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Cuando Me Miras Así

Cuando Me Miras Así

Status: En proceso
Genre:Diferencia de edad / Mujeriego enamorado / Malentendidos / Dejar escapar al amor / Amor-odio / Autosuperación
Popularitas:2.5k
Nilai: 5
nombre de autor: F10r

Emma ha pasado casi toda su vida encerrada en un orfanato, convencida de que nadie jamás la querría. Insegura, tímida y acostumbrada a vivir sola, no esperaba que su destino cambiara de la noche a la mañana…
Un investigador aparece para darle la noticia de que no fue abandonada: es la hija biológica de una influyente y amorosa pareja londinense, que lleva años buscándola.

El mundo de lujos y cariño que ahora la rodea le resulta desconocido y abrumador, pero lo más difícil no son las puertas de la enorme mansión ni las miradas orgullosas de sus padres… sino la forma en que Alexander la mira.
El ahijado de la familia, un joven arrogante y encantador, parece decidido a hacerla sentir como si no perteneciera allí. Pero a pesar de sus palabras frías y su desconfianza, hay algo en sus ojos que Emma no entiende… y que él tampoco sabe cómo controlar.

Porque a veces, las miradas dicen lo que las palabras no se atreven.
Y cuando él la mira así, el mundo entero parece detenerse.

NovelToon tiene autorización de F10r para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 20

Narra Alexander.

Ahí estaba otra vez, frente a las cámaras.

Me quedé quieto, con el control en la mano, viendo cómo se bajaba del coche. Ese vestido… Dios. Era largo, rojo, pegado a su cuerpo. Me recordó al verde olivo de aquella vez, cuando me hizo fruncir el ceño y ella, tan radiante, se fue sin decir nada.

No sé cuánto tiempo pasé mirando cómo entraba a la casa, saludaba a mis padrinos, sonreía, recogía su bolsa y subía las escaleras ligera, sin siquiera asomarse por donde yo estaba. Antes siempre lo hacía, aunque fuera para decir una tontería. Ahora… no. Ahora me dejaba ahí, con el saludo en la boca y las manos vacías.

Los días siguieron pasando. Y ella, mi princesa… estaba más activa que nunca.

La veía todas las mañanas —sí, por las cámaras— corriendo por los pasillos con Jack, riendo en la cocina, ayudando a las empleadas aunque no necesitara hacerlo, probando recetas, poniéndose esos shorcitos del gym como si nada.

En el gimnasio ya ni me miraba igual. Antes me hacía preguntas incómodas o me seguía con los ojos. Ahora solo llegaba, entrenaba con más energía que yo mismo y se iba con una sonrisa y un “hasta mañana” bajito.

Me estaba volviendo loco.

En los exámenes le iba bien. Yo lo sabía porque escuchaba a mis padrinos celebrarle todo en la mesa, llenándola de abrazos y palabras bonitas. Y ella… ella se reía, les brillaban los ojos. Me obligaba a bajar la cabeza para que nadie notara que no podía dejar de mirarla desde mi rincón.

Suspiré fuerte, recargándome en la pared.

La extrañaba. Y lo peor es que la veía todos los días.

Pero no era igual.

Ella estaba más encendida que nunca, como una llama que no se apaga.

Y yo… yo me sentía apagado. Como si alguien hubiera cerrado todas las luces dentro de mí.

Era una maldita ironía.

Me estaba acostumbrando a no ser su centro.

Y, sinceramente… no sabía si podría soportarlo por mucho más tiempo.

Necesitaba salir de esa casa.

Era eso o enloquecer.

Hablé con mis padrinos y les dije que me iría desde el jueves hasta el lunes con Omar y Esteban. Una “escapada de hombres”, a la villa de unos familiares de Omar, en la ciudad vecina. Mis padrinos no pusieron ningún pero, nunca lo hacían; después de todo, soy mayor de edad y responsable de mis propios actos.

Así que me fui.

Necesitaba aclarar mi mente, dejar de pensar, dejar de sentir.

En esos días hubo risas, cervezas, piscina, juegos, alguna que otra mujer con quien coquetear.

Sí, me besé con un par, manos por aquí y por allá… y nada más.

No podía.

No podía con la idea de llevar nada más lejos.

Hasta me sentía sucio por intentarlo.

Cuando regresé a la mansión, el lunes por la tarde, juré que lo primero que haría sería ir a mi cuarto, ducharme y tratar de actuar como siempre.

Pero la vi.

Ahí estaba ella.

Sentada en las escaleras, con su cabello suelto y esa sonrisa suya.

Me saludó como si nada. Como si no hubiera pasado cinco malditos días sin verme. Como si no tuviera ni idea del caos que me provoca.

—Hola, Alexander —dijo, y siguió hojeando algo que tenía en las manos.

Tragué saliva y respondí apenas con un gesto de la cabeza. Iba a subir, cuando un claxon sonó en la entrada.

Me giré.

Un coche negro se detuvo frente a la mansión, y de él bajó un tipo que no conocía. Joven, alto, bien vestido.

Y entonces, la escuché.

—¡Hola, Osvaldo! —su voz, dulce y emocionada.

La vi levantarse, ir hacia él y saludarlo… con un beso en la mejilla.

¿Un beso?

Sentí cómo la sangre me hervía.

¿Cómo? ¿Quién carajos era ese?

¿Y por qué estaba aquí?

¿Y por qué ella estaba… tan sonriente, tan cómoda?

Se subió al coche de ese hombre, todavía riendo por algo que él le dijo.

Y yo… yo me quedé ahí, clavado en el suelo, apretando los puños.

—¿Quién es ese? —murmuré para mí mismo, con los dientes apretados.

La respuesta no llegaba.

Pero la sensación en mi pecho era clara:

Celos.

Malditos, inevitables, insoportables celos.

No pude evitarlo.

No quise evitarlo.

Cuando la escuché decir “hola, Osvaldo” y verla subir a ese coche como si nada… algo dentro de mí se rompió.

Y ahora estaba aquí, en el pasillo, frente a su puerta, con los nudillos a punto de sangrar de lo fuerte que apretaba el puño.

Respiré hondo, golpeé la puerta y entré sin esperar respuesta.

Ella estaba… tranquila.

Demasiado tranquila.

Con pijama, sentada en la cama, viendo algo en su computadora y con un enorme vaso en la mano. Levantó la vista apenas, como si yo fuera una sombra más en la habitación.

—¿Se te ofrece algo? —preguntó, con esa voz serena, casi aburrida.

Sentí que me hervía la sangre.

—¿Quién era ese tipo? —espeté, sin poder contenerme.

—¿Cuál tipo? —cerró la computadora y me miró con curiosidad.

—Osvaldo —dije, seco.

Ella sonrió leve, sin inmutarse, y respondió con una calma que me desesperó:

—Ah, Osvaldo… un amigo. Es amigo de mis primas. Ya sabes.

“Ya sabes”.

Como si fuera lo más normal del mundo.

Como si no me acabara de arrancar el aire del pecho.

Caminé por su habitación como un león enjaulado, sintiendo cómo mis pensamientos se estrellaban uno contra otro.

Quería gritarle.

Quería decirle que no soportaba verla con otro.

Quería pedirle que no lo volviera a ver.

Pero nada salió de mi boca, excepto:

—Ah. Entiendo.

Y di media vuelta para irme, porque sentía que si me quedaba un segundo más, no iba a poder contener lo que realmente quería decirle.

Pero su voz me detuvo.

—¿Y por qué te importa? —preguntó.

Me giré, sus ojos clavados en los míos, retadores.

Tragué saliva.

Porque sí, pensé.

Porque eres mía, quise decir.

Pero lo único que salió fue:

—Porque sí. Tengo que cuidarte.

Ella soltó una pequeña carcajada.

Una risa amarga.

—¿Cuidarme? —repitió, con una ceja levantada—. Me rompiste el corazón y me hiciste sufrir. ¿De qué cuidado me estás hablando, Alexander?

Aquello me golpeó más fuerte que cualquier puñetazo que haya recibido en mi vida.

Me mordí el labio, incapaz de sostenerle la mirada.

Y sin decir nada más, salí de ahí, con el corazón a mil y la garganta ardiendo.

Ella no tenía ni idea de lo que estaba haciendo conmigo.

1
Arie1
Alexander se va volver loco🤭
Arie1
Oigan y ¿porque no? Alexander esta loco o no quiere verla en su cabeza como una mujer
Arie1
🤣🤣🤣😭🤣😂
Arie1
Hasta que por fin te enteraste mijo
Arie1
Jack siemore esta en sus piernas
Arie1
Alexander deja el delirio mijo que te pasa , ya quiero leer su version🤭
Arie1
yi ni quirii milistirlos- muchacha y si te hubieras morido
Arie1
Pobres de los padres apenas la tienen y casi se le desvive
Arie1
🤣🤣🤣 siento que Alexander me va caer bien
Arie1
Eres tu mi ser amado?
Arie1
El le dice a su esposa que este tranquila pero el no puede estarlo (llora en recuentro de padre e hija😭)
Lorena Espinoza
Está muy interesante la historia 😍
F10r: Me alegra que te este pareciendo interesante☺
total 1 replies
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