Se supone que, de manera tradicional, un matrimonio está hecho para toda la vida, en los buenos como malos momentos. Aun cuando aquello acarree convivir con los secretos del otro.
Jamás ella pensó que, al momento de casarse, terminaría por descubrir la relación con otro hombre que su esposo mantenía.
Él jamás creyó amar tanto a un hombre como a una mujer al mismo tiempo, aun cuando fuera mal visto aquella preferencia, en la sociedad. Aun cuando los lastimara a ambos, los obligaría a estar con él.
No obstante, para el amante, un hombre que amaba con locura a quien los demás no le permitían tan siquiera mostrarse en público... aquello se volvió un infierno.
Dafne, Samael y Dan, tres jóvenes que creen tener una vida feliz hasta el día donde sale a la luz el secreto que los hará compartir un destino lleno de dolor y odio.
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3
Dafne pensó en miles de formas de contarles a sus padres sobre su compromiso, pero cada vez que imaginaba un escenario, todo terminaba de la misma forma: Sus padres encerrándola y prohibiéndole ver a Samael. Ella rascó su cabeza con desespero y sintiéndose frustrada dejó pasar los días mientras reunía el valor suficiente para soltar aquella noticia. Cuando Samael tuvo que regresar a su país, Dafne supo que ya no podría posponer más la engorrosa situación. Mientras comían tranquilamente, ella miró de reojo a sus padres y tomó una bocanada de aire y habló con firmeza.
-Estoy comprometida.
La mesa quedó en total silencio y Dafne empezó a temblar de los nervios. Después de unos segundos de incomodidad, su madre rompió el hielo.
-¿Hablas de casarte?
Dafne la miró con ojos grandes y asintió con la cabeza para luego desviar la mirada, su madre suspiró y dejó sus cubiertos en la mesa mientras meditaba por unos segundos.
-¿Puedes explicarnos mejor sobre eso?
-Si…
Dafne tragó saliva y frotó sus manos mientras evitaba la mirada de sus padres. Normalmente era alguien decidida y directa, pero cuando se trataba de sus padres todo su valor se esfumaba.
-Samael debe volver a su país, solo estuvo en este lugar por trabajo… pero los dos nos amamos y lo último que queremos es separarnos. Puede que a ustedes les parezca repentino y apresurado, pero realmente lo he pensado bien y siento y pienso que es lo que quiero.
-Hija, ¿Cómo puedes estar tan segura si solo llevas unos cuantos meses con él? se que no eres de las personas que actúa sin pensar bien, pero creo que esta decisión es muy premeditada.
-Mamá. No necesito toda una vida para saber que él es el hombre con quien quiero estar. Sabes que en todo este tiempo no he aceptado a nadie que haya intentado estar conmigo después de lo que pasó, nunca había tenido este tipo de sentimiento por nadie, ni siquiera por aquella persona, ahora que tengo a Samael me doy cuenta que lo pasado solo fue una pequeña ilusión. Se que esto no solo es algo del momento.
-Eso es lo que me preocupa. No dudo de tus sentimientos ¿Pero y él? ¿siente lo mismo que tú? no quiero que te embarques en un matrimonio donde tú seas quien lo de todo.
-Mamá, Papá. El me ama, lo se. Lo se así como se que ustedes me aman a mi.
-¿Y tus estudios?
Su padre preguntó con un rostro triste, se había mantenido al margen de la conversación pero al ver a su hija tan decidida lo hizo sentir como si la estuviera perdiendo.
-Lo haré después. Hablé con Samael y después de adaptarme al idioma puedo entrar a estudiar en una universidad de allá, puedo esperar.
-Pero hija, ya tuviste que esperar demasiado. Aún me culpo por no poder darte estudios, no quiero que te quedes atrás.
Ella sonrió con ternura al saber la preocupación de su padre.
-Como siempre hemos dicho. Nunca es tarde para estudiar, solo debo esperar uno o dos años.
Sus padres no continuaron en tratar de convencer a su hija esa noche, pero después que los días pasaron ella pudo notar que ellos estaban extrañamente alejados de ella. Samael después de volver a su país se comunicó a diario con ella pero muy poco, los horarios no coincidían así que eso hizo que la comunicación fuese limitada, sin embargo él acordó volver para celebrar la boda, quería que todo se llevara a cabo de la manera que ella y sus padres quisieran. Dafne hizo los preparativos y al ver que todo iba en serio, sus padres cedieron ante ella y la ayudaron a organizar todo. Faltando dos semanas para la boda, Samael regresó y se puso al día con los preparativos, los padres de Dafne no disimularon sus miradas intimidantes ante el hombre que les estaba robando a su preciada hija.
Finalmente la boda se llevó a cabo y Dafne se veía hermosa, su padre que la llevaba del brazo no dejó de llorar en ningún momento, su madre la miraba con tristeza y eso la hizo sentir mal; Ella estaba feliz y aun así sus padres no lo estaban, ella suspiró y decidió ignorarlos y disfrutar de su día de la mejor forma posible.
Después de la fiesta ella había bebido lo suficiente como para quedar inconsciente, Samael la llevó en brazos hasta la habitación de hotel donde la recostó con delicadeza. Cuando Dafne despertó su cabeza quería explotar, los recuerdos de la noche anterior llegaron de golpe y quiso llorar, no solo había bebido hasta desmayarse, sino que también había arruinado su primera noche con su esposo.
-Eres una tonta, tonta, tonta.
Dafne golpeó su frente por haber sido tan descuidada, miró alrededor de la habitación y no vio rastro de Samael y suspiró. Cuando salió después de haber tomado un baño encontró a Samael de espalda sosteniendo una copa con vino, él se volteó y al verla sonrió con picardía. Ella al verlo sintió muchos nervios y vergüenza, estaba usando solo la bata de baño e instintivamente supo lo que iba a pasar.
Él rodeó su cintura con un brazo mientras olfateaba su cuello húmedo, su cuerpo se estremeció e intentó alejarlo pero él la abrazó con fuerza en lo que se apoderaba de sus labios temblorosos. Su cuerpo se fue relajando y empezó a disfrutar de las caricias de aquel hombre que ahora era su esposo, no supo cuánto tiempo pasó o cuantas veces había sucumbido ante el placer, pero su cuerpo quedó exhausto quedándose dormida en el pecho de Samael.