Leía Santander y Ian casillas están dispuestos a pagar el precio de ser los villanos para la sociedad si con eso pueden obtener la paz mental, estabilidad emocional y felicidad que se les fue negada y arrebatada por las personas que debieron amarlos y protegerlos por lo que si tienen que ser los villanos para obtener justicia y felicidad entonces se encargarán de hacer un papel inolvidable ante el mundo.
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Capitulo III
Cinco años han pasado para que pudiera abrir los ojos de una vez y darme cuenta de que ni mi supuesta familia ni el hombre al cual le entregué mi corazón y ocho años de mi vida valían mi tiempo, mi atención y mucho menos mis lágrimas.
Los cinco años que duré casada fueron una pesadilla que no solo me atormentaba mientras dormía, sino que también era horripilante durante mis horas de vigilia.
Después de nuestra noche de bodas, mi marido me ignoró por completo y cuando tenía un poco de su atención, era para insultarme y decir que era una inútil, que no era suficiente para él y que no lo representaba adecuadamente como su esposa, y que por mi culpa, no está al lado de la mujer que verdaderamente lo merece.
Es muy probable que aquellos que vean mi vida desde afuera digan que soporté demasiado solo por tener un poco de cariño, pero la verdad es que es más fácil siempre juzgar y opinar sobre la vida de los demás y nunca ponerte en sus zapatos para tratar de entender por qué una persona se ve obligada a aguantar tanto solo por tener un poco de amor.
Yo crecí sin amor, rodeada de dinero y lujos, los cuales nunca podrán reemplazar la presencia y el amor de unos padres. Para mis padres, era suficiente llenarme de regalos y tener niñeras a mi cuidado, pero nunca se preguntaron cómo me sentía yo con su ausencia y falta de empatía hacia mí.
Crecí pensando que estaba haciendo algo mal y que, por eso, ellos no me querían, y por eso, me esforcé por ser la mejor en todo lo que hacía y lo que mis padres me pedían, pero para ellos nunca fue suficiente y siempre me pedían más.
La única vez que no acaté las órdenes de mis padres fue cuando decidí ser médico sin importarme su opinión, y hoy en día agradezco haber tenido el valor suficiente para enfrentarlos y luchar por mis sueños. Si en ese momento no hubiera mantenido mi decisión firme y no me hubiera esforzado por lograr mis metas, hoy en día sería una fracasada que solo depende de su marido para sobrevivir. No podría haberme divorciado debido a que no tendría cómo vivir, ya que mis padres seguramente apoyarían a Raúl y no a su hija, pues pensaban que siempre hacía todo mal.
Mi matrimonio durante esos cinco años no mejoró en ningún momento, sino que cada día empeoraba más. Las discusiones eran cada vez más fuertes y, por cualquier pretexto, Raúl me insultaba y me hacía sentir la peor mujer y esposa del mundo.
En cuanto a nuestra intimidad, tampoco fue buena. Después de la noche de bodas, las veces que estuvimos juntos en la intimidad las puedo contar con mis dedos. Durante esas veces, nunca sentí placer. Él se subía encima de mí para satisfacer sus deseos con mi cuerpo y luego me dejaba en mi habitación, pero no sin antes recordarme que me estaba haciendo un favor y que de él no tendría mucho más de lo que ya me estaba dando.
La discusión más fea que tuvimos fue cuando le pedí tener un hijo. Yo ya tenía 27 años, me había especializado en ginecología y obstetricia y me sentía lista para convertirme en madre y darle mucho amor a mi hijo. Deseaba darle el amor que todos me negaron y que estaba guardando para él. Pero Raúl no le importó mi petición ni mis deseos de ser madre. Al contrario, volvió a tratarme mal verbalmente. A ese punto, ya no tenía autoestima ni amor propio, pues él había destruido todo lo que yo había entregado: mi corazón y años de mi vida, sin protestar y siempre estando para él.
El oír cómo Raúl me dijo que yo no era apta para ser madre, me rompió el corazón y hizo que poco a poco fuese despertando de la estupidez que me acompañó toda la vida, para hacerme pensar si en verdad yo quería seguir teniendo una vida miserable al lado de un hombre que no me da ni la hora y que siempre que me habla es solo para hacerme sentir peor que antes.
Desde ese día, algo empezó a cambiar en mí y en la forma de aferrarme a Raúl, pues él fue el único que en algún momento me hizo sentir querida y especial, pero me llevó cinco años aceptar que todo lo que él me hizo sentir fue gracias a su actuación maravillosa y que el hombre con el que me casé es un maltratador, poco hombre y avaricioso, que no merecía que yo siguiera a su lado esperando que cambie, pues él nunca iba a cambiar.
Pero todo dio un giro radical en mi vida cuando decidí, después de convertirme en obstetra, hacer una subespecialidad en fertilidad y fecundación artificial, pues estaba dispuesta a divorciarme, pero para eso necesitaba recolectar pruebas de cómo Raúl me maltrataba y no quería que las personas me vieran o se acercaran a mí por lástima después de ver que mi matrimonio en realidad no era un cuento de hadas, sino más bien una película de terror.
La otra opción que se me ocurrió para divorciarme y no quedar tan expuesta ante la sociedad y la crueldad de los medios sociales, fue descubrir a Raúl con otra mujer. Pero pensar en que Raúl me haya sido infiel me dolía y mucho, pero si quería ser libre e iniciar una nueva vida sin las personas tóxicas que la han hecho gris, tendría que encontrar una forma de liberarme de mi infeliz matrimonio. Pues sabía perfectamente que Raúl no me iba a dar el divorcio por las buenas, ya que eso sería dejar ir a la gallina de los huevos de oro, y con lo ambicioso que era y es, jamás me dejaría ir si no encontraba algo que lo obligara a dejarme libre aunque no quisiera.
Nunca pude encontrar nada sospechoso que me guiara o confirmara que Raúl tenía una amante y eso me frustraba cada día más, pues ya quería empezar a vivir de verdad y eso no lo podría lograr si me casaba con ese idiota al cual amé tanto, pero que con su actuar fue matando día a día todo el gran amor que sentía hacia él.
Pasó un año y me gradué con honores en fertilidad y fecundación artificial. Quién iba a decir que mi subespecialidad me llevaría no solo a conocer la salida de mi tormentoso matrimonio, sino también a tener la posibilidad de cobrar todo el daño que me causaron durante toda mi vida.
Al obtener mi subespecialidad me sentí muy feliz, pero también frustrada porque aún no tenía cómo liberarme para siempre de Raúl y así usar mis conocimientos en fecundación artificial y fertilidad para convertirme en madre, porque entendí que no necesito de un hombre para ser madre, sino solo tener las buenas intenciones, el deseo y el amor de ver crecer dentro de ti un nuevo ser. Y cuando por fin está en tus brazos, llenarlo de amor y cuidarlo incluso a costa de tu propia vida, porque ser madre es un sacrificio diario, pero un sacrificio de amor, el cual estaba dispuesta a pasar sin importarme el precio.
La solución a todos mis problemas llegó por sí sola a mi consulta y yo creo que mi mandíbula y mis secreciones salivales cayeron al piso cuando lo vi por primera vez. Pues la solución a mis males fue una belleza hecha hombre, que cuando lo vi por primera vez mi corazón se aceleró, sentí que me faltaba el aire y que mi centro de placer se mojó al escuchar su sexy y potente voz, la cual te hace excitar con facilidad. Saber que ese hombre te puede hacer perder la cordura fácilmente ya que no solo es hermoso, sino que también su porte, mirada y hablar irradian peligro, y eso solo te hace desearlo más. Porque una aventura es mucho más deliciosa y se disfruta más si se siente adrenalina y un poco de peligro en el proceso.
-Buenos días, ¿Es usted la especialista en fertilidad y fecundación artificial?
Su voz sensual me sacó de mi ensoñación y no puedo creer que solo con su presencia y su voz me llevó a un mundo de fantasía sexual que nunca experimenté con Raúl, aunque se suponía que lo amaba más que a mi propia vida, pero es que no había y no habrá comparación entre Raúl y el hombre que se iba a convertir en mi auxilio. Raúl me mostró una máscara del hombre que quería, pero mi futuro esposo por contrato no necesitaba palabras para hacer volar mi imaginación y sacar de mí una mujer atrevida que ni yo sabía que tenía.
En ese momento, salí de mi ensoñación con ese papacito y me regañé por andar soñando tan alto, ya que si ni siquiera mi marido me quería y era el hombre promedio, mucho menos este guapísimo hombre me pondría atención ya que sobrepasa los estándares de belleza, sensualidad, peligro y misterio.
-Buenos días, señor -hablé como pude y agradecí mucho estar sentada, porque si no hubiera caído al piso por lo nerviosa que estaba.
-Efectivamente, yo soy ginecóloga obstetra con una subespecialidad en fertilidad y fecundación artificial, pero dígame qué necesita y yo veré si está en mis posibilidades ayudarlo a resolver su problema.
Por fuera me mostré segura de mí, pero por dentro me temblaba todo y no entendía el porqué de mi comportamiento, si yo nunca me dejé llevar por las hormonas y en ese momento me encontraba a punto de tener un orgasmo con solo verlo y oírlo hablar.
-Estoy seguro de que usted es la persona que yo estaba buscando señorita y que va a ser la única en poder ayudarme con mi problema.
El misterioso hombre terminó de entrar a mi consultorio, pero no sin antes cerrar la puerta y pasar seguro. Yo al ver eso estaba peor de nerviosa y excitada que al principio.
La adrenalina que estaba sintiendo y el peligro que ese hombre transmitía me hacían querer salir corriendo del consultorio para que no me saliera el tiro por la culata y la que terminara siendo descubierta cometiendo una infidelidad fuera yo y no Raúl. Pero el traicionero de mi cuerpo no me ayudó porque parecía estar pegada a la silla y no podía hablar ni moverme por todas las sensaciones que el misterioso paciente me hacía vivir.
Mi sexy paciente se acercó a la mesa que me separaba de él y se inclinó hacia delante, por lo que nuestras respiraciones se mezclaron. Pero mientras que mi respiración estaba alterada, la de él estaba muy tranquila.
Después de haber hecho desastres con mi respiración y mi corazón, él se separó de mí y se sentó cómodamente para después sonreír. Pero su sonrisa me causó escalofríos, ya que parecía que estaba planeando algo y yo estaba incluida en ese plan. No sabía si alegrarme o salir huyendo por mi seguridad mental. Nunca esperé escuchar lo que él dijo.
-Vine aquí con el propósito de saber cuál es el porcentaje de probabilidades de que tenga un hijo por el método tradicional o si tengo que recurrir a fecundación artificial. Pero al llegar aquí y al verla, me di cuenta de que vine buscando respuestas, pero encontré mucho más que eso. Usted es la respuesta a mis problemas y quizás en un futuro muy lejano podamos ayudarnos mutuamente. Pero eso se tendrá que esperar un poco porque primero necesito saber cuán peligroso es el territorio que voy a pisar. Así que, mi doctora hermosa, nos vemos pronto y le aseguro que no se arrepentirá de ayudarme. No solo ganaré yo, sino que usted también puede ganar mucho.
Y así, como entró, se fue el misterioso hombre, dejándome descontrolada y deseando que hubiera pasado algo más. Pero también me dejó perdida, pues no sabía qué quería ese hombre y qué tenía que ver yo con eso. Lo único que entendí es que quiere tener un hijo, y de allí me perdí en mis pensamientos lujuriosos hacia un hombre que no es mi esposo.
Mientras una acalorada leía se quedó en su consultorio tratando de recobrar la compostura, el misterioso paciente salió de la clínica y entró a su lujoso y exclusivo auto, donde lo esperaba su chofer y mano derecha, o mejor dicho, su único amigo.
- Dylan, necesito saber toda la información de la doctora que fui a ver, y cuando te digo toda la información, hasta de qué color usa la ropa interior, y la quiero para ayer.
Dylan se sorprende ante la petición de su amigo, pues sabe que cuando hace eso significa que algo está planeando. Pobre de esa doctora, porque no sabe lo que le espera con este impredecible hombre.
- Como quieras, Ian. Solo espero que no vayas a hacerle algo malo a esa doctora, porque ella no tiene la culpa de lo que estás pasando.
Ian sonríe por el comentario de su amigo, y Dylan sabe que cuando Ian sonríe, es porque algo va a hacer.
- No pienso hacerle nada malo. Solo quiero proponerle un trato que le cambiará la vida para siempre. Pero para eso, necesito saber con quién o qué estoy tratando para poder hacer una oferta que no pueda rechazar.
Dylan no dijo más y se dedicó a buscar la información que su amigo y jefe le había pedido.
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Gracias por el apoyo 🤗💖🤗. Espero que les haya gustado este capítulo. Los quiero mucho 💝💖🤗.