta Gia, estás realmente loca, eres una persona muy horrible, sabes. — Comenzó.
—Como se te ocurre aparecerte así en la fiesta de mi nombramiento, como te puedes burlar, tus amigas tienen razón, eres un ser horrible Gia Geordani.
—Sabes lo que eres, yo te diré, eres una niña mimada que no tiene cerebro, capaz de pasar por encima de quién sea, eso eres.
—En tu cabeza no hay más que oxígeno y jamás, óyeme bien, jamás estaría con un disfraz cómo tú, no tienes aspiraciones, solo eres… Un chiste —Cada palabra era daga para ella le dolía que pensara así de ella sin motivos.
—No te voy a permitir que arruines este momento, ahora vete, no eres más que una Barbie sin cerebro. —Se carcajeó.
—De verdad pensaste que me podía gustar alguien como tú, estás mal, mi futura esposa debe estar a mi altura.
—Una niña caprichosa como tú que solo aspira a ser modelo, no encaja conmigo, jamás serás nada más que un adorno—La rubia no pudo más y rompió en llanto por la música no se oía, pero los chicos corrieron al ver que solo ella estaba disfrazada y al acercarse vieron que estaba llorando y lograron escuchar parte de lo que le dijo esa bestia.
—No te atrevas a decir más, imbécil. —Habló Sebastián y lo empujó alejándolo, Gia corrió hacia el auto y aunque querían partirle la cara fueron con Gua, aunque Rogelio sí se dio el gusto de darle un golpe a ese idiota.
Gia estaba destrozada como le había hecho eso, a ella quedó en ridículo y aparte su amor la mató con esas palabras.
Me encantó
esa experiencia amarga que pasó. Darse oportunidades y mostrar de que está hecha