Los Villanos En Época Moderna

Al día siguiente, Iván se sintió aliviado al dejar en manos de un nuevo inversionista la responsabilidad de la empresa. Este hombre, que había sido adiestrado por Sofía, mostraba una competencia que lo hacían ideal para liderar durante un tiempo. Iván confiaba en su capacidad para manejar los desafíos que podrían surgir.

Mientras tanto, en un pequeño pero acogedor centro comercial, Sofía se encontraba buscando ropa nueva, y más si iba a lugares extrañaos como la costa y quería llevar consigo frescura en su guardarropa. Sin embargo, su día tranquilo se vio interrumpido por la entrada de una mujer que lloraba en voz alta. Sofía, inicialmente distraída por sus compras, no pudo evitar escuchar la conversación entre la mujer y una amiga. La mujer hablaba de la muerte de Elena. Sus sollozos revelaban su dolor.

— Ella era tan buena persona, no entiendo qué hacía en la casa de los Ivanovich, —dijo entre lágrimas.

“¿Y que haces aquí si tanto te duele la muerte de esa zorra?"

Pensó Sofía probándose un sombrero de playa.

— Aún no se encuentran las pruebas de lo que pasó realmente.—respondió la amiga, intentando consolarla.

Sofía, no sintió ni la pena que daban esas dos, continuó mirando la ropa en silencio. Escogió algunas prendas, anhelando comenzar de nuevo, disfrutar de la simpleza del mar y el sol. Terminó de pagar y apuntó de irse, la puerta de la tienda se abrió de golpe y entró Clarisa, la hermana menor de Iván. Clarisa era una tormenta de emociones, y esta mañana parecía más furiosa que nunca.

— ¡Por tu culpa no tengo casa! —le gritó, con los ojos desbordantes de rabia y resentimiento.

Sofía respiró hondo y, con un tono casi despreocupado, replicó.

— Niña, vete, estoy en un estado de ánimo como para ignorarte.

Clarisa, incapaz de controlar su ira, se lanzó hacia Sofía con la intención de atacarla. Sin embargo, Sofía, lejos de ser una víctima pasiva, la sorprendió al usar la bolsa de compras para darle un golpe. En ese momento, uno de sus perros; Chocolate, entró al local y, como si hubiera entendido lo que sucedía, corrió hacia Clarisa y le mordió el trasero. Clarisa gritó horrorizada.

Sofía mientras silbaba, obligando al perro a soltar su presa. Clarisa, entre sollozos, intentaba alejarse de la situación con un dolor agudo en su trasero.

Sofía, con una sonrisa sádica, le advirtió.

— Deberías tener cuidado conmigo y con tu madre. Porque la necesidad siempre ataca por donde menos lo esperas.

Y así dejó a Clarisa, que aún intentaba levantarse con su orgullo herido. Una vez más, Sofía se ganó un momento de tranquilidad al acariciar a su fiel perro, agradecida de que pudiera acompañarla en su viaje a la costa.

Más tarde, en el aeropuerto. Sofía e Iván estaban allí, observando cómo los aviones se despegaban de la pista. Era un espectáculo sin igual para Sofía, una experiencia que nunca imaginó que viviría. Los aviones, enormes y ruidosos, parecían irreal. Ella comentaba con un aire de asombro.

— Nunca pensé ver algo así... Un avión hace el trabajo de los magos, transportando a otras personas, pero en mayor tiempo.

— Así son las cosas en este mundo. —respondió Iván. — Vamos, mi padre nos está esperando.

La llegada al aeropuerto marcaba un nuevo inicio, aunque las circunstancias que los llevaron ahí no eran las ideales. La tragedia de la mansión, y las pocas maletas que llevaban reflejaban no solo su pocas pertenencias, sino también un sentido de pérdida y un largo camino por delante. Los perros caminarían con ellos, pero en una sección diferente del área de embarque, el cuidado de los animales era una parte vital de su viaje.

A medida que se acercaba la hora de abordaje, Sofía sentía una mezcla de emociones que quería conocer, además, estar al lado de Iván le daba seguridad de que no se aburrirá en el viaje.

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Mientras tanto, en otra parte de la ciudad, Giovana se encontraba en una situación difícil. Aunque tenía un lugar donde quedarse, el departamento de una amiga que se ofreció a ayudarla tras enterarse de la tragedia, esta mujer aún lidiaba con el proceso del divorcio con Hants. Sin embargo, había tomado una decisión dw firmar el papel Sin embargo, tenía un plan en mente, y se trataba de su hija.

— Conozco a los amigos de Lina. Dijo que uno podría formar un matrimonio y que pagarían bien. Estamos en una época avanzada, pero la costumbre de estos matrimonios jamás se perderá.—había dicho Giovana con firmeza.

Aunque esta idea no era del todo del agrado de ella, la desesperación por mantener su estatus social y asegurar un futuro para su hija pesaba más que sus propios sentimientos.

Más tarde, cuando Clarisa finalmente llegó a su hogar, se dejó caer boca abajo sobre la cama, sintiendo el ardor en su trasero que le recordaba la mordedura del perro. La indignación aún en su interior cuando su madre irrumpió en la habitación de manera inesperada.

— Más vale que estés decente para mañana tendrás que ir a un evento para conocer a alguien importante.—le dijo su madre con un tono autoritario y claro.