OCTAVO libro de la serie ENTREGANDO MI CORAZON.
Tal vez muchos no recuerdan sus vidas en la temprana infancia, yo tampoco, pero lo que si recuerdo es que era feliz. No podía relacionar qué, quién o quiénes me daban ese sentimiento; pero si recuerdo que los perdí. Años después volví a ser feliz, pero no era algo duradero. Era un ida y vuelta que me dejaba vacía. En mi adolescencia, supe que buscar ser feliz era un sentimiento que ponía más presión y estrés en mi vida. A mis 18 años, renuncié por completo a esa tonta sensación... Para que, unos años después, poco a poco venga un tipo creído a querer destruir mi bien estructurado credo.
No recuerdo mucho mi temprana infancia, pero si recuerdo una sensación de malestar cuando estaba mi padre. Cuando no estaba él, todo era felicidad. Después, con su partida, fui feliz. Crecí rodeado de personas que me aman y que yo amo con todo mi ser. Crecí siendo sociable, seguro de mi mismo y el terror de los bullys. No me molestaba presionar los boton
NovelToon tiene autorización de HIKAMOO para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAULDER (CAP. 20)
Después de 2 semanas, de entrenar como loco, para solo caer rendido y dormir, me he dado cuenta de algo. Tambien tengo en la bolsa el premio al más estupido. Cada vez que una chica se me acerca, ni la registro. He pasado de ser el amable conde al iracundo conde. No ayudó que me perdiera de la nueva aventura de la familia con Lucy. También me perdí del ingreso de los nuevos sobrinos, que es un amor que tenemos en común la abuela Mara y yo. Nos encanta mimarlos. Sobretodo, la extraño. La extraño tanto que me enoja. Ella es feliz pensando en ese chico, así que debo volver a ser feliz con mis citas; a las cuales no les importa mi actitud, solo quieren verse en las noticias locales colgando de mis brazos.
El entrenamientonde hoy terminó y el entrenador me llama. Voy defrente, sacandome la camiseta y entro a su oficina solo en shorts.
* ¿Qué hay Griff, para qué me llamas?
Nisiquiera lo veo, porque entré secándome el sudor del rostro.
^ Las grandes empresas de agentes deportivos se caerán de sus engreídas sillas cuando te vean tomado. Vino una señorita que dice ser tu manager/masajista. No sabía que estabas buscando.
Eso me hace detener el secado y puedo sentir mi cuerpo rígido. Lentamente voy sacando el polo de mi cara y ahí está ella. Luna. Mi Luna. Quiero correr y abrazarla. Decirle lo mucho que la extrañé. Tomar su bello rostro, inclinarla hacia arriba, bajar el mío y besarla.
^ Srta Anderson, ¿gusta un cafe?
Siento como voy dando el primer paso y el entrenador me regresa al agujero negro que es mi vida en estas ultimas 2 semanas.
Endurezco mi expresión, me pongo la camiseta al hombro y le doy un saludo con la cabeza.
* Hola, Yue. Pensé que vendrías cuando comenzaran las clases. Yo ahora estoy todo el día entrenando, no tendré tiempo para nada más.
Veo pasar una mirada de dolor, antes de tomar una expresión fría como la mía. Seguro es mi imaginación o mi sobreestimulado corazón, que me hace ver cosas que no son.
- Sr Griffin, ¿sería tan amable de darme unos minutos con mi cliente?
El entrenador está en un ida y regreso, mirándonos. Se va a su puerta.
^ Claro, justo tengo que darles unas indicaciones al resto del equipo. Disponga del tiempo que necesite srta. Anderson.
Cierra la puerta y me deja con ella. Maldita sea. Necesito irme ya. Se va acercando a mi y yo me quedo mostrando una expresión aburrida, mientras estoy al borde de una arritmia por lo rápido que late mi corazón. Estoy pensando en mi salud cardíaca, cuando vuelvo a ser lanzado al suelo por ella.
- ¿Necesitas más para sacar tu cabeza de tu trasero?
Ya me encuentro al borde, como para que añada esta maravillosa sensación de su mano tocando mi piel. Rápidamente contraataco y ahora ella está en el suelo, debajo mío. Tengo una pierna entre las suyas y quiero frotarla con ella. Hacer que vea fuegos artificiales. Pongo sus manos encima de su cabeza, aprisionadas con una de las mías. Acerco mis labios a su oído, mientras su pecho roza el mío.