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Astillas De Alma

Astillas De Alma

Status: En proceso
Genre:Escuela / Acción / Romance / Posesivo
Popularitas:626
Nilai: 5
nombre de autor: Mary Dalia Lilith Kruger Lanchestter

Laebe siempre supo que el mundo no estaba hecho para alguien como ella. Pequeña, frágil y silenciada, aprendió a soportar el dolor en la oscuridad, entre susurros de burlas y manos que la empujaban al abismo. En un prestigioso Instituto Académico, su existencia solo servía como entretenimiento cruel para aquellos que se creían intocables.

Pero el silencio no dura para siempre. Cuando la verdad sale a la luz, el equilibrio de poder se rompe y los monstruos que antes gobernaban con impunidad se enfrentan a sus propios demonios. Entre el caos y la redención, Laebe encuentra en una promesa inquebrantable, un faro de protección y en su propia alma una fuerza que nunca supo que tenía para enfrentar los obstáculos que le impuso la vida.

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Esta historia contiene temáticas sensibles como abuso sexual, violencia, acoso, drogas y trauma psicológico. No es apta para todos los lectores, ya que aborda situaciones crudas y perturbadoras. Se recomienda discreción.

NovelToon tiene autorización de Mary Dalia Lilith Kruger Lanchestter para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 24.

Los días siguientes transcurrieron con normalidad, Laebe ya podía moverse mejor así que solía ayudar a algunas cosas, aunque siempre bajo supervisión de Kael.

Le solía ayudar a cocinar, dándole consejos dado que él quería seguir cocinando, lo ayudaba a limpiar y también ya podía tomar ella sola su medicamento.

También comenzó a trabajar mucho en sus tareas. Luciel le mandaba por correo todos los trabajos de todas las materias, él mismo se dió a la tarea de enviarle todo. Aún tenía dos meses más para volver y quería hacerlo al cien.

— Ya ven a comer.— La interrumpió Kael al parecer justo en la puerta.

— ¿Terminaste tan rápido?— Preguntó Laebe sorprendida.

— Obvio~ tuve los consejos de la mejor cocinera.— Dijo él con una sonrisa coqueta. Laebe se ruborizo y se puso de pie mientras el volvía a la cocina.

Fue hasta el comedor y tomo asiento en su silla, esperando a que Kael sirva. Justo sobre la mesa, el celular de Kael vibró, Laebe de inmediato observo y se trataba de un mensaje. Un número no agendado había enviado un mensaje simple "Ya hemos comenzado".

Por un momento se noto confundida, sin saber a qué se refería. Sin embargo, eran sus cosas y no le gustaba invadir con preguntas. Kael sirvió la comida y ambos comenzaron a comer entre risas y charlas tranquilas...

Era sábado, por lo cual, muchos solían divertirse desde temprano. Muchos como: Aron y Carlos.

Ambos se encontraban en un club, bebiendo mientras se divertían. Ese día, tenían un nuevo amigo, amigo que les había estado dando "mucha diversión".

Un joven delgado, con chaqueta oscura y lentes de sol que cubrían parte de su rostro. Su lenguaje corporal era relajado, su expresión confiada. Era Ermes, fingiendo ser un buen amigo de juegos, pues había estado dándoles varias drogas a ambos y sin ningún costo.

— Jaja, esto es demasiado bueno.— Expresó Aron mientras tomaba una de las pastillas que había sobre la mesa.

— ¿Tú crees? Son apenas unos cuantos juguetes, tengo más en casa.— Dijo Ermes con una sonrisa.

— ¿De verdad? ¿Y por qué no trajiste más? Hubiera servido para seguir hasta la madrugada jaja. — Dijo Carlos mientras se dejaba caer sobre su asiento.

— Ahora que lo pienso, estás cosas me hacen tener un libido muy alto~ deberíamos ir a jugar con algunas chicas.— Hablo Aron con un tono que dejaba claro su deseo.

La mirada de Ermes se oscureció con una sonrisa ladina, era perfecto.

— Oh, de ser así. Conozco de unas chicas, que hacen de las noches "inolvidables" — Insinuó Ermes con una clara trampa, pero que en ese estado, ninguno de los dos noto. — Además, traigo un poco de esto. — Dijo con voz casual, sacando discretamente una bolsita con polvo blanco.

— Jaja, oh wow!~ ¿Dónde? — Preguntó Aron con emoción. Ermes se rió con ironía.

— Que mejor que descubrirlo, vamos.— Se puso de pie y camino saliendo del club, dándole a los hombres de la entrada una buena cantidad de dinero seguido de una señal de silencio.

Aron y Carlos salieron detrás de él, riendo y disfrutando de lo que creían "estaba por venir", reían, completamente enganchados en la trampa. Se ajustaron las chaquetas y lo siguieron sin dudar.

Ermes los guío por unos callejones, dónde finalmente ya no había camaras ni miradas que pudieran captar lo que estaba por ocurrir.

El sonido de sus pasos resonaba en el pavimento húmedo. A pesar de lo sospecho, su emoción los hacía ignorar cualquier señal de peligro.

—¿Y bien? ¿A dónde nos llevas?— Preguntó Aron con impaciencia.

— Todo me da vueltas, haha.— Dijo Carlos apoyándose en un muro.

Ermes se detuvo en medio del callejón y sacó otra bolsita, fingiendo buscar algo más en su bolsillo.

En ese instante, dos sombras emergieron de los costados del callejón. Antes de que los jóvenes pudieran reaccionar, sintieron un pinchazo en el cuello.

Aron intentó forcejear, pero su cuerpo perdió fuerza en cuestión de segundos. Sus piernas fallaron y cayó de rodillas antes de desplomarse en el suelo. Carlos intentó gritar, pero un brazo fuerte lo sujetó mientras la aguja perforaba su piel. En segundos, su visión se tornó borrosa y todo se volvió negro.

Dos camionetas negras estaban estacionadas en un extremo del callejón. Las puertas traseras se abrieron rápidamente, y los cuerpos inmóviles de Aron y Carlos fueron levantados con facilidad por los hombres de Kael.

Ataron sus manos y pies con bridas gruesas, asegurándose de que no pudieran moverse ni aunque despertaran.

—Muévanse — Ordenó Ermes con frialdad.

De una de las camionetas, bajo una mujer. Vestida de cuero negro, su cabello era como la noche, con puntas de un color naranja, labios carmesí, varios piercing y tatuajes adornando su piel.

— ¿Y esto? Pensé que a Kael no le gustaban los niños ricos.— Dijo la mujer. Ermes la miro tras un suspiro.

— No es lo que crees. Solo, es un ajuste de cuentas. . .— Le respondió.

— Que raro, ¿qué habrán hecho estos niños?— Preguntó con una risilla, cerrando la puerta de la camioneta cuando los tuvieron bien atados adentro.

— ¿Y tú qué haces aquí, Marchosias? Pensé que Kael te tenía cuidando el sector Sur.— Le dijo Ermes caminando hacia la camioneta.

— Ya vez, me gusta cuando hay grandes movimientos. — Miro una última vez el callejón ahora vacío, y después subió a la camioneta.

Los motores rugieron y las camionetas se alejaron , dejando el callejón en el mismo silencio en el que habían llegado...

Mientras tanto, Laebe se encontraba recogiendo la mesa mientras Kael salía a tirar la basura al contenedor del edificio. Al tomar unos platos de la mesa, el celular de Kael vibró desde la mesita de la sala. Seguro lo olvido.

Laebe llevo los platos a la cocina y después fue hasta tomar el celular de Kael. Miro que tenía poca pila, así que lo llevo hasta un cargador. En ese momento, un mensaje llegó y el contenido dejo a Laebe más confundida.

Era un simple "Los tenemos"...

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Dira Alina
¡Necesito saber qué pasa después! Por favor, no tardes en actualizar. 🙏
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